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miércoles, 25 de enero de 2017

Lucía , otra niña de 13 años se suicida víctima del bullying

Tenía sólo 13 años y se llamaba Lucía. Había denunciado ante diferentes autoridades educativas que sufría acoso escolar y el 10 de enero del 2017 su madre la encontró ahorcada en su cuarto ,fue en Aljucer,en una pedanía de la ciudad de Murcia. El caso se puso en manos del Grupo de Menores de la Policía Nacional, que no tenía ninguna denuncia previa y que comenzó a tomar declaración tanto a los familiares como a los profesores, compañeros y excompañeros de la fallecida para tratar de averiguar si detrás de este suicidio estuvo la persecución que denunció.

La adolescente era la hija única de una familia en Aljucer y fue incinerada el 12 de enero en el Tanatorio Arco Iris, a mitad camino entre el domicilio familiar y el instituto Ingeniero Juan de la Cierva de la vecina pedanía de Patiño, al sur de la ciudad. La menor decidió recientemente, junto a sus padres, pedir el traslado de ese centro al entender que sufría acoso escolar por parte de algunos de sus compañeros.

"GORDA Y FEA"

Unas prácticas que, según asegura el diario ‘La Opinión’, se había iniciado años antes en otro colegio. Al ser el de  Juan de la Cierva el instituto asignado para los centros de esa zona, volvió a coincidir con varios alumnos pese al cambio de ciclo. El diario recoge declaraciones de algunos de sus allegados que confirman que la chica se sentía acomplejada porque sus compañeros del antiguo instituto la llamaban “gorda y fea”.

Fuentes de la Consejería de Educación confirmaron que en el mes de mayo del 2016, la familia solicitó el cambio de centro y que después de eso, estudiaba en un instituto del centro de Murcia, el Licenciado Francisco Cascales, en el que al parecer ya no tenía problemas. Entre las diligencias policiales se encontraron  una carta de despedida que escribió la joven unas semanas antes de suicidarse. La misiva fue encontrada por una limpiadora de su nuevo centro, que se la entregó al director del centro y éste se la trasladó a los padres de la fallecida. A pesar del aviso, nadie consiguió evitar su muerte.

SEGUIMIENTO DEL CASO

Desde el departamento de Educación insistieron en que en el caso de Lucía “el protocolo se activó, se investigó y se tomaron decisiones en colaboración con la familia”. Además, precisan que tanto profesores como  alumnos "estuvieron implicados en apoyar y hacer un seguimiento de la chica, siempre contando con la colaboración y consideraciones de la familia".
El 12 de enero del 2017 lo que se activó fue el llamado ‘plan de duelo’ para comunicar el suceso a sus compañeros. Tras lamentar "enormemente" el fallecimiento de la joven, la consejería se puso a disposición de la policía y  ofreció su "máxima colaboración" con la investigación. "Ellos y la justicia son los encargados de determinar lo que ha pasó",recordaron.

Se trataba del segundo caso parecido en Murcia en menos de un mes, aunque en el anterior no se tuvo  que lamentar ningún fallecimiento. Apenas unas semanas antes del suicidio de Lucía García Peligros, un adolescente había anunciado su deseo de suicidarse por el bullying que sufría por parte de algunos de sus compañeros de un instituto de la capital por su condición de homosexual. El caso pasó a manos de la fiscalía de menores.

MURCIA, LA AUTONOMÍA CON MÁS ACOSO

En el mes de febrero del 2016, la ONG Save The Children lanzó la campaña ‘Yo a eso no juego’, que incluía un estudio sobre una macroencuesta a más de veinte mil jóvenes respecto a la situación del acoso escolar por comunidades autónomas y Murcia era la que más casos registró.

Un 11% de los encuestados reconoció haber sufrido ocasionalmente alguna situación de acoso, un porcentaje sólo igualado en Andalucía. Pero, además, la murciana es también la comunidad que registró más casos de bullying frecuente, con un 2’8%. Sólo las Islas Baleares llegan también al 2%.  La media estatal es del 8,1% en cuanto al acoso ocasional y de 1,2% en el frecuente.

Lucía tenía pánico a salir de casa ante la posibilidad de encontrarse con los compañeros que la hostigaban en clase. Lo cuentan su madre, María Peligros Menárguez, y su padre adoptivo, Joaquín García, que aseguran que los presuntos agresores «son vecinos del barrio».
Joaquín García cuenta emocionado que la niña «no bajaba al jardín a reunirse con los demás chiquillos desde mayo y no podía ir sola por las calles». «Incluso cuando iba con su madre por el pueblo, le agarraba fuerte de la mano por temor a verlos».

Lucía era una adolescente normal, amante de la cultura manga, y no se perdía ningún salón del cómic que se celebrara en Murcia. De mayor quería ser youtuber y trabajar en algo relacionado con las redes sociales. Quedaba con sus amigas en el centro de Murcia, a unos seis kilómetros de su vivienda familiar en la pedanía de Aljucer. La llevaban sus padres en coche. «Las dos chiquillas más cercanas venían siempre a casa, o ella iba a la suya», señala María Peligros Menárguez. La tarde del día 10 de enero del 2017, llamó a la puerta de la habitación de su hija. Al no obtener respuesta, abrió y se la encontró ahorcada.

