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sábado, 2 de noviembre de 2024
DANA en Valencia, Factores Que Provoca una Tragedia
A lo largo de la historia se han sucedido muchas catástrofes, tragedias y hecatombes, pero ninguna hasta ahora había sucedido con tanta crueldad en la provincia española de Valencia, al sureste del país. La sucesión de formación de tornados es una noticia inaudita, un fenómeno más propio de tierras texanas en Estados Unidos que en el litoral mediterráneo, pero nosotros las personas no somos capaces de comprender del por qué sucedió?, cómo evitar o al menos que cuando suceda sea lo menos dañino posible?.
He aquí tres factores fundamentales por las cuales estos fenómenos meteorológicos se pueden formar y cómo una DANA puede llegar a golpear como lo ha hecho en Valencia este mes de octubre de 2024.
La Deforestación
Tan solo en los últimos 13 años, la deforestación ha arrasado 43 millones de hectáreas en todo el mundo, acabando con bosques y selvas de forma masiva y causando un inmenso daño a la calidad de los suelos. Los bosques todavía cubren alrededor del 30 por ciento de las regiones del mundo, pero franjas del tamaño de Panamá se pierden indefectiblemente cada año. Son las cifras del último informe Frentes de deforestación; causas y respuestas en un mundo cambiante que publicó la ONG WWF en 2021, que analiza 24 lugares que tienen una concentración significativa de puntos críticos de deforestación y donde grandes áreas de bosque remanente están amenazadas.
Según esta organización, España provoca la deforestación de 32 900 hectáreas de selva cada año y la Unión Europea es responsable del 16 por ciento de la deforestación tropical importada, es decir, aquella que provoca la tala de árboles fuera de nuestras fronteras. A este ritmo, las selvas tropicales y los bosques pluviales podrían desaparecer completamente dentro de 100 años si continúa el ritmo actual de deforestación. Según un estudio de 2023 que ha usado datos por satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) el cambio climático, la degradación de los bosques y la deforestación están provocando que que mucho del carbono almacenado se libere de nuevo a la atmósfera, sobre todo en las zonas tropicales húmedas.
"Quedan solamente ocho años para alcanzar las metas globales de detener y revertir la deforestación antes de 2030. A pesar de las claras señales, ninguno de los indicadores globales va por buen camino para alcanzar las metas para 2030 de detener la pérdida y degradación de bosques y restaurar 350 millones de hectáreas de paisajes forestales", avisaba en octubre de 2022 Forest Declaration Assessment, una organización civil para evaluar la consecución de los objetivos forestales globales, en su informe Evaluación de la Declaración sobre los Bosques. "A fin de estar en curso para detener la deforestación completamente antes de 2030, se necesita una reducción anual de 10 por ciento. No obstante, las tasas de deforestación en todo el mundo se redujeron solo de manera modesta en 2021, en un 6,3 por ciento, en comparación con la línea base de 2018-20", continuaba la organización en el resumen ejecutivo del informe.
El estudio del que informa la ESA, publicado en marzo de 2023 en la revista Nature y dirigido por la Universidad de Bristol (Reino Unido) y el Instituto para la Investigación Espacial de Brasil (INPE) mostró como los bosques degradados y el crecimiento de bosques secundarios en áreas previamente deforestadas están quitando al año al menos 107 millones de toneladas de carbono de la atmósfera a lo largo de los Trópicos.
Además, en 2024, un estudio internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Forestal de Nanjing (China) señala que la deforestación amenaza la biodiversidad y el funcionamiento del suelo a escala mundial. “Sabemos que la deforestación afecta a la biodiversidad de plantas y animales, pero entendemos mucho menos cómo los cambios en bosques nativos afectan a la biodiversidad y el funcionamiento del microbioma del suelo” indicó Manuel Delgado-Baquerizo, investigador del CSIC que lidera el BioFunLab en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla.
