Blogoteca en 20minutos.es

domingo, 2 de julio de 2017

Novedades en El Misterio de las Niñas de Aguilar de Campoo

















Virginia Guerrero Espejo, de 15 años, desapareció junto con su amiga Manuela Torres Bouggefa, de 16. Desde entonces no ha habido el menor rastro de ellas. Como si se las hubiera tragado la tierra. Ocurrió en abril de 1992, apenas siete meses antes de la desaparición de Mirian García, Antonia Gómez y Desirée Hernández, las llamadas 
niñas de Alcàsser (Valencia). Los cadáveres de estas tres adolescentes fueron hallados a finales de enero de 1993 en un monte de Tous, donde habían sido enterrados por Miguel Ricart y Antonio Anglés, fugitivo de la justicia desde que en aquellas fechas lograra escapar de Portugal oculto en un barco mercante.

Virginia y Manuela eran amigas inseparables. Pasaban juntas muchas horas del día. Y muchas noches, la primera dormía en casa de Manuela, según una vecina de Aguilar de Campoo que asegura que conocía a las muchachas "desde que nacieron".









Virginia formaba parte de una familia de cuatro hermanos (dos de ellos mujeres y dos varones, uno de los cuales es sacerdote). Ni ella ni su amiga Manuela eran buenas estudiantes. "A esas chicas les gustaba mucho el bailongo", recuerda una mujer que diariamente juega una partida de naipes con Trinidad en el hogar del pensionista, a tiro de piedra de la colegiata de San Miguel, uno de los emblemas históricos de la románica Aguilar de Campoo.

Las desapariciones misteriosas tienen casi siempre nombre de mujer. Y ese año fue especialmente aciago. Porque aquel 1992 no sólo desaparecieron las dos chicas de Aguilar y las tres niñas de Alcàsser, sino también Gloria Martínez, de 17 años, que se esfumó sin dejar rastro el 29 de octubre cuando estaba en un sanatorio psiquiátrico de Alfàs del Pi (Alicante).
















Pero las desapariciones, sobre todo aquellas de jóvenes y adolescentes, jamás inquietaron demasiado a la Policía ni a la Guardia Civil. "Se habrán ido de casa unos días. Ya volverán cuando sientan hambre y se queden sin dinero", era la poco tranquilizadora explicación que algún agente insensible solía dar a los angustiados padres. Sólo el terrible mazazo social que supuso el caso de Alcàsser, avivado y agrandado por el programa televisivo Quién sabe dónde, hizo que el Ministerio del Interior decidiera tomarse en serio el asunto. Desde entonces, la Comisaría General de Policía Judicial cuenta con una unidad que centraliza y actualiza los datos de los miles de desaparecidos que son denunciados en España.
La tarde del 23 de abril de 1992, Virginia y Manuela decidieron ir a bailar a la discoteca El Jardín de Cupido, en Reinosa (Cantabria). Horas más tarde, alguien las vio cuando hacían autostop con intención de regresar a Aguilar de Campoo. Alguien contó que había visto cómo se paraba ante ellas un coche blanco. Pero pasó el tiempo y las chicas no volvieron a sus casas. Desde entonces, la Guardia Civil de Palencia no ha obtenido la menor pista de ambas jóvenes. Ha rastreado en pos del coche blanco, pero sin el menor éxito. Ha hecho indagaciones en Francia, donde el padre de Manuela trabajaba de guarda de seguridad en unos grandes almacenes, pero sin el menor éxito. Los agentes hablaron con vecinos de la zona donde las muchachas fueron vistas por última vez, pero nadie ha sido capaz de facilitar un dato que permita aclarar qué fue de ellas. Nada.












Los abogados palentinos Luis Antonio Calvo y Margarita Calle, en nombre de la asociación feminista Clara Campoamor, han mantenido abierto el caso de las niñas de Aguilar todo lo que han podido. "Pero todas las posibilidades de encontrarlas y todas las líneas de investigación han resultado infructuosas, por lo que el Juzgado de Cervera de Pisuerga ha decretado el archivo provisional del asunto", declara Calvo. Éste, que desde hace ya un par de años no ha vuelto a tener contacto con las familias afectadas, admite que "el caso tiene muy mal cariz".

La Guardia Civil, como es habitual en este cuerpo, sostiene que ningún asunto queda en el olvido. Pero tiene que admitir la evidencia de que carece de cualquier pista que sirva para aclarar dónde están Virginia y Manuela. Vivas... o muertas.
Sin embargo este caso pudo dar un giro radical en agosto del año 2021 a raíz de una denuncia que una mujer interpuso ante las dependencias de la Guardia Civil afirmando que a ella y a otra amiga un hombre intentó llevárselas conduciendo un coche Seat 127,  el tenía entre 21 y 24 años, este desconocido se ofreció a llevarlas a casa en su automóvil tras una noche de fiesta. De camino, las dos jóvenes se dieron cuenta de que algo no iba bien al ver que se habían desviado de su ruta. Una de las jóvenes, aterrada por las circunstancias, agarró el volante para deslizarse a la cuneta y poder huir del coche. Unos sucesos que nunca denunciaron porque se habían escapado de casa con 15 años.

Este giro en la investigación podría poner fin al calvario de sus familiares, que siguen sin tener ninguna noticia del paradero de las dos niñas desde hace tres décadas. "Tengo una sensación de esperanza, alegría y miedo. Siempre conservas esperanza y hay que afrontar la situación para poder digerir ciertas cosas. Tengo mucho miedo, por supuesto", reconoció el hermano de Virginia, Emilio Guerrero.

No hay comentarios: