A continuación se detallan los calibres más utilizados por las fuerzas de elite y francotiradores:
.223 Remington
EL .223 REMINGTON : Se puede decir que el calibre .223 Remington (se abrevia R o Rem) nació para ser usado en fusiles militares, ya que desciende de una modificación del calibre .222 Remington Magnum, siendo originalmente llamado .222 Special. Desde su estandarización en enero de 1964 (esta forma de denominarlo .223 Rem, es la utilizada para la versión comercial o civil del mismo) no tardó en alcanzar una gran popularidad entre los usuarios de armas de fuego de EE. UU. y de gran parte del mundo, ya que se le puede dar variada utilidad por la característica de ser eficiente y versátil.
En general las armas que lo disparan poseen un suave retroceso (lo que permite hacer ráfagas manteniendo el arma adecuadamente estable), una aceptable precisión, y pueden usarse balas de diferentes pesos con un rango normalmente variable entre los 40 y 80 GN o sea entre 2,6 a 5,18 gramos, respectivamente. Según Taubert R. K. como consecuencia de resurgir el interés por parte de algunas agencias de seguridad y fuerzas policiales de los Estados Unidos sobre el calibre .223 Remington (para uso militar se designa 5,56 x 45 mm NATO) y del sistema de armas desarrollado para él, y ante una próxima renovación de las pistolas ametralladoras en uso (llamadas submachine gun o SMG, en inglés), por otras de nueva generación y en calibres para pistolas semiautomáticas como el 9 mm Parabellum, 10 mm Automático y .40 Smith & Wesson, el FBI decidió realizar una serie de test, o pruebas, a fin de comparar el comportamiento balístico terminal, principalmente del factor penetración, de los calibres antes mencionados y del .223 Remington, para poder determinar, esencialmente, si éste último calibre podría ser utilizado en aquellos casos de combates a corta distancia o en los también llamados combates en locales cerrados, en el medio urbano, en inglés denominados "Close Quarter Battle o CQB". Estos test (en total fueron trece) estuvieron dirigidos por personal del Firearms Training Unit (FTU), una unidad especial para el entrenamiento con armas de fuego, en la Academia del FBI en Quántico, Virginia, lugar donde el famoso patólogo forense, el Coronel (R) del Ejército de los EE.UU. Dr. Martín L. Fackler y otros expertos en balística, habían anticipado mediante técnicas experimentales la efectividad para producir heridas y el potencial letal de modernos cartuchos de armas cortas. En todos estos test se utilizaron en pistolas, balas puntas huecas (JHP) y totalmente encamisadas (FMJ o FMC), marcas Federal "Blitz", Hydra Shok y Winchester.
En armas largas se usaron fusiles M16 A1 y A2, lógicamente en el calibre .223 Remington, utilizándose las mismas marcas de cartuchos que en las armas cortas, pero con puntas de diferentes características, pesos, y también a diferentes distancias. Como medios de prueba para todas ellas se usaron bloques de gelatina balística al 10% para simular tejidos vivos; también chapas de acero, madera laminada, parabrisas de automóviles, ropa simulando vestimenta liviana y gruesa, etcétera. Con todos estos test se comprobó que el calibre .223 Rem penetraba, en promedio, menos que los proyectiles de SMG en los calibres de pistola antes mencionados, a pesar de que por más de 20 años se afirmó que este calibre penetraba muy profundamente en el cuerpo humano, pudiéndolo atravesar y convertirse así en un factor de riesgo para terceros circunstantes.
Finalmente, el FTU confirmó que la cavidad permanente también llamada cavidad definitiva, producida por la rotura y destrucción de los tejidos y la profundidad de penetración, eran el factor primario más importante en la producción de heridas por proyectiles de armas cortas y que la penetración en tejidos blandos tendría que estar entre las 12 y 18 pulgadas de profundidad para ser efectiva (*30,4 y 45,7 cm). Los resultados del test pueden verse resumidos en las tablas 1 y 2 que están a continuación, donde también se toma como parámetro de referencia el porcentaje de penetración en gelatina balística al 10%. Considerando que el grosor promedio del torso de una persona adulta es de 9 pulgadas, desde la cara anterior a la posterior, (*en realidad se debería considerar 10,5 pulgadas, o sea aproximadamente 26,6 cm) todos los disparos calibre .223 Rem con proyectiles de un peso entre 55 a 69 GN (*3,56 y 4,47 gramos, respectivamente) aparecen como adecuados para ser utilizados en tejidos blandos y en disparos de frente.
.308 Winchester - 7.62x51 NATO
Si hay un cartucho polivalente y versátil en el amplio mercado de la munición, ese es el .308 Winchester. Tanto en el aspecto deportivo (caza y tiro a larga distancia) como en el terreno bélico, el .308 es capaz de ofrecer un excelente rendimiento.