Los Chemtrails
La palabra inglesa chemtrail proviene de la abreviación de las voces inglesas Chemical y trail, las cuales se traducen literalmente al español como estela química y las personas afirman que forman parte de un plan que pretende modificar el clima, provocar enfermedades, controlar la natalidad o directamente acabar con la humanidad.
En una encuesta internacional realizada hace unos años, en 2011, casi el 17% de las personas preguntadas afirmaron creer en la existencia de un Programa Atmosférico Secreto a Gran Escala –SLAP por sus siglas en inglés- a la cual se le conoce comúnmente geoingeniería encubierta, y que ha dado lugar a la creencia y a la pretensión de mostrar la evidencia científica de una fumigación química generalizada vinculada a impactos negativos en la salud humana o el medio ambiente.
Los motores de los aviones emiten vapor de agua, dióxido de carbono y pequeñas cantidades de óxidos de nitrógeno (NOx). También hidrocarburos, monóxido de carbono, gases de azufre y partículas de hollín y metal formadas por la combustión a alta temperatura del combustible de avión durante el vuelo. Pero en realidad, de entre todos estos gases emitidos, tan solo se necesita vapor de agua para la formación de una estela de condensación. Los gases de azufre también son de potencial interés, ya que conducen a la formación de pequeñas partículas. Todas las demás emisiones de los motores, se consideran no esenciales para la formación de estelas.
Tras la formación inicial de hielo, una estela de condensación puede evolucionar de 2 maneras diferentes dependiendo de la humedad circundante.
Si esta es baja, la estela tendrá una vida corta. Las partículas de hielo recién formadas se evaporarán rápidamente a medida que los gases de escape se mezclan completamente en la atmósfera circundante. La estela en forma de línea resultante se extenderá solo a una corta distancia detrás de la aeronave.
Por el contrario, si la humedad es alta, la estela será persistente. Las partículas de hielo recién formadas continuarán creciendo en tamaño al tomar agua de la atmósfera circundante. En estos casos, la estelas resultantes pueden extenderse a grandes distancias detrás de un avión. También pueden durar horas mientras crecen hasta varios kilómetros de ancho y hasta los 200 y 400 metros de altura. Esto es debido a que las estelas se propagan debido a la turbulencia del aire creada por el paso de las aeronaves, las diferencias en la velocidad en el viento y los efectos del calentamiento solar, como consecuencia la disipación de nubes y masas nubosas.
Contaminación Marina
Dependemos de los océanos. Incluso las personas que viven tierra adentro necesitan la regulación del clima que realizan o su capacidad de absorber CO2. Además de ser fuente de alimento para todos y constituir una importante reserva biológica. Sin embargo, se enfrentan a graves riesgos y la lista de las principales causas de la contaminación marina no para de crecer.
El sustancial incremento de desechos que la aceleración productiva de la sociedad industrial ha producido ha sido imposible de asimilar por los océanos y cada día la contaminación marina es más grave.
La introducción en los mares y océanos de sustancias nocivas, que no son habituales en los ecosistemas marinos, desde la costa al mar abierto, derivados de la actividad humana.
La principal causa de la contaminación marina está en la actividad humana, en nuestra forma de vida y de consumo. Entre los mayores contaminantes están los plaguicidas, fertilizantes, detergentes, aguas residuales, hidrocarburos y, el principal, los plásticos.
Estos representan el 85% del total de los contaminantes marinos y se estima que, cada año, llegan al mar y a los océanos más de 11 millones de toneladas de plásticos. Si no se hace nada para remediarlo, para 2040, esta cantidad podría triplicarse.
El agua de los ríos arrastra hasta los océanos herbicidas, plaguicidas o fertilizantes utilizados en la agricultura, que acaban llegando a mar abierto y depositándose en sus fondos.
Estos agentes contaminantes son ingeridos por los peces y otros animales marinos y acaban llegando al ser humano a través de la pesca. Pero no solo existe el peligro de que se incorporen a la cadena alimentaria y acaben dañando nuestra salud, tienen también otras dañinas consecuencias.
