sábado, 30 de junio de 2018

El Crímen de la Mancuerna

Los vecinos de María Luisa Perún, la mujer que murió a manos de su hijo en febrero del 2013 en Palma, describieron para el jurado popular el «infierno» de «agresiones y humillaciones» que vivió la víctima durante sus últimos años de vida.
Varios testigos aseguraron que la mujer les contó los malos tratos físicos y psicológicos a los que la sometían tanto su hijo, Antonio Llompart Perún, de 20 años, como su marido, Antonio Llompart Mora, de 81.
El retrato más duro fue el del joven, al que la mujer se refería como «un monstruo». «Vi varias veces cómo le pegaba. A mí me golpeó y me dejó inconsciente, y llegó a clavarme unas tijeras en el brazo», contó una exnovia suya. Los forenses, por su parte, explicaron que María Luisa Perún falleció tras recibir nueve golpes en la cabeza, tres de ellos con una mancuerna cuando estaba en el suelo, tras lo que fue estrangulada.
La exnovia de Antonio Llompart Perún, con quien tuvo un hijo, ofreció entre sollozos un desgarrador relato de los malos tratos a los que el joven sometió tanto a su madre como a ella misma durante los meses que estuvieron juntos. «Vi varias veces cómo le pegaba. Un día estábamos en el cuarto Antonio y yo, que entonces estaba embarazada. Su madre entró con nombres para la niña anotados en un papel. Hizo un comentario, Antonio se enfadó y le dio un puñetazo en la cara. Me quedé alucinada y le di un empujón. Entonces empezó a pegarme puñetazos. Al caer me di con la cabeza en la cama y me quedé inconsciente», relató la joven muy emocionada.

 Los malos tratos de Antonio Llompart Perún a su madre eran constantes. «Ella me contaba que su hijo era un monstruo con ella y que el padre se limitaba a decirle “algo habrás hecho”. No se sentía valorada en esa casa», afirmó la expareja del procesado. «A mí un día me clavó unas tijeras en el brazo al descubrir que hablaba con gente en una red social», añadió.
La chica explicó cómo ella y la víctima citaron a una joven con la que Antonio Llompart Perún había iniciado una relación sentimental para advertirla. «María Luisa le dijo que aún estaba a tiempo de huir de ese infierno», afirmó.
María Luisa Perún tenía como «confidente» a su hermana Rocío, fallecida años atrás. «Al día siguiente del crimen le tomé declaración y me explicó lo que le había contado la víctima a lo largo de los años», señaló un policía de Zaragoza, donde reside la familia.
«Dijo que toda la vida de María Luisa había sido un calvario. Vivía bajo el terror, sometida a un constante maltrato físico y psicológico. Un día su hijo le tiró un bote a la cabeza y tuvieron que darle 16 puntos de sutura. Ni el padre ni el hijo la ayudaban nunca tras las agresiones», recordó el agente sobre el relato de Rocío Perún.
Esta hermana de la víctima fue quien reveló la existencia de un diario en el que la mujer relataba los malos tratos de su hijo, que la Policía encontró oculto bajo una mesa en el domicilio. «Le había dicho a Rocío que iba a darle una copia por lo que pudiera pasar», añadió el policía.
Otras dos hermanas de María Luisa Perún, a las que la mujer visitaba una vez al año en Zaragoza, recordaron «la relación de miedo» que la víctima mantenía con los dos acusados. «Estaba horrorizada, tenía terror. Nos contaba que su hijo y su marido la amenazaban», explicaron.
«Una vez que vinieron de vacaciones el chico intentó tirarla por las escaleras. Cuando le llamamos la atención le dijo a su madre: “Ya llegaremos a Palma, allí no tienes nadie que te defienda”», aseguraron. «Del marido nos contó que un día le enseñó una navaja y le dijo: “Espero no tener que utilizarla”», coincidieron en señalar las hermanas.


Tanto estas familiares como una amiga íntima de la víctima explicaron que María Luisa Perún aseguraba vivir bajo los dictados de los dos procesados. «En esa casa ella no contaba para nada. Su faena era servirles sin agradecimiento. Las agresiones eran sobre todo del hijo adolescente y ella se quejaba de que su marido nunca fomentó el respeto hacia ella. Se sentía desamparada», relataron estas testigos, que destacaron que en el verano del  2012 la mujer acudió al Instituto de la Mujer de Zaragoza en busca de información. «Se quejaba del comportamiento del adolescente y de que el padre no ejercía la autoridad necesaria», recordó el abogado que la atendió.
Los allegados a la mujer incidieron también en el férreo control económico al que la sometía su marido, siempre según las palabras de la víctima. «Lo tenía todo controlado y ella no tenía acceso al dinero. Iba a limpiar a casas y hacía arreglos de costura para tener algo», contaron varios testigos. «Un día le pidió un vestido a su marido. “¿Vas desnuda? ¿No? Pues no lo necesitas”, le contestó», afirmaron.
Los malos tratos que sufría María Luisa Perún no pasaron desapercibidos entre sus vecinos del edificio de la calle Rosselló i Caçador de Palma. «Solía verle marcas de golpes. A veces me decía que había sido el padre y otras el hijo. Dos o tres años antes de morir explicó que los golpes que tenía en el brazo se los había dado su marido por ponerle lo mismo para cenar que para comer», relató una vecina de la finca con la que la víctima trabó amistad. «Le tenía pánico al hijo y al padre», explicó la mujer.
Cuando la víctima contaba a su marido las agresiones del chico, este respondía: «Algo debes haber hecho tú». La vecina señaló que intentó en vano convencer a María Luisa Perún para que denunciara los malos tratos que sufría. «Si saben que he hablado, me matarán», replicaba la víctima.
Los médicos forenses explicaron que la mujer falleció debido a un traumatismo craneoencefálico y asfixiada al ser estrangulada. María Luisa Perún recibió nueve golpes en la cabeza, al menos tres de ellos cuando estaba ya en el suelo boca abajo y que le provocaron una fractura de cráneo. Según los peritos, el autor de la agresión la derribó primero y luego la remató.


Los expertos apuntaron que el cuerpo presentaba una marca muy clara en el cuello que evidenciaba que había sido estrangulada, con un cable eléctrico o una cuerda, mientras le sujetaban la cabeza.
Los forenses apuntaron que transcurrió cierto tiempo entre los golpes y el estrangulamiento, ya que la víctima se arrastró unos dos metros sobre su propia sangre, y señalaron que la muerte se produjo varias horas antes de que se diera aviso de lo ocurrido. Además, destacaron que el cuerpo presentaba hematomas en los brazos y las manos, lesiones defensivas que se produjeron cuando la mujer intentó repeler la agresión.
El jurado escuchó también a dos policías que llevaron a cabo una prueba pericial grafológica del diario hallado en el domicilio, que les permitió concluir que lo había escrito María Luisa Perún. Según explicaron, la escritura del documento es «nerviosa» y revela el «estado depresivo» de quien lo escribió.
Dos ingenieros industriales propuestos por la defensa de Antonio Llompart Mora aseguraron que, según un estudio realizado en la vivienda, desde el dormitorio del hombre no se escuchan los gritos de una persona que se encuentre en el recibidor del domicilio.
Además, dos psicólogas que lo evaluaron destacaron el elevado autocontrol que tiene de sus sentimientos y su respeto por las normas sociales. Según explicaron, tras el crimen se negaba a admitir que su hijo pudiera haber matado a su mujer.
El hijo, por su parte, se negó a ser sometido a un examen psicológico en prisión.

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