El triple crimen de Alcàsser tuvo un macabro antecedente en
1989 en los montes de Macastre. Cuatro años antes de que aparecieran
los cadáveres de Míriam, Toñi y Desirée, otros tres menores murieron en
extrañas circunstancias que investigó la Guardia Civil. Francisco
Valeriano Flores Sánchez, de 14 años de edad, su novia Rosario Gayete
Moedra, de 15 años, y Pilar Ruiz Barriga, también de 15 años,
desaparecieron durante una excursión a un paraje montañoso de Catadau.
Los cadáveres de Rosario y Valeriano fueron hallados días después, sin
signos aparentes de violencia, en diferentes fechas en Macastre, pero el
cuerpo de Pilar apareció mutilado en Turís, todos en la Comunidad de Valencia.
El lúgubre caso, que continúa sin resolver a día de hoy, centra
las investigaciones de un equipo de criminólogos del Gabinete de Criminología Judicial en Almendralejo (Badajoz) , una iniciativa creada para la revisión de
crímenes sin resolver en España. El coordinador de este grupo de
investigadores, el criminólogo y perito judicial Pedro José Forte, asegura que
pretenden ayudar, de manera gratuita, «a familias de víctimas que
llevan muchos años buscando respuestas para esclarecer las muertes de
sus seres queridos».
Mihaela Zlota y Ana Isabel Peris, de la Asociación Laxshmi para
la Lucha contra el Crimen y la Prevención, descubrieron el caso de
Macastre cuando revisaban la documentación del triple crimen de
Alcàsser. Según las hipótesis que barajó la Guardia Civil para explicar
las muertes de Rosario, Valeriano y Pilar, los adolescentes fallecieron
intoxicados por un cóctel de drogas o un cuarto individuo atacó a los
menores en una caseta de Macastre. Pero ninguna de estas posibilidades
pudo ser confirmada por los investigadores de la Guardia Civil.
«Haremos todo lo que esté en nuestras manos para aportar
algo de luz al caso. Un crimen así no puede quedar impune», afirma Ana
Isabel Peris. «Nos parece injusto que no prestaran a las tres víctimas
la atención que merecían», añade Mihaela Zlota. Los menores, que
pertenecían a familias desestructuradas de Paterna y Benimànet,
frecuentaban un conflictivo barrio de Burjassot, donde inhalaban benzol,
la droga de los pobres en aquella época. Valeriano había pasado un
tiempo en un reformatorio. Aquellas muertes apenas tuvieron cobertura
informativa, todo lo contrario a lo que sucedió con el caso de las niñas de Alcàsser
cuatro años después en 1993.
Respecto a la extinción penal del triple crimen de
Macastre, Pedro J. Forte mantiene que el plazo de prescripción «no termine a
los 20 años sin más , ya que depende de cuándo se decretó el archivo y
si hubo imputados o interrupciones en la instrucción».
Los tres menores desaparecieron el 14 de enero de 1989
durante una excursión a Catadau. Cinco días más tarde , el 19 de enero , comenzó el macabro puzzle con el hallazgo del cadáver de Rosario en una
caseta de Macastre, el 27 de enero encontraron en la calle Alcásser de
Valencia un pie amputado de Pilar; el 6 de abril, un hombre descubrió el
cuerpo esquelético de Valeriano cuando buscaba espárragos cerca de la
caseta y el 24 de mayo, unos niños localizaron en Turís el resto del
cadáver de Pilar , le faltaba un pie y una mano , que fue mutilado con
una sierra mecánica, según la autopsia.
En enero del 2018 se cumplen 29 años de aquellas misteriosas muertes. Las arduas investigaciones que realiza la Guardia Civil no arrojaron luz sobre el extraño caso. Una llamada telefónica anónima a Protección Civil posibilitó la detención de un sospechoso que podría haber abandonado el cadáver de Pilar en Turís, pero quedó en libertad por falta de pruebas.
Con una sierra mecánica
Dos de los cuerpos de los menores no presentaban signos de violencia, pero el cadáver de Pilar fue mutilado con una sierra mecánica, según el Instituto Nacional de Toxicología, le faltaba un pie y una mano.
Para algunas personas que vieron los cuerpos no había dudas: alguien asesinó a los menores. Sin embargo, ese alguien nunca pudo ser identificado a pesar de que varios guardias civiles investigaron con esmero las extrañas muertes. Y los familiares de los menores no olvidan ni aceptan lo ocurrido. "Para mi familia, mi hermana está desaparecida, pero no muerta. El cuerpo de Pilar estaba irreconocible, y además tenía una cicatriz en la pierna que no vimos en el cadáver", aseguró Felisa Ruiz.
La Guardia Civil no tenía dudas de que el cuerpo descuartizado
pertenecía a la menor desaparecida. Un minucioso estudio de los restos
humanos en el Instituto Nacional de Toxicología confirmó los resultados
del primer informe realizado en la Clínica Forense de Valencia. La
pierna de la joven había sido cortada con una sierra mecánica. Este
macabro detalle desconcertó a los investigadores.
Un Puzzle Macabro
Un Puzzle Macabro
Una de las hipótesis que barajaba la Guardia Civil en aquel entonces era la muerte accidental de los tres menores tras consumir un cóctel de sustancias. Rosario habría fallecido primero en la casa del campo, su novio Valeriano fue a buscar ayuda, pero también murió intoxicado a los 400 metros de distancia.
Sin embargo, en todo este rompecabezas, algo no encaja , el descuartizamiento del cadáver hallado en Turís. Varias semanas antes de que apareciera el cuerpo mutilado de la joven, una llamada telefónica anónima a Protección Civil informó de que una persona había arrojado un cadáver en Turís. El individuo misterioso dio el nombre de la persona que presuntamente había cometido el crimen. El sospechoso fue interrogado, negó cualquier relación con las extrañas muertes de los niños y quedó libre por falta de pruebas.
Todavía años después de los hechos, Francisco Valeriano, Rosario y Pilar que pertenecían a familias desestructuradas de Benimàmet y Paterna, siguen vivos en el recuerdo de unos pocos.
Los menores frecuentaban en 1989 un conflictivo barrio de Burjassot, donde aprendieron a inhalar benzol, la droga de los pobres en aquella época. Francisco había pasado un tiempo en un reformatorio, pero un fin de semana salió y nunca más regresó.
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