La incorporación a través de los fertilizantes de grandes cantidades de nutrientes al agua marina produce una proliferación de plantas y microorganismos que provocan la anoxia en el agua.
Es decir, acaban consumiendo todo el oxígeno del agua y ‘tapando’ toda la superficie marina, impidiendo que pasen los rayos del sol que necesitan algunas especies vegetales. Este proceso se conoce como eutrofización y da un aspecto de aguas putrefactas a la zona en la que se produce.
También las sustancias tóxicas que se producen en los procesos industriales acaban contaminando el mar. Todavía se encuentran vestigios de bifenilos policlorados (PCB, por sus siglas en inglés), que ahora están prohibidos pero que antes aparecían en los equipos eléctricos, en los tejidos adiposos de las orcas. Este hecho podría ser una causa del descenso de sus poblaciones.
Igualmente se ha encontrado cadmio, plomo o mercurio y metilmercurio en las aguas, que es absorbido por el plancton marino.
La consecuencia es que esos metales llegan a los peces, como el atún, el salmón o el pez espada, donde se acumulan y por tanto entran en la cadena alimentaria. En ellos se han encontrado importantes cantidades de estas sustancias, que acaban llegando a las personas al consumirlos.
Jabones y detergentes son sustancias difíciles de eliminar del agua y, una vez llegan a mar abierto, esta contaminación marina es la causa de la muerte de muchas especies, por lo que suponen un grave daño a la biodiversidad marina.
Todos hemos sufrido con las tortugas marinas, delfines o aves atrapados por redes de pesca o anilla de plástico que les impedían moverse o incluso comer. Pero no es ese el mayor problema que genera en los océanos, sino la llegada de plásticos y microplásticos a través de las aguas residuales, las escorrentías o llevados por el viento.
Hasta un 98% de los microplásticos primarios que acaban en los océanos tienen su origen en de actividades terrestres. Apenas el 2% proviene de actividades que se realicen en el mar.
La presencia de microplásticos es cada vez mayor. Estudios realizados sobre el mar Mediterráneo afirman que los plásticos suponen el 95% de los residuos en mar abierto y en las playas. El plástico también llega a los fondos marinos: en el año 1998 se descubrió una bolsa de plástico a 10.898 metros de profundidad, en la fosa de las Marianas.
«Se calcula que en nuestros mares hay 51 billones de partículas de microplásticos, un 11% del total de los desechos plásticos. Están prácticamente en todos sitios, ropa, comida, productos de higiene, cigarrillos, etc. Una vez liberados, debido a su pequeño tamaño, no pueden recuperarse y llegan a los océanos.
Barcos mercantes, pesqueros, lanchas, cruceros, naves de recreo y otros medios de transporte marítimos en ocasiones provocan derrames de combustibles que generan una contaminación marina muy dañina y difícil de combatir. En el caso de grandes vertidos tras algún accidente, las áreas afectadas pueden tardar años en regenerarse.
Las aguas residuales son las generadas en los hogares, la industria y los servicios y a nivel global, casi el 80% de ellas, se vierten sin tratamiento. Aunque la ley obliga a su depuración no siempre se realiza, o no se hace de la manera adecuada, por lo que elementos muy tóxicos pueden acabar llegando a los mares.
Además, aunque este tratamiento depurativo se realice correctamente, no puede eliminar residuos como los de los medicamentos, que al llegar a las especies marinas acaban contaminándolas y afectando a su metabolismo, en el que incluso pueden generar graves disfunciones.
El barranco del Poyo no suele llevar agua, pero el martes 29 de octubre llegó a mover cerca de 2.300 metros cúbicos por segundo en algunos puntos. La crecida repentina a lo largo de este curso de agua, provocada por las lluvias torrenciales que horas antes habían tenido lugar cauce arriba, se convirtió en una trampa para miles de personas que regresaban a sus casas o salían de trabajar en los municipios de Catarroja, Paiporta, Sedaví o Torrent, en el área metropolitana de Valencia. Las consecuencias dramáticas son, a estas horas, de sobra conocidas: cerca de un centenar de muertos, decenas de desaparecidos y destrucción de viviendas e infraestructuras.