Lucía comenzó a sufrir acoso a los 10 años, cuando estaba en Primaria. Los padres no le dieron importancia pensando que era cosa de críos. De adolescente comenzó un tratamiento psicológico en 2015, tras un episodio detectado por la madre. «Un día, al meter el bocadillo en su mochila, vi que tenía los de toda la semana y le dije que, al regresar del colegio, hablaríamos de eso», comenta la madre. Esa misma mañana, María Peligros Menárguez descubrió el relato angustioso del diario de su hija. Lucía había escrito que se encontraba sola, que estaba harta de ser la gorda. Estaba hundida.

La pesadilla del instituto

Cada mañana, el viaje en el autobús al antiguo instituto se convertía para la niña en una pesadilla porque se metían con ella durante todo el trayecto. La insultaban. La empujaban. «Quién se va a sentar con la gorda» era el saludo habitual, según les relató Lucía a sus padres.
Fue un domingo del  mes de mayo del 2016  cuando todo explotó. «'Mamá, no puedo más', me dijo Lucía entre lágrimas», afirma la madre, denunciando el «maltrato constante» al que le sometían «algunos compañeros» metiéndose con su aspecto, «llamándola gorda, fea, incluso con agresiones y empujones».
A pesar de toda la presión soportada, el rendimiento escolar fue bueno en todo momento. Lucía siempre había tenido un comportamiento ejemplar en clase. «Era una niña estudiosa, con buenas notas, pero tuvo la mala suerte de tener unos compañeros conflictivos que se metieron con ella desde la escuela hasta el instituto, hasta que no pudo más», dice la madre. 

El IES Juan de la Sierva relata que, cuando los padres de la niña pusieron en conocimiento que estaba sufriendo bullying, y se entrevistaron con ella, la menor contó que dos compañeros la llamaban «gorda, fea, loca y lechosa».
El centro insiste en que llamaron a los dos presuntos acosadores y ambos reconocieron los hechos. Uno de ellos «lo reconoce al instante», aunque el otro primero «dice que él no ha dicho nada, que sólo ha sido el otro». «Y, cuando le advertimos de que estamos seguros de que Lucía no miente, se pone a llorar y lo admite», detallan desde el IES.

Después se llamó a las familias de los dos acosadores confesos. Al padre del principal «le explicamos la situación, que Lucía lo está pasando mal, que hemos activado el protocolo de acoso y se advierte que, si la situación no cesa de raíz, abriríamos expediente disciplinario y lo enviaríamos a la Fiscalía de Menores», subraya el IES.

«Hay que reseñar que el niño dijo: 'Quiero pedirle perdón, porque me arrepiento y quiero que sea feliz y no me tenga miedo, lo siento'», se lee en el documento. Se le expulsó cinco días. Este menor, precisa el centro, «es un alumno de integración con discapacidad ligera. Ha sido criado por los tíos, porque los padres tenían retirada la custodia, aunque ahora, después de salir de la cárcel, la ha recuperado el padre, por lo que tiene una situación familiar totalmente desfavorable».
«Se le ha expulsado del instituto en varias ocasiones», reconocen desde el centro de Patiño.

En cuanto al segundo acosador confeso, «la reunión con sus padres fue muy tensa, pues no entendieron que se le abriera un protocolo de acoso por haber insultado alguna vez a Lucía». Este niño, por su parte, «no para de llorar, diciendo que no lo va a hacer más». Se le expulsó un día.

Desde el IES Juan de la Sierva detallan que a Lucía se le propuso participar «en el guión de una obra de teatro sobre el acoso escolar», con el fin de «crear un ambiente donde Lucía pudiera expresar sus sentimientos y aprender a defenderse».
No obstante, «la obra de teatro no se llegó a representar porque Lucía se cambió a otro instituto».
Cuando los padres insistieron en el cambio de centro, y pidieron un informe a ese IES para que la trasladen, la jefa de estudios les dijo «que a su hija se la ve bien en el instituto, que ya nos conoce, que el próximo curso iba a estar en un grupo donde pudiera sentirse más cómoda, tal y como habíamos hablado en reuniones anteriores». «Le informamos (al padre) de que desde el centro no podemos emitir ningún informe, que el procedimiento que hay que seguir es acudir a la Consejería y que desde la misma debían pedírnoslo a nosotros», reza el texto. Agrega que se hace así «por protocolo».

«Cuando desde la Consejería nos informaron de la solicitud de cambio de centro de manera inmediata, nos sorprendió mucho, porque pensábamos que el cambio de centro del que se había hablado era para el próximo curso y estábamos a 27 de mayo del 2016. Dimos nuestra aprobación, pues así lo quería la familia», apunta el documento del IES Juan de la Sierva.

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