Potente, fiable y preciso, este cartucho, también conocido por su denominación métrica 7,62x51mm, se ha convertido con el paso de los años es una de las municiones más extendidas en el sector armamentístico. Todo un referente para los aficionados a la cartuchería metálica.
.308 Win, 7,62x51mm, o 7,62 OTAN son solo algunos de los términos utilizados para referirse a uno de los cartuchos más importantes de la historia. Sus orígenes se remontan a mediados del pasado siglo XX, momento en el que la industria bélica decidió desarrollar un nuevo tipo de calibre apto para los innovadores fusiles de asalto. La base de la que nació el 7,62x51 pertenece al mítico .30- 06 (7,62x63mm). De hecho, entre las vainas de ambos calibres apenas hay una diferencia de escasos milímetros. Así, con el .30-06 como fuente de inspiración, las autoridades militares estadounidenses desarrollaron el primer esbozo de lo que posteriormente sería el .308: el cartucho US .30 T-65. Esta munición con claros tintes bélicos derivaría a mediados de la década de 1950 en el definitivo 7,62x51mm, un calibre que posteriormente se convertiría en el cartucho oficial de la OTAN.
En este sentido, la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) estaba buscando en esa época un calibre único para todas las armas largas que empleaban los ejércitos de sus países miembros. Así, entre muchos otros, analizaron el .30-06 (7,62x63mm) del ejército estadounidense, el 7,65x54mm belga, el 7,7x56R británico, y el 7,92x57 Mauser alemán. Finalmente, decidieron apostar por el novedoso 7,62x51mm para equipar a todas las armas largas de la OTAN. Las primeras armas que fueron calibradas para esta munición destacan el mítico M-14 estadounidense y el legendario FN FAL. Y es que si hay algún arma que esté ligada a la historia del .308 esa es el fusil de asalto FN FAL. De hecho, tanto el nacimiento como la expansión del rifle belga están directamente vinculados a la entrada en la escena internacional del .308, una munición potente y fiable que se convirtió en el calibre oficial de buena parte de los fusiles de asalto de la segunda mitad del siglo XX. Así, además de los citados estadounidenses que lo utilizaron para su M-14, los españoles lo montaron en su CETME C, y los alemanes para equipar a su HK G3, entre otros muchos.
El .308 es un auténtico multiusos. Su comportamiento en distintas situaciones es tan brillante que es apreciado tanto por los cazadores como por los militares. En el primer caso, el .308 Winchester tiene unas propiedades balísticas similares a las del .30-06, uno de los cartuchos más extendidos entre los aficionados a la actividad cinegética. Por cierto, que el primer rifle deportivo que fue calibrado para esta munición fue el Winchester M70, uno de los grandes clásicos de los rifles de cerrojo.
Del mismo modo, el 7,62x51mm es un cartucho que goza de gran aceptación entre los tiradores selectos. La posibilidad de montarlo con diversos tipos de proyectiles (especialmente curioso es el que va equipado con una bala de punta plana), unido a su gran alcance efectivo (superior a 300 metros), lo convierten en una munición muy adecuada para el combate en zonas urbanas. Por poner un ejemplo, uno de los fusiles semiautomáticos pensados para el tiro a larga distancia y que está estrechamente vinculado con este calibre es el HK PSG-1.
Hablando de fusiles semiautomáticos en .308, este tipo de armas están prohibidas en España para el tirador civil. El motivo es que el actual Reglamento de Armas considera al 7,62x51mm un calibre militar, y por tanto, prohibido para la sociedad civil. En este sentido, el .308 sólo puede utilizarse en rifles de repetición manual, es decir, en modelos accionados por cerrojo, mediante palanca, o en rifles monotiro. Para superar esta absurda prohibición, los tiradores españoles pueden acceder a rifles semiautomáticos en el calibre .307Win, un cartucho idéntico al .308, con la única diferencia de que el .307 cuenta con una pequeña pestaña en el culote de su vaina.
