Isaac tenía 18 años, era cantante de rap en ciernes y un miércoles por la noche fue apuñalado por la espalda solamente por sufrir un trastorno de conducta, según su entorno. Llevaba meses siendo acosado y vejado por unos pandilleros como consecuencia de sufrir el síndrome de Asperger. Esa es la principal línea de investigación de la Policía Nacional para esclarecer su asesinato e identificar a las personas que acabaron con su vida y que huyeron en un patinete eléctrico sin robarle nada.
Ese miércoles por la noche Isaac salió de su casa y se dio cuenta de que algo no iba bien. Le estaban persiguiendo como otras veces la banda latina Dominican Don't Play, según dijo por teléfono a un amigo con el que hablaba antes de morir. «Me dijo que le estaban persiguiendo cuatro personas. Le dije que corriera hacia el metro de Menéndez Pelayo donde habíamos quedado y de repente escuché un 'ay'!!.
Yo quise creer que eran puñetazos, pero sonó como que eran puñaladas.
Después solo escuché ruido», explica la última persona que escuchó con vida por última vez a Isaac que cumplió 18 años el mes de junio, un mes antes de su crimen.
La víctima había salido de su casa, situada junto a las canchas de baloncesto de la calle Ramírez de Prado para encontrarse en Menéndez Pelayo (al otro lado del túnel en el que falleció) con un amigo con el que iba a grabar un videoclip de reggaetón. Sin embargo, se sospecha que nada más pisar la calle se cruzó con varios miembros de la banda DDP que habitualmente merodean el parque y las canchas cercanas. Algunos testigos hablan que le rodearon cuatro personas y que uno de ellos le apuñaló hasta la muerte.
«Isaac tenía Asperger y esquizofrenia y los DDP la tenían tomada con él por ese motivo desde hacía mucho tiempo. No le dejaban en paz, le insultaban, iban a pegarle... Él no era tonto y se defendía, pero le vacilaban y fueron a molestarle y a por él varias veces», cuentan fuentes cercanas al fallecido. Un acoso que Isaac no había contado ni a su hermana mayor Isabel ni a su madre para que no se preocupasen pero que conocían sus íntimos amigos.
Sus perseguidores le dieron alcance en patinete en el túnel de la calle Comercio que une el distrito de Arganzuela con el barrio de Pacífico en el distrito Retiro. Allí le asestaron cuatro puñaladas (todas ellas por la espalda), alcanzándole una de ellas la arteria aorta.
Con una discapacidad reconocida del 48% y miembro de una familia marcada por la tragedia, Isaac encontraba en la música (el hip hop) una vía de escape a sus problemas familiares.
«Era el niño de mamá. Se había quedado huérfano y se ocupaba de su madre. Tenía una hermana mayor, pero está independizada y haciendo su vida», cuentan fuentes cercanas a la familia.
El joven se había convertido en el sostén económico y emocional de su madre, una mujer en paro y con problemas de salud en las piernas por la que el joven sentía devoción y se desvivía. Ambos sobrevivían gracias a la pensión de orfandad y a las ayudas por la discapacidad que recibía Isaac.
Tras su muerte, Isaac deja a su madre sola, sin ingresos, con una hipoteca a cuestas y sin ni siquiera poder hacer frente a los gastos de su entierro.
«Era demasiado buena persona para acabar así. Siempre se desvivía por su madre y por su gente», recuerda su amiga Andrea. «Tenía un gran sentido del humor y siempre te reías con él». Los amigos de Isaac cuentan cómo el joven recurría al humor -«a mi me dicen el loco del barrio», le gustaba bromear- y a la música como vías de escape a sus problemas.
Conocido por el nombre artístico de Little.Kinki, sus allegados destacan el talento de Isaac para la música y cuentan cómo participaba en batallas de gallos (eliminatorias de rima improvisada en la que el ganador se decide por aclamación popular) en las que siempre acababa clasificado en las primeras posiciones. De hecho, varios de sus allegados y miembros de la comunidad del hip hop están preparando un evento musical en su homenaje.
Poco antes de morir había pasado a formar parte del colectivo Urbano Récords, un sello discográfico con el que ha grabado varias canciones, superando algunas de ellas -como una llamada Putifresca- las 60.000 reproducciones en Spotify.
«Era buenísimo haciendo rap. Al menos espero que ocurra como con XXXTentación, que se haga más conocido después de su muerte. Hay varios temas suyos que no han visto la luz y voy a esforzarme por que sea famoso y recordado como artista», cuenta uno de sus amigos. «Eso sí», concluye, «los que le mataron quiero que paguen».
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