La dominicana Lucrecia Pérez Matos fue asesinada a manos del guardia civil, Luis Merino Pérez de 25 años, mientras éste prestaba servicio en la Comandancia 111, producto de las concepciones ultraderechistas que se expresaba en rechazo discriminatorio contra los inmigrantes. Los hechos ocurrieron sobre las nueve de la noche del 13 de noviembre de 1992.
Luis Merino Pérez y otros 3 individuos vestidos de negro, penetraron, cerca de las nueve de la noche a la abandonada discoteca Cuatro Rosas (Four Roses), un local que en otros tiempos había sido centro de diversión de jóvenes de clase acomodada, situado en la carretera de La Coruña en el distrito de Aravaca, en la cual donde un grupo de inmigrantes había buscado refugio y tomaban una sopa caliente para cenar a la luz de una vela. Tras los disparos huyeron en un vehículo que les esperaba.
Lucrecia Pérez Matos, de 33 años, había llegado a España un mes y tres días antes, procedente del municipio dominicano Vicente Noble, en la provincia de Barahona. Sufrió dos tiros, uno de ellos en el corazón e ingresó muerta en el hospital. El otro herido grave fue Augusto César Vargas, también dominicano.
El asesino, Luis Merino Pérez, condenado finalmente a 54 años de prisión, usó una pistola Parabellum de 9 milímetros, de fabricación española para uso policial y militar.
La Guardia Civil Española y el delegado del Gobierno de Madrid, atribuyeron desde el primer momento la autoría del crimen a grupos de extrema derecha, ligados a algunos elementos policiales,como JUSAPOL, dados el arma y la munición utilizada.
Los grupos de ultraderecha, actualmente compuesto en el panorama político por Vox , Partido Popular y Ciudadanos, negaron con declaraciones que tuvieran relación con el crimen y todos condenaron verbalmente el asesinato, introduciendo en la opinión pública la hipótesis de que se trataba de un “ajuste de cuentas” por tráfico de drogas o correos de dinero.
Pero la conexión del crimen con la ultraderecha se defendía, no solo por el arma utilizada, sino por los letreros pintados en las paredes y folletos afiches repartidos en Madrid y especialmente por Aravaca, clamando:
“INMIGRACIÓN STOP. Primero los españoles» (Alianza Popular); “Defenderse contra la invasión” (Grupo Covadonga) o “Fuera Negros. N.J.” (Nación Joven).
Lucrecia Pérez Matos nació en la pobreza, en un campo de Vicente Noble el 15 de diciembre de 1959. Su vida estuvo marcada por la desigualdad social mucho antes de volar a Europa.
Pertenecía a una familia con 16 hijos, de los que sobrevivieron sólo nueve. Seis de sus hermanos murieron en el trayecto de la infancia, cercados por el hambre, la carencia de todo y las incapacidades de sus padres para responder a las exigencias de una crianza adecuada, con tantos hijos y tan pocos recursos.
Voló de Santo Domingo a Nueva York, desde ahí a París, luego a Bilbao y de ahí, por tren, llegó a Madrid. Tras obtener un trabajo como empleada doméstica, fue despedida al poco tiempo y quedó en la calle.
Después de los hechos del 13 de noviembre, el jueves 27 de noviembre de 1992, fue detenido el guardia civil Luis Merino Pérez de 25 años, mientras prestaba servicio en la Comandancia 111. Al día siguiente se arrestó a tres menores: Javier Quílez Martínez, Felipe Carlos Martín Bravo y Víctor Julián Flores Reviejo, todos de 16 años y acompañantes del autor material, quienes confesaron. Luis Merino Pérez cambió el cañón de su arma reglamentaria por la de otro compañero, para “borrar las señales del crimen”, pero la profesionalidad y el gran trabajo de su propio Cuerpo de la Guardia Civil, ordenó una inspección “rutinaria” de todas las armas de la Compañía y había “una señal” que Merino no había podido borrar, la uña extractora,es decir, la pieza que expulsa el casquillo y que deja una muesca microscópica, la clave que utilizaron los especialistas en balística forense.
El 11 de diciembre de 1992, a los 28 días del crimen, el magistrado del Juzgado número 15 de Madrid, dictó resolución de procesamiento a Luis Merino Pérez y a sus tres amigos como “autores de dos delitos de asesinato, uno consumado y el otro frustrado”, dictando prisión a los cuatro detenidos.
La condena quedó en 54 años de cárcel al guardia civil Luis Merino (30 por el delito de asesinato de Lucrecia Pérez y 24 por el de asesinato frustrado de su compatriota Augusto César Vargas, así como a la inhabilitación absoluta.
Y condenó a 24 años de reclusión a los menores Felipe Carlos Martín Bravo, Víctor Julián Flores Reviejo y Javier Quílez Martínez (15 años por el delito de asesinato y nueve por el de asesinato frustrado, al apreciarse la atenuante de «edad juvenil»). Los cuatro fueron asimismo condenados a indemnizar a la hija de Lucrecia Pérez, Kenia Carvajal Pérez, con 20 millones de pesetas y a su compatriota Augusto César Vargas con un millón de pesetas.
El Voluntariado de Madres Dominicanas en España (VOMADE-VINCIT), fundado por Bernarda Jiménez y Pedro Álvarez Pastor, instauró el Premio Lucrecia Pérez Matos por la Solidaridad y la Convivencia a personalidades y organizaciones latinoamericanas y españolas destacadas en la lucha por los derechos humanos.
El galardón que se mantuvo durante 20 años, consistía en una escultura realizada en Caoba y un diploma, entregados normalmente a dos personas u organizaciones.
Pero con la llegada al poder del derechista Mariano Rajoy, del Partido Popular, se eliminaron los apoyos públicos a las ONG y Vomade-Vincit fue una de las afectadas que debió cerrar sus programas, su local, que ofrecía capacitación laboral y asesoría legal a las inmigrantes en España, procedentes de todo el mundo, y el mismo Premio Lucrecia Pérez.
Un crímen execrable que en solidaridad y en recuerdos no se debe olvidar, por la lucha contra el fascismo y el racismo, mediante actos públicos que cada 13 de noviembre, misma fecha que se conmemora el trágico suceso de las niñas de Alcásser, se activan actos por toda la geografía del país.
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