En mayo del 1998, dos agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional,
un hombre y una mujer, recibieron el encargo de investigar la aparición
de unos huesos humanos, ocultos bajo unas ramas y malas hierbas, en el kilómetro 11 de la autovía de Castelldefels. Veinte años después, en mayo del 2018 ,
los dos policías hicieron un esfuerzo para desenterrar de la memoria aquel
caso. "El esqueleto estaba muy deteriorado por la acción de roedores. La
autopsia concluyó que era una mujer joven, quizá americana, que llevaba
muerta más de seis meses y que había fallecido violentamente. Existían
hendiduras de arma blanca, incluso en el cráneo, muy cerca del ojo. Junto a los huesos hallados en el Delta del Llobregat, aparecieron dos piezas de ropa, un top y unos 'shorts' de color amarillo.
Para los policías acabó resultando de gran ayuda que la víctima
usara una prótesis dental, que entregaron a un dentista. "Es
mala (concluyó el odontólogo al verla), dejaron de usarse en España
pero todavía las llevan algunos ciudadanos de América del Sur". Con aquella pista, los agentes se pusieron a buscar denuncias
de personas desaparecidas en Barcelona de origen sudamericano, y encontraron una que encajaba,se trataba de Nidia Rodríguez, con domicilio cerca de
la plaza de la Llibertat.
La familia de Nidia guardaba un vídeo VHS en el que ella miraba a la cámara y sonreía. En comisaría congelaron aquella sonrisa , ampliaron la imagen y superpusieron la prótesis dental. "Coincidía al 100%". Los huesos eran los de Nidia Rodríguez, que llevaba desaparecida desde el 5 de octubre de 1997, cuando su exnovio, Rafael Alberto Burgos, ciudadano de la República Dominicana residente en Barcelona, camarero de La Maison du Languedoc Roussillon, se presentó en casa y la engatusó para que le acompañara para entregarle los papeles del permiso de residencia que había negociado con su gestor. La mujer mordió el anzuelo y se marchó con él vistiendo solo lo que llevaba puesto encima, la ropa mencionada,el top y los 'shorts' amarillos. Nidia Rodríguez nació el 23 de octubre de 1965 en Colombia. Emigró a Barcelona a comienzos de los años noventa para reunirse con sus cuatro hermanas y sus padres, ya afincados en Catalunya. Llegó sin marido, pero con un hijo en cada mano, Jennifer, la mayor y Juan, el pequeño. Con formación de maestra de danza, encontró trabajo cuidando a ancianos en una residencia que estaba junto al puente de Vallcarca. El consulado colombiano la nombró responsable de las coreografías de las fiestas comunitarias. "Era tenaz, capaz de lograr todo lo que se propusiera", cuenta Jennifer, su hija, que conserva más recuerdos de ella que Juan. "Muy protectora con nosotros, no podía ser más cariñosa. Cuando enfermábamos nos llevaba a la residencia para cuidarnos durante la noche", explica con una sonrisa mientras Juan la observa con la cara de quien ha escuchado esa historia decenas de veces y sigue dudando si forma parte de ella. "Era el pegamento que unía a toda la familia", la bautiza Jennifer.
Cuando Nidia desapareció, Jennifer tenía 8 años y Juan 5. Su familia puso una denuncia y se cansó de esperar a que alguien se lo tomara en serio la tarea de encontrarla. Acabaron contratando a un detective privado que los enredó y al final llamaron a un programa de TV , eso despertó la atención de los medios de comunicación. "Venían cámaras al colegio y mis abuelos pensaron que sería mejor que regresárara en casa junto a Jennifer, su hermana. Nidia fue la que bajó, a ver qué quería Rafael. Aquella escena, la damos con ellos a Colombia", recuerda Jennifer. Todo comenzó cuando la tarde del 5 de octubre de 1997, el pequeño Juan descolgó el teléfono del interfono del portal del edificio y escuchó la voz de Rafael Alberto Burgos, el exnovio de su madre, y le preguntó si le había traído un huevo Kinder y Rafael respondió que sí, que bajara a buscarlo. Pero Nidia su madre, se lo impidió sujetándolo por el brazo y le ordenó que se quede su madre regañándole y descendiendo sola las escaleras del piso del barrio de Gràcia, Juan no la olvidará jamás. Se convirtió en una secuencia que recordaría en bucle para siempre y que solo llenaría de significado con el paso del tiempo. Pero aquella tarde del 5 de octubre de 1997 no entendió nada, porque tenía 5 años y porque todavía ignoraba que esa era la última vez que iba a ver a su madre.
