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jueves, 6 de abril de 2017

David Guerrero , el Niño Pintor , Apareció una Caricatura 33 Años Después!!





















El
 6 de abril de 1987 David Guerrero Guevara, de 13 años, salió de su casa en la barriada malagueña 25 Años de Paz para ir a una galería de arte; nunca más se le ha vuelto a ver. Interpol la considera una de las desapariciones más extrañas a las que se ha enfrentado.

¿Qué pasó ese día? ¿Qué hizo el niño?,  preguntó el juez como trámite. Era el último paso para declarar fallecido oficialmente a David Guerrero, tal y como habían pedido su madre y sus dos hermanos, con todo el dolor, pese a que es una mera formalidad solicitar la muerte civil. Se trata de una «ficción legal», en palabras del abogado José Rojas para inscribirla en el Registro Civil.
La madre de David Guerrero,Antonia Guevara perdió a su marido el 15 de octubre del 2015, víctima de un cáncer. Fue entonces cuando la familia descubrió que no podía acceder a la herencia -un humilde piso y la cuenta corriente de los gastos habituales- mientras David estuviera legalmente vivo y, por tanto, fuera uno de los herederos. «Nunca se nos pasó por la cabeza que tuviéramos que hacer esto», explica a ABC. «Ni cuando mi marido estaba tan malito... Es que no hablábamos de eso ni de la desaparición de nuestro niño. Mi hijo se pone malo cada vez que tenemos que ir al abogado. Uno sigue vivo porque tiene que vivir, pero sin ilusión. La ilusión se acabó».














La voz de la madre de  71 años, se quiebra en cuanto los recuerdos se agolpan. Cuesta imaginar tres décadas sin noticias ni consuelo. «Para mí sigue vivo. Fui yo a pedir la denuncia a la comisaría porque antes no te daban copia. Me atendió el jefe de Homicidios: aunque tengan que dar este paso, el caso sigue abierto, me dijo. Pero no hay nada desde hace mucho tiempo. Yo creo que buscaron bien, hicieron todo lo que pudieron». Se le buscó en España, en Suiza y en Portugal; se siguieron las pistas más extravagantes, las llamadas de desaprensivos y también las de quienes querían ayudar. Nada dio resultado. El mismo candado de silencio de entonces.
«Yo me conformaría con saber algo, solo eso, pero fíjese con el revuelo que se ha armado con la publicación en el BOE y nadie ha dicho nada». El caso de David se publicó el 4 de agosto del 2016, tal y como exige el Código Civil, antes de declarar a alguien fallecido. De forma genérica, transcurridos diez años desde la desaparición; y con plazos que se van rebajando atendiendo a diversas circunstancias, por ejemplo para mayores de 75 años se acorta en cinco, o si se produce una subversión o una catástrofe, un accidente de avión o un naufragio los plazos aún se reducen más.













David Guerrero tenía un talento excepcional y precoz. Ya había expuesto antes de aquel maldito 6 de abril. Pasaba las tardes dibujando con su hermano menor en el salón de casa. Raúl, que ahora tiene 39 años, se licenció en Bellas Artes y da clases de Pintura en una universidad británica. Hablando de él y de su otro hijo la voz de Antonia cambia, pero no hay forma de alejar el poso de pesadumbre.
Su desaparición está considerado por la Interpol, junto con la del niño de Somosierra, como la más extrema y desconcertante ocurrida en Europa en los últimos tiempos. Pero, a diferencia del camión que volcó bajando el puerto, en este caso no se ha descubierto ni una sola pista.
David Guerrero Guevara salió de casa en Málaga el 6 de abril de 1987 camino de la academia. Antes de ir al centro donde recibía clases de arte pensaba pasar por la exposición en la que había colgado un cuadro suyo. Se lo había solicitado la galería La Maison para una muestra colectiva titulada Recorriendo la Semana Santa, inaugurada tres días antes. Realizó una copia de la cabeza del sevillano Cristo de la Buena Muerte.










