Asesina a una mujer en Alange, en Badajoz, el dia 6 de enero del 2016 y las escuetas informaciones
sobre este nuevo caso de violencia feminicidio vuelven a poner de
relevancia la poca humanidad que se le otorga a las víctimas. Se destaca
su nacionalidad, como si quisieran culpar de estos comportamientos tan
brutales y machistas (que con sus declaraciones justifica la iglesia
católica y sus secuaces) a los países de origen. Con ello están
alentando la xenofobia, como se ha hecho en el caso de los ataques de
Colonia. ¿Sólo son condenables los asesinatos y abusos en mujeres cuando
los cometen hombres extranjeros?. No nos equivoquemos, todos los
comportamientos machistas son iguales, sin importar la nacionalidad, la
religión o la ideología política que se profese.
También nos informan de su edad, seguida de unas desnudas sílabas, M.P.G., pero es impresionante que no le otorguen en ningún momento rasgos humanos, de madre, de mujer, de amiga, de hija, ...de persona. Sólo es un número más que se menciona durante un instante en los noticieros, una sórdida estadística. Y no es que ante los feminicidios pidamos grandes gestos o funerales de Estado como se otorgan a militares, políticos, diplomáticos o víctimas del terrorismo, donde todo el país se conmueve (a golpe de titulares) y las agendas políticas se paralizan, abren y flexibilizan. Sólo pedimos una pizca de honestidad, que se reconozca el problema de machismo estructural que la sociedad tiene, que pensemos que si queremos vivir en un estado social y democrático, donde las personas sean iguales en derechos y oportunidades, las mujeres somos una mitad necesaria y valiosa de esa sociedad.
Si el asesino tenía una orden de alejamiento de la mujer sobre la que ejercía la violencia, ¿tendrá el gobierno de Extremadura alguna responsabilidad sobre la ineficacia de los protocolos? Los protocolos como los que debería seguir la policía o la Guardia Civil, que se limita a preguntar a la víctima si quiere poner denuncia, sin recoger ni documentar pruebas (estado emocional de la mujer y su hijo, fotografías y vídeos que demuestren el grado de violencia del domicilio y de la víctima, testimonios de vecinos, amigos o familiares, etc). ¿Habrá qué cuestionar la sentencia que le obligaba a realizar un curso contra el maltrato? ¿Sirvió de algo este curso? ¿Funcionaron las medidas de reinserción? ¿Se protegió correctamente a la víctima? Alentamos a las mujeres a denunciar la violencia machista pero, ¿educamos y persuadimos a los hombres para no ejercerla?.
¿No debería el juzgado, a la vista de la ineficacia de las medidas de protección, abrir una investigación para pedir responsabilidades? ¿Realizar un análisis en cada caso de feminicidio para averiguar en qué se falló y cómo puede mejorar el sistema de protección? ¿Vamos a seguir al ritmo de una mujer asesinada cada dos días? Parece una cruel ironía que fuera precisamente el día 25 de noviembre, día de la no violencia contra las mujeres, cuando se dictara la sentencia sobre el maltratador de esta mujer y, apenas mes y medio después, la asesine y la tire al pantano de Alange. ¿Qué mensaje estamos dando a las mujeres que tienen que denunciar? ¿que responsabilidad tenemos como sociedad? ¿porque no asumen los varones machistas que sus comportamientos son censurables, poco democráticos y prehistóricos?? .
También nos informan de su edad, seguida de unas desnudas sílabas, M.P.G., pero es impresionante que no le otorguen en ningún momento rasgos humanos, de madre, de mujer, de amiga, de hija, ...de persona. Sólo es un número más que se menciona durante un instante en los noticieros, una sórdida estadística. Y no es que ante los feminicidios pidamos grandes gestos o funerales de Estado como se otorgan a militares, políticos, diplomáticos o víctimas del terrorismo, donde todo el país se conmueve (a golpe de titulares) y las agendas políticas se paralizan, abren y flexibilizan. Sólo pedimos una pizca de honestidad, que se reconozca el problema de machismo estructural que la sociedad tiene, que pensemos que si queremos vivir en un estado social y democrático, donde las personas sean iguales en derechos y oportunidades, las mujeres somos una mitad necesaria y valiosa de esa sociedad.
Si el asesino tenía una orden de alejamiento de la mujer sobre la que ejercía la violencia, ¿tendrá el gobierno de Extremadura alguna responsabilidad sobre la ineficacia de los protocolos? Los protocolos como los que debería seguir la policía o la Guardia Civil, que se limita a preguntar a la víctima si quiere poner denuncia, sin recoger ni documentar pruebas (estado emocional de la mujer y su hijo, fotografías y vídeos que demuestren el grado de violencia del domicilio y de la víctima, testimonios de vecinos, amigos o familiares, etc). ¿Habrá qué cuestionar la sentencia que le obligaba a realizar un curso contra el maltrato? ¿Sirvió de algo este curso? ¿Funcionaron las medidas de reinserción? ¿Se protegió correctamente a la víctima? Alentamos a las mujeres a denunciar la violencia machista pero, ¿educamos y persuadimos a los hombres para no ejercerla?.
¿No debería el juzgado, a la vista de la ineficacia de las medidas de protección, abrir una investigación para pedir responsabilidades? ¿Realizar un análisis en cada caso de feminicidio para averiguar en qué se falló y cómo puede mejorar el sistema de protección? ¿Vamos a seguir al ritmo de una mujer asesinada cada dos días? Parece una cruel ironía que fuera precisamente el día 25 de noviembre, día de la no violencia contra las mujeres, cuando se dictara la sentencia sobre el maltratador de esta mujer y, apenas mes y medio después, la asesine y la tire al pantano de Alange. ¿Qué mensaje estamos dando a las mujeres que tienen que denunciar? ¿que responsabilidad tenemos como sociedad? ¿porque no asumen los varones machistas que sus comportamientos son censurables, poco democráticos y prehistóricos?? .
Sabemos lo duro que es para una mujer que sufre
la tortura del maltrato machista armarse de valor y denunciarlo.
Sabemos que, tras la denuncia ella queda expuesta y la violencia se
vuelve, potencial o de hecho, más virulenta y peligrosa. Sabemos lo
imposible que es, para una mujer que denuncia, demostrar en el juzgado
qué, cómo y cuándo se produjeron los abusos verbales y físicos, cómo él
le fue minando su autoestima, cómo se convirtió en el monstruo con el
que ella decidió convivir y al que eligió como padre para su hijo.
Sabemos lo difícil que es para la mujer conseguir que se demuestre y que
se consiga una sentencia por violencia machista, aunque ésta sólo
refleje una mínima parte de lo que fue la convivencia atroz, la
revictimización del proceso judicial, el miedo constante por su vida.
De todo el horror que vivieron esta mujer y su hijo, los juzgados le
concedieron como verdadero tan solo el delito de amenazas. La
consecuencia para el maltratador: servicios a la comunidad,
mantenimiento de la patria potestad y concesión de visitas. Para ella:
el frío del pantano.
Sin embargo la mujer
debe denunciar, la denuncia es necesaria para garantizar los derechos de
las víctimas y para protegerlas de sus agresores, pero esta denuncia
debe de comportar una protección real y efectiva para la mujer y para
sus hijas e hijos. Esta protección debe de ser tomada en serio, ser real
y efectiva, es imprescindible, es una cuestión de vida o muerte.
Ahora, señor juez o señora jueza, puede que tenga un poco más claro que
sí, que las amenazas no eran sólo palabras, que eran tan reales como
el miedo que ella y su hijo tenían.
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