Jesús Pradeles Herrero, la pareja de Juana Canal Luque en el momento de su muerte, la madrugada del 22 al 23 de febrero de 2003, realizó pasadas las once de la noche del 28 de octubre del 2022, una confesión completa de cómo la mató. A primera hora, detalló, en el juzgado de Instrucción número 3 de Ávila, lo que ocurrió aquella jornada en el piso de la calle de Boldano, en Ciudad Lineal. La juez le envió, tras 40 minutos de relato, a prisión provisional, comunicada y sin fianza, acusado de un homicidio enmarcado en un caso de violencia de género.
Después de casi 20 años guardando el secreto y tras regresar al lugar en el que enterró el cuerpo, se derrumbó. En su última declaración, recogida en la madrugada del 28 de octubre del 2022, explicó que mató a la mujer que falleció con 38 años de un golpe, que la descuartizó en la bañera y después ocultó los restos en una zona boscosa cercana a su finca en el pueblo de sus padres en Ávila. El juzgado de Ávila traspasó la causa a un juzgado de Madrid, al entender que el hecho delictivo tuvo lugar en el piso de Juana, comunicó el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
Allí permanecieron durante 16 años, hasta que el paso del tiempo y el paseo casual de un senderista por ese área sacaron a la luz algunos huesos en 2019. La comparación de estos restos con las muestras de sus familiares en el registro nacional de desaparecidos demostró que ese cráneo y ese fémur pertenecían a Juana Canal, pero por un problema de comunicación, no se le trasladó a sus allegados hasta el verano del 2022. Como consecuencia de este caso, fuentes implicadas en la investigación de personas desaparecidas aseguran que se establecieron nuevos protocolos para mejorar la comunicación en los hallazgos de coincidencias.
Jesús, de 58 años en el momento de su detención, explicó en su última declaración que la noche en la que mató a Juana discutieron porque ella había tirado la recaudación del taxi que él conducía en aquella época por el inodoro, que le dio un golpe y que la descuartizó en la bañera antes de que llegara uno de los hijos de Juana, Sergio, según fuentes cercanas al caso. Después la metió en maletas, y la transportó en su coche durante hora y media hasta una zona que conocía bien: una finca en Navalacruz, el pueblo abulense de su familia. A lo largo de sus declaraciones cambió varias veces de versión, incluso en un momento llegó a afirmar que se la había encontrado muerta cuando llegó a casa y él solo la desmembró. Por la noche y al lado de su letrada, el castillo de naipes se derrumbó del todo y relató los detalles de aquella fatídica noche.
A las dos y media de la mañana un policía del distrito llegó a acudir esa noche del 2003 a la casa después de que Juana llamara al 091 alertando de la agresividad de su novio. Cuando el agente llegó, Jesús Fradeles aseguró que recogía sus cosas y se iba y ella lo creyó y no le denunció. Fue después cuando consumó el crimen machista. Dos días después del homicidio, Jesús denunció en la comisaría de Carabanchel que Juana le había agredido para justificar unas heridas que tenía en el brazo. “En esa época existían los indicios, pero no los protocolos suficientes en estos casos”, indicó el letrado de la familia de la víctima, Juan Manuel Medina.
El día en el que se perdió el rastro de Juana Canal Luque, uno de sus hijos regresó a casa por la mañana y encontró una extraña nota manuscrita por Jesús Fradeles en la que le explicaba que habían discutido y que se había marchado. Sus allegados siempre rechazaron la idea de una desaparición voluntaria, porque Juana Canal se esfumó sin llevarse la documentación y porque no creían que fuera capaz de abandonar así a los dos hijos que tenía de una relación anterior.
En su día en el 2003 se tomó declaración a Jesús Fradeles Herrero, al igual que al resto de la familia y amigos de Juana, pero se tomó por buena su explicación de la pelea y la desaparición voluntaria. Se registró su taxi, pero no se analizó la casa que compartían y ni mucho menos se llegó hasta el pueblo de Ávila en el que acabaron apareciendo los restos, Navalacruz. Todos estos pasos en la investigación se dieron cuando salió a la luz que esos huesos hallados en medio del bosque correspondían con los de Juana Canal. En el último mes y medio desde junio hasta octubre del 2022, su teléfono estuvo pinchado con permiso judicial, pero en las escuchas no hubo nada que le señalara como culpable. Fue su detención, las técnicas policiales y la presión de ser el centro del foco mediático lo que acabó consiguiendo su confesión.
En las últimas semanas se volvió a investigar la finca de Navalacruz en la que aparecieron los primeros restos y fueron apareciendo más huesos que son enviados al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, donde se cotejaron los primeros en 2019. Después de su confesión, el detenido volvió a ser conducido por los agentes de la Guardia Civil a esa zona boscosa, donde él indicó con precisión los dos hoyos que cavó 20 años atrás, para enterrar a Juana. El paso del tiempo, las alimañas y los fenómenos atmosféricos han complicado determinar cómo murió la mujer desde el punto de vista forense, aunque será más factible determinar la compatibilidad entre las marcas en los huesos y las herramientas usadas para su descuartizamiento, indicaron los forenses.
Jesús Fradeles Herrero se casó con otra mujer a los cuatro meses de la muerte de Juana Canal Luque y tuvieron tres hijos. Dejó atrás el taxi y adquirió un puesto ambulante de hamburguesas y perritos calientes con los que recorría las ferias de Madrid y alrededores. Su familia, tal y como han asegurado en diversos medios, no tenía ni idea de la implicación de Jesús en el crimen de su anterior pareja.
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