Desde su infancia era considerado como un futuro genio de la pintura. Parecía que, al igual que su paisano Picasso, estaba predestinado a lograr altas cotas artísticas y un gran nombre. Esto último lo consiguió, pero desgraciadamente por otra circunstancia.
Cuando su padre pasó por el centro de pintura para recogerlo, algo que hacía todas las noches a las nueve, no lo encontró. Preguntó al conserje, pero nadie le había visto aquella tarde. Corrió a la galería y le dieron la misma explicación. De inmediato empezó una búsqueda masiva en la que participó numerosa gente con nulo resultado.
David se esfumó a los 13 años. Sin dejar rastro alguno. Y hasta ahora.
Mientras, su obra con la cabeza de Cristo pasaba a ocupar el mejor lugar de la galería donde estaba expuesta. Fue contemplada por miles de aficionados, escrutada por críticos y observada con toda meticulosidad por policías. Muchos querían comprar la pieza que, con anterioridad a la desaparición del autor, tenía un precio de salida de 60.000 pesetas. La cotización del cuadro se disparó en pocos días. 










El tiempo transcurría sin noticia al respecto. Por eso en los meses siguientes los progenitores de David peinaron la provincia, establecieron contactos con videntes y médiums, realizaron toda clase de pesquisas... Se gastaron dos millones de pesetas en imprimir fotografías y pasquines con el semblante risueño de un chico de pelo castaño claro y ojos verdes, que colocaron por calles y plazas de España. Llegaron a ofrecer una recompensa de un millón a quien facilitara alguna pista fiable. Todo ello gracias al dinero aportado por familiares y amigos, dada su apretada situación económica. El resultado fue nulo.
David era un niño precoz. Desde su infancia destacó por la habilidad con los pinceles. Tenía de profesor a un tío suyo y destacado artista, José Guevara, que formó parte del grupo Montmartre, integrado por varios profesionales malagueños que en su momento marcharon a Francia y fueron agasajados por el autor del Guernica.
Vivía con sus padres y dos hermanos en un ambiente de clase humilde. El cabeza de familia trabajaba en una fábrica de confección de prendas de vestir. La madre se dedicaba a sus labores domésticas. Carecían incluso de teléfono, por lo que una vecina puso el suyo a disposición de ellos por si llamaban los secuestradores. Aunque nadie pensaba en el rescate, dada la falta de recursos económicos, pero tampoco en una fuga voluntaria.
Era un chaval modélico, tanto en su hogar como en la escuela. Se hacía notar por sus cualidades. "Un niño extraordinario: buenas notas y mejor comportamiento. Nada de introvertido, sino muy serio, responsable y perfectamente integrado en el centro docente", afirmó la directora de colegio Divino Pastor.







Su vida se reducía a marchar por las mañanas al centro escolar, retornaba al hogar para hacer los deberes y después acudía a la academia de arte, junto con su hermano menor, de diez años, que también dibujaba muy bien.
Aquel fatídico día, que ha embargado de dolor a la familia, llegó a casa alrededor de las seis para merendar. Como era habitual. Tomó un yogur, cogió su bolsa vaquera con los materiales de pintura, el bonobús y el carné de estudiante. Pero ni una sola peseta.
Marchó solo porque pensaba acudir a la exposición, antes de ir a recibir la clase diaria de artes plásticas. Estaba citado con un periodista de una emisora local que le iba a hacer una entrevista, dado que era el único niño que formaba parte de la exposición.
Su padre le hizo un croquis. "¿Sabes dónde está el sitio? Si terminas pronto, te vas a la pintura. Si no, te esperas allí y yo voy a recogerte". Se despidió como todas las tardes. Le hacía ilusión hablar por la radio. 150 metros separaban su casa de la parada del transporte municipal que le llevaría al centro de la urbe. Nunca subiría a ningún autobús. Su rastro se desvanecía en este centenar y medio de metros.