La investigación de Homicidios, tras identificar el cadáver de Nidia en mayo de 1998, concluyó que la había asesinado su exnovio Rafael Alberto Burgos el dia 5 de octubre de 1997. Él fue también quien abandonó su cuerpo por la madrugada en la cuneta de la carretera, después, Rafael regresó a Barcelona y se curó en el CAP de Drassanes una herida en la mano que se hizo al acuchillar a Nidia enloquecido. A las 08.00 de la mañana entró en la agencia Viajes Interaméricas S.A., en la calle de la Diputació, compró un billete de avión que se imprimió a las 08.16 horas y ese mismo día, el 6 de octubre de 1997, voló a Estados Unidos.
Rafael se esfumó sin avisar a nadie, ni a su restaurante, incluso dejó su coche, un Seat 1200, mal aparcado en la calle de Muntaner. Cuando la policía comenzó a buscarlo, ya llevaba un año fugado. En el 2001 se interpuso una orden de detención internacional contra él y la causa, abierta en un juzgado de Gavà, cayó en un sueño profundo.
Tras algunos años en Colombia junto a sus abuelos, los niños Juan y Jennifer volvieron a Barcelona y la custodia saltó de una hermana de Nidia a otra, como un sobrepeso incómodo que caía encima de familias completas que mantenían el asesinato de Nidia como un tabú del que estaba prohibido hablar. "Intentaron hacerlo tan bien como supieron", les reconocen ellos, aunque no era lo mismo que estar con su madre.
"He confundido muchas veces a una mujer por la calle con mi madre", confesó Jennifer. "A mí también me ha pasado", añadió Juan. Ninguno de los dos presenció cómo enterraban los restos de Nidia porque estaban en Colombia con sus abuelos, tampoco hubo ningún asesino detenido por su muerte. Para ellos la ausencia de su madre y la huida de Rafael Alberto Burgos formaban parte únicamente de un relato que los adultos les transmitían a regañadientes. Había lagunas que a su edad, les permitían soñar que ella seguía viva. También para temer que algún día se pudieran topar con Rafael en un bar y preguntarse cómo reaccionarían. "De más pequeño, fantaseaba con vengar a mi madre como hacen los superhéroes", explicaba Juan. Pero ni su madre era ninguna de esas mujeres que veían por la calle ni se toparon jamás con Rafael. Y con el paso de los años, los dos hermanos asumieron que el ladrón que les "robó la vida" que habrían tenido junto a Nidia se había escapado para siempre.
Hasta que en agosto del 2016 una llamada de la Policía Nacional a los juzgados de Gavà, que pretendía aclarar qué órdenes de detención internacionales seguían activas, preguntaron por la de Rafael Alberto Burgos. La cuestión que saltó de funcionario en funcionario durante el mes de vacaciones, llegó a quien correspondía alterada y formulada en clave de enunciado erróneo, "Han detenido a Rafael Alberto Burgos", el malentendido forzó la reapertura de la causa y a la familia de Nidia Rodríguez se le asignó un abogado de oficio, Ignacio Pérez, que abrió el sumario y se quedó absorto y perplejo leyendo la historia de aquel crimen. Meses después el letrado coincidió en un congreso con un diplomático de la República Dominicana ( Rafael era dominicano ) y le explicó el caso de Nidia.
Este, tras escucharle, facilitó el contacto del enlace dominicano con la Interpol y a petición de Ignacio Pérez, el juzgado de Gavà solicitó al trabajador de la Interpol información sobre Rafael Alberto Burgos. Funcionó, ya que en la embajada dominicana de Nueva York constaba una dirección del exnovio de Nidia, que trabajaba como ayudante de cocina en un restaurante de la Quinta Avenida, junto a la torre Trump. El juez de Gavá ordenó el arresto y la policía americana se presentó en su casa y lo encontró. Rafael fue extraditado a España el verano del 2017,justo a tiempo ya que de haberse cumplido los 20 años desde que murió Nidia, Rafael hubiera sido intocable.