La mayoría de los fabricantes comercializan una extensa gama de cartuchos de este calibre. En este sentido, producen proyectiles con cargas que van entre los 150 y los 200 grains, y que son capaces de desarrollar velocidades que en algunos casos superan los 1.000 m/s. Estas características hacen que a pesar de contar con más de medio siglo a sus espaldas, el .308 esté hoy más vigente que nunca. En la caza, el popular .308 Win ofrece un rendimiento muy similar al del clásico .30-06
.338 Lapua Magnum
En los primeros años de la pasada década de los 80, la comunidad armamentística militar se topó repentinamente con un importante problema. Vieron que el calibre .308 Win se quedaba "corto" y perdía precisión en disparos a larga distancia, sobre todo, a partir de 800 metros. Fruto de esta observación, y teniendo en cuenta que el siguiente paso en el escalafón de calibres era demasiado exagerado (saltar al .50 BMG), se vieron en la necesidad de diseñar un calibre intermedio entre el .308 y el .50 BMG. Fruto de estas investigaciones, en las que la industria armamentística estadounidense volvió a estar de nuevo a la cabeza, surgió un nuevo calibre con estas dimensiones: 8,60x70mm. Detrás de todo este proyecto, en el que como decíamos se buscaba crear un nuevo tipo de munición para disparos de precisión a una distancia en torno a los 1.000-1.500 metros, estuvo la compañía finlandesa Lapua. Ellos fueron los que finalmente perfeccionaron el diseño del nuevo calibre y desarrollaron el primer cartucho de lo que a partir de mediados de los 80 pasó a conocerse como .338 Lapua Magnum.
En principio, el nuevo .338 Lapua Magnum se concibió como una evolución del .416 Rigby, un calibre clásico dentro del mundo de la caza. De hecho, si comparáramos ambos cartuchos veríamos que ciertamente son bastante parecidos, aunque el .338 LM es un poco más corto y tiene el cuello más pequeño. En cualquier caso, y a diferencia del .416 Rigby, el .338 LM no nació pensando en un posible uso venatorio. Más bien al contrario, ya que todo su desarrollo y su posterior evolución siempre estuvo marcada por una clara influencia militar.
Hablando precisamente en términos militares, podríamos decir que el .338 LM se encuentra en el límite entre lo que sería un calibre "antipersona" y una munición "antimaterial". Hasta su entrada en el mercado armamentístico, el calibre "antipersona" por excelencia era el 7,62x51mm. Sin embargo, muchos tiradores de elite de distintos ejércitos evidenciaron que para realizar disparos a largas distancias y en determinadas condiciones se requería un tipo de munición más potente. Así, el .338 LM demostró ser la combinación perfecta entre potencia y precisión para disparos de hasta un kilómetro, sobre todo gracias a su estabilidad y su densa trayectoria. Esto propició que algunas de las principales compañías armamentísticas del panorama internacional apostaran por este calibre para sus rifles de alta precisión. Fue el caso por ejemplo de la británica Accuracy International o de la finlandesa Sako, dos de las primeras firmas que lanzaron al mercado fusiles preparados para este calibre.
A pesar de que como hemos comentado los orígenes del .338 LM están estrechamente ligados al sector militar, los tiradores civiles también han sabido apreciar las excelentes características de esta munición. Por un lado, los cazadores han probado sus facultades en rifles diseñados por firmas tan reconocidas como Mauser o Heym. Equipados con proyectiles como el famoso "Forex" o la "Boat tail", los cartuchos del calibre .338 LM se han cobrado todo tipo de piezas de caza mayor en los últimos 20 años. Del mismo modo, los tiradores deportivos aficionados al tiro con rifle y mira telescópica a larga distancia también han encontrado en este calibre un perfecto apoyo para conseguir las mejores agrupaciones. En este caso, resultan muy populares los Sako TRG-42, ubicados asiduamente entre las primeras posiciones de estas competiciones deportivas. Respecto al tipo de munición utilizada por estos tiradores en dichas pruebas, una de las más extendidas es sin duda la Scenar Match con proyectiles de 247 grains, sobre todo entre aquellos tiradores que no son demasiado partidarios de la recarga.
Viendo su creciente aceptación tanto entre los estamentos militares como entre los tiradores civiles, otros fabricantes como Remington o Unique-FMR se han sumado a la moda del .338 Lapua Magnum y han fabricado algunos de sus rifles también para este potente calibre. Tal es el caso también de la alemana DSR-Precision, cuyo modelo DSR-1 en calibre .338 LM está desde hace algunos meses a disposición de los tiradores de elite del GEI (Grupo Especial de Intervención) de la policía autonómica catalana.
Por lo general, el 8,60x70mm o .338 LM acepta cargas de entre 200 y 300 grains. Un cartucho de 250 grains con proyectil encamisado (FMJ) tiene una velocidad en boca de unos 915 metros/segundo, lo que nos da una idea de su tremenda potencia. Estas cifras, unidas a su alcance efectivo (por encima de los 1.000 metros), sitúan a este calibre entre los mejores colocados en lo que a tiro de precisión a larga distancia se refiere. Un cartucho con evidentes fines militares pero con un incuestionable atractivo para el tirador civil amante de las emociones fuertes.
