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domingo, 12 de septiembre de 2021

Elisa Lam, Homicidio en el Hotel Cecil

 


Sólo alguien que tuviera acceso a la azotea mediante desactivación de códigos para que no sonaran las alarmas, llaves y una fuerza considerable para transportar el cuerpo, ya muerto, de Elisa Lam, pudo hacer lo que sucedió con ella. Una persona de dentro del hotel que pudiera acceder y sin dejar rastro. 

31 de enero de 2013. Cerca de la medianoche. Lam Ho Yi, más conocida con su nombre occidental, Elisa Lam, entra en el ascensor del Cecil Hotel de Los Ángeles y pulsa todos los botones. Sin embargo, el ascensor no parece funcionar. Elisa sale del ascensor y vuelve a entrar varias veces. Gesticula de forma muy extraña, parece que discute con alguien en el exterior. Vuelve a entrar y parece esconderse. Vuelve a salir. La puerta del ascensor se abre y se cierra dos veces sin que nadie entre o salga. Nunca más se volvió a ver a Elisa con vida.

Aquella era la última noche que tenía previsto pasar en Los Ángeles. Unas horas antes había comprado unos libros y discos sin que nada pareciera fuera de lugar. La dependienta la calificó de “extrovertida, amable y alegre”. Le preocupaba si los libros que iba a comprar pesarían demasiado para llevarlos de viaje.

El vídeo fue publicado por la policía el 14 de febrero, cuando la joven llevaba dos semanas de investigación infructuosa. Si no hubiera sido publicado por la policía en medio de una investigación en marcha, posiblemente muchos hubieran pensado que se trataba de un fake para publicitar alguna película de terror. Pero no, era real. Se viralizó con rapidez, especialmente en EEUU y China.

A pesar de que las autoridades ocultaron el código de tiempo, hubo quien los acusó de alterar la velocidad de algunos tramos de la cinta. También de eliminar prácticamente un minuto de ella, tal vez para ocultar la identidad de alguien que aparece en él -tuviera que ver o no con la desaparición de la joven-.

Cuando desapareció, Elisa tenía 21 años. Sus padres eran emigrantes de Hong Kong que llegaron a Vancouver, donde abrieron un restaurante. Elisa nació allí. Estudiaba en la Universidad de Columbia Británica y fue diagnosticada con trastorno bipolar y depresión. Ante esa situación, decidió cambiar de aires e iniciar un viaje ella sola. Sus padres no aprobaban esta decisión, pero a ella no le importó. Desde que comenzó su periplo, llamaba a casa cada día. El 1 de febrero no lo hizo, lo que puso en alerta a sus padres.

El 26 de enero llegó a Los Ángeles tras visitar otras ciudades californianas como San Diego. Decidió alojarse en el Cecil Hotel, enamorada de su estilo art déco que calificó en su Tumblr, Nouvelle/Nouveau, como “el lugar perfecto para que Baz Luhrmann ruede El gran Gatsby”. Es, también, un edificio con una truculenta historia negra.


Desde que en 1931 W.K. Norton se envenenara en su habitación, el hotel vivió varios suicidios más en las siguientes décadas. Además, entre los 40 y los 50 se convertiría en un centro de prostitución, drogas y adulterio. El asesino en serie Richard Ramirez, responsable de al menos 14 muertes pudo tener en el hotel una residencia habitual en los 80. Jack Unterweger, otro asesino en serie con 12 muertes en su currículum, también se alojó en el hotel, posiblemente como un homenaje a Ramirez. Además, el hotel fue uno de los últimos lugares en los que se vio viva a Elizabeth Short, más conocida como La dalia negra, uno de los asesinatos sin resolver más mediáticos de la historia. No se sabe si Elisa tenía conocimiento de este aspecto del hotel, pero seguro que no sería capaz de imaginar cómo contribuiría a agrandarla.

La mañana del 19 de febrero, algunos clientes descubrieron que el agua del grifo salía con poca presión, negra y sabor extraño -aunque si algún día ves que el agua del grifo sale negra, lo mejor es ni probarla-. Cuatro tanques de 3.785 litros eran los responsables de abastecer el edificio, los cuatro situados en la azotea. Para llegar a ella se necesitan las llaves, así como unos códigos de seguridad que únicamente disponen los empleados. Además, los tanques no tienen un acceso fijo a su interior y los empleados tuvieron que llevar una escalera para poder mirar dentro.

Allí encontraron el cuerpo sin vida de Elisa Lam. Tenía ya evidentes signos de descomposición, estaba hinchado y verdoso. Estaba desnuda y con algunos de sus efectos personales flotando a su alrededor. La policía había registrado buena parte del hotel -excepto el resto de habitaciones, que no podía registrar sin una causa probable-, incluyendo la azotea, pero los perros no se habían acercado a los tanques.


La autopsia no encontró señales de violencia física ni de abusos sexuales. Los resultados de la prueba toxicológica encontraron restos de los medicamentos que tomaba por su condición, además de una pequeña cantidad de alcohol, pero ninguna droga más.

El 21 de febrero, la Oficina Forense de Los Ángeles determinó que se trató de un ahogamiento accidental, apuntando al trastorno bipolar como un factor a tener en cuenta. Sin embargo, aunque esto explicaba cómo había muerto la mujer, no cómo había llegado hasta allí. Aunque esa noche la puerta de la azotea estaba abierta, sí estaba conectada a una alarma que habría sonado en caso de que alguien la cruzase.

Las opciones se reducían, básicamente, a dos, a cada cual más extraña: que Elisa subiera sin hacer saltar ninguna alarma, trepase los más de tres metros del tanque, desnuda y con sus pertrechos, abriese la escotilla y saltase al interior y volviera a cerrar la pesada tapa desde el interior -casi imposible-; o que una segunda persona la asesinase, la llevase a la azotea, escalase el tanque con el cuerpo, la ropa y los pertrechos, abriese la escotilla y lo lanzase todo al interior. Todo esto sin hacer saltar las alarmas.

Algunos de los aspectos de la autopsia fueron puestos en duda. Hay quien considera que la acumulación de sangre en la zona anal del cuerpo puede ser indicativo de abusos sexuales, si bien hay quien cree que puede deberse simplemente al proceso de descomposicion del cuerpo, dado que el recto también prolapsaba.


Su teléfono móvil jamás apareció. Tras su desaparición, su Tumblr se actualizó en varias ocasiones. Hay quien cree que estas actualizaciones fueron obra de quien hubiera robado el móvil, aunque la teoría más plausible es que ella misma las hubiera dejado programadas antes de morir.

En octubre de 2015, el periodista Josh Dean publicó un trabajadísimo reportaje en Medium. Se desplazó hasta el hotel, convencido de que Elisa Lam había sido asesinada. Sin embargo, a pesar de todas sus pesquisas, no logró dar con ninguna pista que reforzase mínimamente a su tesis. La conclusión a la que llegó fue similar a la que alcanzó la policía.


”Una mujer joven con una condición psiquiátrica diagnosticada sufre algún tipo de episodio psicótico en el hotel. Esto explica su comportamiento en el vídeo y las decisiones que tomó: ir a la azotea, subir hasta un tanque de agua, subir la escalera, abrir la escotilla y entrar. Una vez allí chapotear o nadar, quizá incluso entrar en pánico en los dos metros y medio de agua. Estaba atrapada y finalmente se ahogó".

"En el panteón de las muertes accidentalmente, esta es incuestionablemente bizarra.

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