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sábado, 21 de agosto de 2021

Ana Eva Guasch, Asesinada con su Lámpara?

 

Ana Eva Guasch Melis abrió la puerta de su vivienda en la madrugada, amaneciendo , alrededor de las 6 de la mañana del día 21 de octubre del año 2001 a una persona conocida, ésta persona la asesinó, así lo corroboran las reconstrucciones de los hechos cuando afirman que la puerta de entrada no fue forzada. Si en esa hora tan temprana, Ana Eva Guasch dejó pasar a alguien, evidencia que ella conocía a quien dejaba entrar en su domicilio. Las hipótesis apuntalan en base a que únicamente faltaron de su casa sólo tres cosas; 

1- Una lámpara de mesita de noche. 

2- Una colcha de cama.

3- Un ordenador.

Todo podría indicar que a la vez que también se hallaron muestras de sangre de Ana Eva Guasch en algunas de las baldosas de la casa, así como al lado donde tenía su sofá cama y en más ubicaciones diferentes de un pasillo, ella fue golpeada con la lámpara, que a su vez sería el objeto que le haría sangrar, después envuelta en la colcha para ocultarla y para su posterior traslado y finalmente deshacerse de su ordenador para borrar cualquier indicio o posibles direcciones de gente cercana a ella, fotografías y más datos.

Como de alguna forma tuvieron que salir de allí por la puerta, nadie vió nada? Y las cámaras de los negocios cercanos o de la calle ? , no hubo sospechas si alguna persona vió como la sacaban de la casa? Los vecinos aseguran que no oyeron nada esa mañana.  También tiempo después se registraron los aljibes que había bajo la vivienda y no había rastro alguno de Ana Eva Guasch.Analizaron una tarjeta que perteneció  al amigo argentino sospechoso, resultó ser de un negocio ubicado en Argentina, nada relevante a pesar que fue inspeccionado todo ese detalle.


"Un par de amigas quedamos con ella sobre las diez de la noche del 20 de octubre del 2001 para ir juntas hacia la  casa de un amigo común que celebraba su cumpleaños. Cenamos juntos, unas quince o veinte personas. Algunos de sus amigos estuvieron hablando con Ana Eva durante el transcurso de la cena. Al principio se encontraba un poco cansada, pero se fue animando cada vez más. Sobre la una nos pusimos todos a bailar. Ella estaba como siempre, muy animada. Sobre las cuatro, parte de la fiesta, incluida ella, nos fuimos hacia el Paseo Marítimo para continuar bailando, y allí permanecimos una hora más o menos. A las cinco y media decidimos irnos a casa a dormir y Ana Eva, que llevaba su coche, acompañó a una amiga y al novio de ésta a sus casas y después se marchó hacia la suya, después sería cuando ella recibió la visita de esa persona a la que dejó pasar a la casa y que  ocasionase el suceso que a todos nos inquieta y del que nos hace que perdiéramos la pista de Ana Eva".

Licenciada en Filología Hispánica, llevaba dos años dando clases de Lengua en el colegio Santa Mónica en Palma de Mallorca. Un año antes había dejado la casa de sus padres y había alquilado un piso antiguo, en la calle Aragón. Sus amigas recordaban que estaba feliz con su recién estrenada independencia. Durante varios años había mantenido un noviazgo con un joven, pero habían roto poco antes. Ella había iniciado una relación con otro chico, aunque todavía no era nada formal, hasta el punto de que algunas de sus mejores amigas lo desconocían.


Al día siguiente de aquella noche de fiesta, varias amigas van a su casa a tomar café, como habían quedado. Nadie les abre, pero no se preocupan en exceso. No es hasta el día siguiente, cuando no acude a trabajar,y es cuando suenan las alarmas. Era algo completamente inaudito en ella. Los familiares entran en el piso y lo encuentran todo en perfecto orden, sin el menor indicio de violencia. La denuncia de desaparición llega al Grupo de Homicidios de la Jefatura, cuya dirección acababa de ser asumida por el inspector José Gómez, actualmente en prisión tras ser condenado por el caso Son Banya. "Aquella primera fase de la investigación se hizo muy mal", explica un policía, "aunque eso no significa que si se hubiera hecho mejor, el caso se hubiera resuelto". De cualquier manera, durante los primeros meses la Policía trabajó con la hipótesis de que se trataba de una desaparición voluntaria, que Ana Eva se había marchado sin dar explicación por un motivo oculto. Incluso se comentó que podía haber sido captada por una secta.