¿Qué sucedió en el corto trayecto entre el portal y la marquesina del bus? Ningún conductor de los autobuses que paraban allí lo vio subir. No llegó nunca a la sala de arte.
La Policía descartó inicialmente que hubiera sido secuestrado. Se trataba de una jornada muy especial. "Se dio la circunstancia de que coincidió dicho día con la visita de la reina doña Sofía a la capital malagueña y, puesto que esa zona correspondía a uno de los itinerarios trazados, había rigurosa vigilancia, tanto de agentes de paisano como uniformados, lo que induce a descartar que fuera introducido a la fuerza en un vehículo", explicó el comisario de Málaga por aquel tiempo, José María García Calabuig.
La monarca estaba de visita institucional y, en su recorrido desde el aeropuerto, tenía que pasar por esa zona, por lo que los vecinos de la barriada se echaron a la calle para verla. A David nadie lo vio.
David era un prometedor artista. De ahí las múltiples hipótesis que se han barajado en torno a él. ¿Secuestrado por una red de falsificadores? ¿Explotación de futuros genios? O... ¿se marchó de modo voluntario?
"El pequeño, considerado muy normal y ajeno a cualquier idea de fuga infantil, es calificado por los críticos de arte como un niño prodigio de la pintura, con un gran porvenir nacional por sus excelentes dotes en el plano figurativo y realista".







Diez mil personas se manifestaron por las calles malacitanas para exigir mayor dedicación y esfuerzo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Especialistas en la búsqueda de desaparecidos, acompañados de perros amaestrados, inspeccionaron locales abandonados y semiderruidos, rastrearon la sierra, después la provincia de arriba abajo, pero sin logro alguno. Los filtros en las fronteras con los países vecinos tampoco dieron resultado. 
Los investigadores trabajaron con la hipótesis de que había sido convencido, mediante engaños y falsas promesas, por alguna red de falsificadores de obras de arte que querían aprovechar su habilidad con los pinceles. Las primeras señales condujeron hacia Lisboa, después de que un matrimonio de profesores canarios afirmara haberlo visto acompañado de otros muchachos de su edad pintando vírgenes en el suelo por las zonas más turísticas. El gabinete de prensa de la policía judicial portuguesa confirmó que existían más testigos que ratificaban la presencia de David en un barrio de los suburbios. Los funcionarios españoles que marcharon en su búsqueda regresaron de vacío.
También había suposiciones, como la de un posible accidente o amnesia producida por algún golpe. Toda clase de rumores y teorías empezaron a circular al respecto. Como sucede casi siempre que desaparece alguien, numerosas personas afirmaban haberlo visto en un lado u otro. Que era él, que se le parecía, que podía ser él... Lo habitual en este tipo de sucesos. A ello había que sumar el habitual testimonio de videntes que afirmaban conocer el paradero pero, cuando se investigaba, nada de nada.
A los tres años en un hotel malagueño una camarera encontró una servilleta en la que ponía 'David Guevara. Huelin'. Este último nombre corresponde al barrio donde vivía. En dicho establecimiento estuvo alojado un par de meses, coincidiendo con la desaparición, un acaudalado suizo de 70 años, aficionado a la fotografía. Había conocido al chico, que le hizo una caricatura del rostro y que guardaba en su casa.
La Policía se desplazó de inmediato a Berna, pues sospechaba que podía haberle prestado cobertura económica para que abandonara a los suyos. Las indagaciones chocaron con un serio contratiempo. Aunque localizaron rápidamente su vivienda, había fallecido de muerte natural pocos meses antes. La esposa les mostró el laboratorio fotográfico y toda la colección de imágenes tomadas por el difunto, muy acostumbrado a parar a la gente en la calle para retratarla. Pero en ninguna aparecía David. La mujer no sabía nada al respecto. Adiós a la última pista fiable.










