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domingo, 24 de septiembre de 2017

Trampa En El Camión , Volker Eckert

Este homicida vivía en un universo aparte, rodeado de recuerdos que arrancó a las mujeres que asesinó en varios países europeos.
Volker Eckert nació en Oeslsnitz, Sajonia, el 1 de julio de 1959. De su infancia no existen registros ni testimonios. Se sabe que tenía un hermano, que vivía también en Oeslsnitz, y una hermana que reside en Hof, una ciudad pequeña de 50 mil habitantes, cuyos dos mayores atractivos son un museo que alberga decenas de osos de peluche y el Parque de la Nostalgia, llamado así porque el visitante puede dejar el recuerdo de su estancia en placas, carteles, llaveros, algo que deje constancia de que estuvo en el lugar.
Casualmente, Volker Eckert era un Museo de la Nostalgia itinerante, sólo que sus recuerdos estaban muy lejos de reflejar las doradas ensoñaciones de los turistas que confirman su paso por comarcas que parecen extraídas de un cuento de hadas.
A finales de octubre del 2006, Eckert llegó con su camión de carga a la fábrica Neoplástica España, en Girona. Durante dos horas descargó 20 toneladas de plástico granulado. En ese tiempo permaneció impasible, fumando, colaborando en las maniobras.
Al terminar las tareas se colocó al volante de su vehículo Volvo y condujo hasta un campo de futbol que le quedaba de paso. Apagó el motor, durmió un rato en la cabina y esperó a que anocheciera. Cuando la noche servía a sus propósitos, abrió la puerta del copiloto y por ahí bajó el cuerpo de una mujer, al que arrastró hacia el campo de futbol. Nuevamente trepó a su unidad y se marchó.
Nadie se percató de sus movimientos, nadie excepto una cámara de vigilancia de una empresa, donde quedó registrada la matrícula del Volvo. El 17 de noviembre de ese año, la policía llegó a su casa de la calle Oeslsnitzerstrasse, en Colonia, Alemania, y arrestó a Eckert, quien no opuso resistencia y más bien se comportó bastante colaborador con las autoridades.

 Los agentes no tenían idea de lo que iban a encontrar al registrar la casa y el camión de Eckert, los investigadores hallaron mechones de cabello, trozos de cuerda y prendas íntimas femeninas, además de fotografías que mostraban a mujeres en posiciones que integraban una especie de serie: amordazadas, violadas y finalmente asesinadas. La cabina del Volvo de Eckert sería una caja adicional de sorpresas.

Volker Eckert era solitario, manejaba camiones desde muy joven, ausentándose de su domicilio por varias semanas, sus vecinos apenas lo conocían. Uno de ellos, que tuvo roces ocasionales con él, decía que Eckert era cliente asiduo del distrito rojo de la ciudad, sólo mantenía contacto con prostitutas y con su muñeca hinchable, con la que se masturbaba mientras apretaba un cordón alrededor del cuello del monigote.
Los bares eran el coto de caza de Eckert. En ellos contrataba prostitutas. Oficialmente, tres de España y dos de Francia, fueron asesinadas por el criminal. Sin embargo, los souvenirs de Eckert muestran algo distinto.


En la cabina de su camión, su «verdadero hogar», la policía encontró, además de su cama para dormir y su estufa, decenas de fotografías instantáneas, tomadas con una obsoleta Polaroid, donde se aprecia una legión de mujeres en tiempos y circunstancias distintas, todas compañeras de un destino aterrador. Detrás de las fotos, el hombre no escribía la fecha del acontecimiento, sino comentarios obscenos y atroces, humillantes para las víctimas.
Al ser detenido, Eckert dio gracias a la policía, porque terminaba su carrera de homicida en serie, la cual duró de manera oficial de 1977 a 2007. Dijo que sufría cada vez que asesinaba, que sólo matando lograba eyacular y que tenía planeado entregarse en el plazo de un año.
El predador arrepentido dejó a la policía de varios países europeos una tarea difícil de resolver. Por lo pronto, Italia abrió los expedientes de más de 40 casos sin resolver de prostitutas asesinadas. España, donde ocurrieron tres de los homicidios, ha hecho lo mismo. Scotland Yard se ha unido a la cruzada, pues el Reino Unido era frecuentado por Eckert por cuestiones de trabajo.
Y las corporaciones policiacas tendrán que hacer el trabajo solas, ya que no contarán con los testimonios de Volker Eckert, quien el 2 de julio de 2007 decidió poner fin a su martirio, colgándose en su celda.

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