Detrás de la tragedia, un fenómeno meteorológico conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) o, aunque es un término en desuso, gota fría. Un fenómeno asociado a lluvias torrenciales del que la Agencia Estatal de Meterología (AEMET) llevaba alertando una semana.
Los primeros pronósticos de la agencia de meteorología llegaron el miércoles 23, seis días antes del desastre, aunque es cierto que reconocían un nivel de incertidumbre alto. Después llegarían una nota informativa y varios avisos especiales que señalaban la elevada probabilidad de fenómenos adversos a partir del lunes 28 en Murcia y la Comunitat Valenciana, con especial atención al martes 29. El mismo lunes se volvió a repetir el aviso, elevando los pronósticos de la cantidad de lluvia que podía caer. Así, llegamos al propio día 29.
A las 11:30, se desborda el barranco de Chiva, cuyas aguas confluyen con las de otras ramblas y barrancos en el barranco del Poyo, también conocido como barranco de Torrent.
A las 13:00, el presidente de la Generalitat Valenciana , Carlos Mazón, anuncia que lo peor ha pasado y que la intensidad de la DANA disminuirá en las horas siguientes. Pero los peores efectos de las precipitaciones en la parte alta de los cauces estaban todavía por llegar.
A las 18:30, el barranco del Poyo se desborda e inunda los municipios de Torrent, Picanya, Paiporta, Benetússer, Sedaví, Massanassa y Catarroja, que acumulan la mayoría de víctimas. A su paso arrasa también con puentes y otras infraestructuras.
A las 20:12, cuando miles de personas tienen ya el agua al cuello, la Generalitat lanza una alerta masiva por SMS pidiendo a la población de la provincia de Valencia que evite salir de casa y hacer desplazamientos. Un despropósito descomunal.
Las lluvias torrenciales asociadas a la DANA han sido un 12% más intensas y el doble de probables en un planeta con cambio climático que en uno con un clima preindustrial, según el primer análisis del World Weather Attribution (WWA). Más allá del caso concreto, los expertos coinciden en que, en un contexto de cambio climático, este tipo de fenómenos de lluvias intensas están pasando de ser poco habituales a ser cada vez más frecuentes e intensos. Su potencial de destrucción es alto, pero el daño que causen depende en gran medida de lo preparados que estemos para hacerles frente. Es decir, de la prevención y la adaptación a la nueva realidad climática.
En este punto, los sistemas de alerta temprana son fundamentales. De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, los daños provocados por desastres naturales se reducen un 30% (de media) cuando se lanza un aviso a la población con al menos 24 horas de antelación. Estos sistemas deben estar compuestos por un equipo con buen conocimiento sobre el riesgo de los desastres más habituales en la zona, un equipo dedicado a la detección, el seguimiento, el análisis y la previsión, un equipo enfocado en la difusión y la comunicación de alertas y en una estrategia efectiva de preparación y respuesta. Con los datos preliminares sobre la mesa, poco de esto se cumplió en el desastre de Valencia.
La AEMET informó con tiempo (empezó con casi una semana de antelación) de la probable llegada de fuertes lluvias, pero los avisos naranjas y rojos llegaron poco antes de que empezasen las lluvias. Además, esto no se tradujo en avisos sobre los riesgos de inundación en la parte baja de los cauces (que se desbordaron a pesar de que en estos sitios apenas llovía). La primera alerta por riadas llega el mismo día 29, pasado el mediodía. Esta se reproduce en los medios de comunicación y en las redes sociales, pero el aviso masivo no llega hasta bastante más tarde. Cuando la Agencia de Seguridad y Emergencias, dependiente de la Conselleria de Justicia, decide mandar los SMS, la mayor parte del daño estaba ya hecha. Tal como señalaba ayer el jefe de Climatología de AEMET en la Comunitat Valenciana, José Ángel Núñez: «no sé qué ha podido fallar, pero es inaceptable que esto ocurra en 2024».
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