"Lo que hace diferente a este caso es que no hay nada. Es una desaparición limpia. Sin testigos, como si se lo hubiese tragado la tierra o se hubiera disuelto en el aire. Muchas veces he llegado a pensar que si alguien quisiera hacer desaparecer a una persona tendría que utilizar el mismo método que lo acaecido alrededor del niño pintor. En el caso de David no hay nada. Se han planteado mil hipótesis. Se ha buscado en todos los lados. Se ha investigado cualquier pista que nos ha llegado... Nadie puede desaparecer así", manifiesta José Luis Calvo, presidente de PRODENI, asociación cuyo fin es la defensa de los derechos de los menores y que se volcó de lleno en la resolución de este caso.
Se esperaba mucho de David. Apuntaba para genio. Si sigue vivo, ¿lo habrá conseguido? Es una incógnita. Durante muchos años sus padres y sus hermanos, Raúl y Jorge, aguardaron con la esperanza ciega de que pudiera llamar a la puerta en cualquier momento. Nunca se echaba el pestillo. Su habitación se mantenía intacta, con pinceles y pinturas, borradores y lienzos en blanco, estanterías con libros de arte...
Ha transcurrido demasiado tiempo desde aquel Lunes de Pasión, víspera de la Semana Santa. El inicio de un calvario interminable para la familia.

Sin embargo la Policía Nacional reabrió el caso casi 33 años después. David Guerrero Guevara desapareció el 6 de abril de 1987 cuando sólo tenía 13 años. Se trata de unos de los casos más misteriosos de España y que nunca se resolvió: quedó archivado en 1996.

Aunque se le dio oficialmente por fallecido por la familia para poder resolver un trámite legal de una herencia, su familia nunca ha desistido y tampoco la Policía, para quienes siempre ha sido un caso pendiente de resolver.

Ahora, los agentes de la Unidad Adscrita analizan el expediente con ayuda del Grupo de Homicidios para poder investigar desde un prisma distinto. Esta noticia llega después de que Jorge Guerrero, hermano mayor del niño, emprendiera junto al periodista Daniel Carretero una revisión del caso.

Fue entonces cuando la familia y la comisaría comenzaron a recibir anónimos que aportaban posibles pistas del caso. Ese informante dio el nombre de una persona que podía estar implicada en el crimen: Gervasio, un hombre vinculado a la peña El Cenachero, lugar donde el niño pintor se tenía que dirigir para recibir clases de pintura aquella tarde.

También se localizó a una testigo que situaba a David Guerrero en la galería La Maison, lugar donde se exhibía un cuadro que pintó al Cristo de la Buena Muerte. Otras dos personas indicaban que fue visto en las escaleras del edificio de la peña El Cenachero.

Tres personas clave, ya que la investigación que se hizo entonces situaba el último rastro del 'niño pintor' en la puerta de la casa familiar cuando su madre lo despedía desde la ventana. Él se dirigía a coger un autobús, pero ningún conductor vio al niño.

Jorge Guerrero y el periodista también recabaron otras informaciones que situaban al niño a las 18:45 en la parada de autobús del mercado de Huelin y que situaban al niño de pie dentro del autobús.

De hecho, cuando la investigación ya había sido abierta, apareció una nueva y desconcertante pista del caso: un dibujo original del niño que formaba parte de la primera investigación y que apareció en casa de una amiga del niño pintor.



Gemma, una antigua compañera de clase de David, encontró en su buzón un dibujo original que él le regaló justo antes de desaparecer. Ella entregó en aquel entonces esa caricatura a la Policía Nacional y jamás volvió a saber nada de ella.



Ese dibujo, hecho a lápiz, muestra la cara de un señor que la investigación relacionó con un hombre suizo que se hospedaba en un hotel de la ciudad cuando el niño desapareció. Precisamente, en la habitación del sospechoso una camarera de piso encontró una servilleta con el nombre manuscrito de David Guerrero Guevara.

A pesar de que todas las pistas apuntaban a esa persona, la Policía no pudo detenerle a tiempo ya que esto sucedió tres años después de la desaparición y el sospechoso ya había fallecido.

Gemma aseguró que la caricatura que encontró en su buzón es la original ya que tiene la marca de la chincheta con la que colgó la ilustración en su habitación, además de la fecha manuscrita en el reverso.



Resulta extraña la forma en la que llegó a su domicilio actual puesto que ella no está empadronada en la casa en la que reside. Lo cierto es que la Policía cree que esa caricatura es la original ya que no se encuentra en los documentos del sumario guardados en las dependencias policiales. Quién envió ese dibujo de David Guerrero Guevara a Gemma?.

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