No fue hasta que los amigos de la joven comenzaron una campaña de presión, que cambió el enfoque policial. Con las nuevas pesquisas aparecen nuevas revelaciones, y se descubre entonces la relación que mantenía con un joven argentino. Este hombre es detenido e interrogado en la Jefatura, pero él mantiene que no tiene nada que ver con la desaparición. La falta de pruebas obliga a dejarle en libertad.

Mientras tanto, los amigos de Ana Eva se han organizado. Crean una asociación, recogen firmas, aparecen con frecuencia en la prensa, se entrevistan con el Defensor del Pueblo, reclaman más medios y ya no se muerden la lengua a la hora de criticar los fallos iniciales en la investigación. Alcanzan su momento culminante en febrero de 2003, con la organización de una multitudinaria concentración en la plaza de Cort para reclamar más recursos a la investigación de casos de personas desaparecidas.



Todo inútil. En los años siguientes, el caso ha tenido un carácter prioritario para la Policía. Los investigadores de Homicidios mantuvieron una estrecha vigilancia sobre el sospechoso durante meses, que en 2004 volvió a ser detenido para declarar ante el juez como imputado. Volvió a quedar libre y  regresó a Argentina.

La vieja finca donde vivía la joven fue derribada hace varios años. En su lugar se levanta un moderno edificio de pisos.

"Toda la familia la tenemos presente", comentaba Amanda Guasch, prima de la desaparecida. "Pero cuando nos reunimos, intentamos no hablar de ella. Sabemos que no hay ninguna novedad, y al final parece que solo sirve para reavivar el dolor que sentimos".

El piso estaba ubicado en el número 79 de la calle Aragón de Palma. Se trataba de una construcción antigua, levantada en los años cincuenta, y que Ana Eva alquiló en el año 2000 por un módico precio. Por entonces la maestra todavía estaba unida sentimentalmente a su novio «de toda la vida», del que los vecinos guardan un grato recuerdo. Luego, la filóloga rompió la relación, pero siguió viviendo sola en aquel inmueble donde entró por última vez en la madrugada del 21 de octubre de 2001. Cuando salió, posiblemente ya lo hizo muerta.

El piso permaneció cerrado medio año y en abril del año 2003, aproximadamente, dos hombres lo alquilaron de nuevo. Los amigos de la profesora estaban dispuestos a seguir pagando la renta mensual con tal de que se quedara como ella lo había dejado, sobre todo por si aparecían pruebas. Sin embargo, la policía autorizó la operación y desde entonces el segundo piso estuvo de nuevo ocupado. El viernes siguiente por la tarde, a las 16.00 horas, ocho agentes «especiales» se presentaron en el inmueble y, provistos de cámaras y aparatos con la más avanzada tecnología, iniciaron un registro que se prolongó durante tres horas. Sobre el suelo y las paredes arrojaron un líquido blanquecino y luego, con disparos de «flash», buscaron restos de sangre, pelos o indicios orgánicos. El inmueble tiene unos 100 metros cuadrados, pero mal distribuidos, lo que le confiere un aspecto más agobiante. En un angosto pasillo que conduce al comedor los agentes encontraron cuatro «arañazos» por encima del rodapié, que fueron analizados de forma meticulosa. A tres metros, en el comedor, también hallaron «algo» significativo, ya que todos los trabajos los centraron en unas baldosas «manchadas» en una esquina, junto a un enchufe. Se da la circunstancia de que Ana Eva, para aislarse del ruido de la calle Aragón, había trasladado su dormitorio a una sala y su cama, por tanto, estaba ubicada junto a ese enchufe. Las baldosas, viejas y desencajadas, también parece que guardaron información importante sobre lo ocurrido esa noche, ya que los especialistas policiales levantaron algunas y extrajeron minuciosamente restos que fueron analizados en un laboratorio de Madrid.



Los dos varones que ocuparon el inmueble , ( quienes se mantienen en el anonimato), recordaron un dato curioso: un año después de la misteriosa desaparición un individuo moreno y de elevada estatura acudió a visitar a uno de los hombres en el bar en el que trabajaba. Sabía que era el nuevo inquilino de la ex casa de Ana Eva y le espetó: «¿Ha encontrado algo raro en el piso?». El desconocido no era ni policía ni periodista y tenía mucho interés en el caso. Quién era ese hombre y por qué tanto interés?.

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