.50 BMG - 12.7x99 mm
El calibre .50 BMG, más conocido en España como 12.70mm o 12.7x99mm, se ha convertido en el cartucho antimaterial por antonomasia. Aunque sus orígenes son prácticamente centenarios, el escenario más reciente donde tal vez mejor demostró su eficacia fue en la Guerra del Golfo de 1991. En aquel conflicto, el .50 BMG desarrolló un papel absolutamente protagonista, sobre todo en las campañas bélicas conocidas como "Desert Shield" y "Desert Storm". Gracias a la potencia y la precisión de este calibre, los tiradores selectos estadounidenses fueron capaces de inutilizar a los BMD iraquíes con disparos realizados desde distancias cercanas a una milla (1.600 metros).
Además de estos vehículos blindados, los soldados británicos del SAS, armados con rifles Barrett M82A1 del calibre .50, también pudieron destruir varios misiles Scud justo en el momento de su despegue. Y es que la potencia con la que se desenvuelve esta munición es capaz de acabar casi con cualquier objetivo, incluso con objetivos humanos, aunque evidentemente éste no sea su principal propósito.
Diseñado en los albores del siglo XX, el nacimiento de este cartucho está muy vinculado a la entrada en escena de la ametralladora Browning. De ahí lo de BMG, por Browning Machine Gun. Su creador, el genial John M. Browning, lo diseñó con un fin estrictamente militar, pensando en que podía convertirse en una excelente munición antiaérea. Y así fue, puesto que el Ejército estadounidense adoptó oficialmente la ametralladora Browning M2 del calibre .50 para equiparla en los aviones que intervinieron en la Primera Guerra Mundial. Vistos los resultados obtenidos, años más tarde, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el Departamento de Defensa estadounidense volvió a apostar por el binomio Browning M2 .50 BMG para ejercer como arma antiaérea y antivehículos.
Sin embargo, a pesar de estos comienzos ligados a las ametralladoras, la fama del calibre 12.7x99mm también está muy relacionada con el universo del francotirador. En este apartado juegan un papel trascendental Ronnie Barrett y sus rifles de alta precisión. Uno de los que más popularidad ha obtenido en las últimas décadas ha sido el M82 y todas sus posteriores variantes. Este fusil de cerrojo de origen estadounidense se alimenta con cartuchos del calibre .50 BMG y su uso está destinado principalmente a la eliminación de objetivos materiales. En este sentido, podría decirse que el rol del tirador de elite o sniper militar ha evolucionado gracias a la emergencia de este calibre, ya que desde hace algunos años, el francotirador ya no sólo tiene como objetivo la eliminación de un soldado del bando contrario, sino que ahora también puede suprimir otros objetivos materiales de notable interés, como pueden ser torres de repetición, vehículos de combate, depósitos de agua, etc.
Dentro de este ámbito de tiro de alta precisión, uno de los aspectos que más llama la atención de este potente calibre es su capacidad para hacer blanco a largas distancias. Se calcula que el .50 BMG puede actuar con cierta precisión en distancias superiores a 1.500 metros, aunque en algunas ocasiones muy puntuales, incluso la distancia crece notablemente. Este es el caso por ejemplo del popular disparo que realizó el cabo Rob Furlong, soldado del Ejército de Canadá, quien en plena guerra de Afganistán abatió a un talibán a 2.430 metros de distancia. Y lo hizo con un rifle McMillan TAC-50, un fusil sniper del calibre .50 BMG. De cualquier modo, se trata de un disparo excepcional, tanto por la distancia como por el hecho de que el .50 BMG no es el calibre más apropiado para estos menesteres.
Con el paso de los años, el 12.7x99mm se ha convertido en un calibre tremendamente versátil. Hoy en día podemos encontrarlo con una infinidad de proyectiles diferentes: bala común, trazadora, incendiaria, perforante, etc. Igualmente, un gran número de firmas internacionales se han lanzado a la fabricación de rifles diseñados para disparar esta poderosa munición. Como decíamos, una de las primeras que se atrevió a montar fusiles en este calibre fue la casa Barrett, a quien posteriormente siguieron otras compañías como la británica Accuracy International y su popular AW50, la austriaca Steyr y su .50 HS, la alemana DSR-Precision con su espectacular DRS 50, o la estadounidense ArmaLite y su AR-50.
Para concluir, conviene señalar que el 12.7x99mm es uno de los pocos calibres que se han fabricado en España. Ha sido a través de la Fábrica Nacional de Palencia, donde durante muchos años se ha producido munición de este calibre. Los cartuchos nacidos de esta planta resultan fácilmente reconocibles, pues llevan la inscripción FNP grabada en el culote de su vaina.
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