Actualmente en junio del 2018, Rafael espera en prisión preventiva la celebración del juicio por el asesinato de Nidia Rodríguez, dice que se declara inocente y culpa a unos proxenetas colombianos. Jennifer y Juan comparten ahora piso en el centro de Barcelona. Ella encontró trabajo de administradora en una inmobiliaria. Él cuida a ancianos, como hacía su madre.
La familia de Nidia guardaba un vídeo VHS en el que ella miraba a la cámara y sonreía. En comisaría congelaron aquella sonrisa , ampliaron la imagen y superpusieron la prótesis dental. "Coincidía al 100%". Los huesos eran los de Nidia Rodríguez, que llevaba desaparecida desde el 5 de octubre de 1997, cuando su exnovio, Rafael Alberto Burgos, ciudadano de la República Dominicana residente en Barcelona, camarero de La Maison du Languedoc Roussillon, se presentó en casa y la engatusó para que le acompañara para entregarle los papeles del permiso de residencia que había negociado con su gestor. La mujer mordió el anzuelo y se marchó con él vistiendo solo lo que llevaba puesto encima, la ropa mencionada,el top y los 'shorts' amarillos. Nidia Rodríguez nació el 23 de octubre de 1965 en Colombia. Emigró a Barcelona a comienzos de los años noventa para reunirse con sus cuatro hermanas y sus padres, ya afincados en Catalunya. Llegó sin marido, pero con un hijo en cada mano, Jennifer, la mayor y Juan, el pequeño. Con formación de maestra de danza, encontró trabajo cuidando a ancianos en una residencia que estaba junto al puente de Vallcarca. El consulado colombiano la nombró responsable de las coreografías de las fiestas comunitarias. "Era tenaz, capaz de lograr todo lo que se propusiera", cuenta Jennifer, su hija, que conserva más recuerdos de ella que Juan. "Muy protectora con nosotros, no podía ser más cariñosa. Cuando enfermábamos nos llevaba a la residencia para cuidarnos durante la noche", explica con una sonrisa mientras Juan la observa con la cara de quien ha escuchado esa historia decenas de veces y sigue dudando si forma parte de ella. "Era el pegamento que unía a toda la familia", la bautiza Jennifer.
Cuando Nidia desapareció, Jennifer tenía 8 años y Juan 5. Su familia puso una denuncia y se cansó de esperar a que alguien se lo tomara en serio la tarea de encontrarla. Acabaron contratando a un detective privado que los enredó y al final llamaron a un programa de TV , eso despertó la atención de los medios de comunicación. "Venían cámaras al colegio y mis abuelos pensaron que sería mejor que regresárara en casa junto a Jennifer, su hermana. Nidia fue la que bajó, a ver qué quería Rafael. Aquella escena, la damos con ellos a Colombia", recuerda Jennifer. Todo comenzó cuando la tarde del 5 de octubre de 1997, el pequeño Juan descolgó el teléfono del interfono del portal del edificio y escuchó la voz de Rafael Alberto Burgos, el exnovio de su madre, y le preguntó si le había traído un huevo Kinder y Rafael respondió que sí, que bajara a buscarlo. Pero Nidia su madre, se lo impidió sujetándolo por el brazo y le ordenó que se quede su madre regañándole y descendiendo sola las escaleras del piso del barrio de Gràcia, Juan no la olvidará jamás. Se convirtió en una secuencia que recordaría en bucle para siempre y que solo llenaría de significado con el paso del tiempo. Pero aquella tarde del 5 de octubre de 1997 no entendió nada, porque tenía 5 años y porque todavía ignoraba que esa era la última vez que iba a ver a su madre.
La investigación de Homicidios, tras identificar el cadáver de Nidia en mayo de 1998, concluyó que la había asesinado su exnovio Rafael Alberto Burgos el dia 5 de octubre de 1997. Él fue también quien abandonó su cuerpo por la madrugada en la cuneta de la carretera, después, Rafael regresó a Barcelona y se curó en el CAP de Drassanes una herida en la mano que se hizo al acuchillar a Nidia enloquecido. A las 08.00 de la mañana entró en la agencia Viajes Interaméricas S.A., en la calle de la Diputació, compró un billete de avión que se imprimió a las 08.16 horas y ese mismo día, el 6 de octubre de 1997, voló a Estados Unidos.
Rafael se esfumó sin avisar a nadie, ni a su restaurante, incluso dejó su coche, un Seat 1200, mal aparcado en la calle de Muntaner. Cuando la policía comenzó a buscarlo, ya llevaba un año fugado. En el 2001 se interpuso una orden de detención internacional contra él y la causa, abierta en un juzgado de Gavà, cayó en un sueño profundo.
Tras algunos años en Colombia junto a sus abuelos, los niños Juan y Jennifer volvieron a Barcelona y la custodia saltó de una hermana de Nidia a otra, como un sobrepeso incómodo que caía encima de familias completas que mantenían el asesinato de Nidia como un tabú del que estaba prohibido hablar. "Intentaron hacerlo tan bien como supieron", les reconocen ellos, aunque no era lo mismo que estar con su madre.
"He confundido muchas veces a una mujer por la calle con mi madre", confesó Jennifer. "A mí también me ha pasado", añadió Juan. Ninguno de los dos presenció cómo enterraban los restos de Nidia porque estaban en Colombia con sus abuelos, tampoco hubo ningún asesino detenido por su muerte. Para ellos la ausencia de su madre y la huida de Rafael Alberto Burgos formaban parte únicamente de un relato que los adultos les transmitían a regañadientes. Había lagunas que a su edad, les permitían soñar que ella seguía viva. También para temer que algún día se pudieran topar con Rafael en un bar y preguntarse cómo reaccionarían. "De más pequeño, fantaseaba con vengar a mi madre como hacen los superhéroes", explicaba Juan. Pero ni su madre era ninguna de esas mujeres que veían por la calle ni se toparon jamás con Rafael. Y con el paso de los años, los dos hermanos asumieron que el ladrón que les "robó la vida" que habrían tenido junto a Nidia se había escapado para siempre.
Hasta que en agosto del 2016 una llamada de la Policía Nacional a los juzgados de Gavà, que pretendía aclarar qué órdenes de detención internacionales seguían activas, preguntaron por la de Rafael Alberto Burgos. La cuestión que saltó de funcionario en funcionario durante el mes de vacaciones, llegó a quien correspondía alterada y formulada en clave de enunciado erróneo, "Han detenido a Rafael Alberto Burgos", el malentendido forzó la reapertura de la causa y a la familia de Nidia Rodríguez se le asignó un abogado de oficio, Ignacio Pérez, que abrió el sumario y se quedó absorto y perplejo leyendo la historia de aquel crimen. Meses después el letrado coincidió en un congreso con un diplomático de la República Dominicana ( Rafael era dominicano ) y le explicó el caso de Nidia.
Este, tras escucharle, facilitó el contacto del enlace dominicano con la Interpol y a petición de Ignacio Pérez, el juzgado de Gavà solicitó al trabajador de la Interpol información sobre Rafael Alberto Burgos. Funcionó, ya que en la embajada dominicana de Nueva York constaba una dirección del exnovio de Nidia, que trabajaba como ayudante de cocina en un restaurante de la Quinta Avenida, junto a la torre Trump. El juez de Gavá ordenó el arresto y la policía americana se presentó en su casa y lo encontró. Rafael fue extraditado a España el verano del 2017,justo a tiempo ya que de haberse cumplido los 20 años desde que murió Nidia, Rafael hubiera sido intocable.
Actualmente en junio del 2018, Rafael espera en prisión preventiva la celebración del juicio por el asesinato de Nidia Rodríguez, dice que se declara inocente y culpa a unos proxenetas colombianos. Jennifer y Juan comparten ahora piso en el centro de Barcelona. Ella encontró trabajo de administradora en una inmobiliaria. Él cuida a ancianos, como hacía su madre.
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