Soledad Donoso Toscano, de 18 años, desapareció la tarde del 28 de septiembre de 1992. Vivía en la Plaza de San Pedro de Córdoba, con su madre María del Carmen y cuatro hermanos.
La joven salió de su casa a las 17:45, para ir a trabajar a la pizzería "Oh La La", de la Avenida de Barcelona s/n, en donde debía presentarse a las 18:00. Llevaba un año trabajando en el local, tras haber abandonado sus estudios. Iba vestida con camiseta negra de cuello alto, pantalones blancos, botines y un bolso marrón. Pero nunca llegó a su trabajo. Sobre las 19:30, los dueños del local llamaron a su casa para preguntar por ella. La familia la estuvo buscando esa noche, sin resultado. Soledad no se había llevado dinero ni ropa.
Así que la familia interpuso la denuncia a las 48 horas de la desaparición. La policía no empezó a investigar hasta una semana después. Lo de siempre: pensaron que se había ido por voluntad propia, porque era mayor de edad.
El 14 de Octubre de 1992, dieciséis días después, un cazador encontró el cuerpo sin vida de Soledad en una zona de difícil acceso del río Guadalquivir, conocida como "El Arenal Alto". El hombre estaba cazando pájaros con una escopeta de plomillos, resbaló y entonces vio el cadáver entre los matorrales.
Estaba irreconocible y en avanzado estado de descomposición. Sólo la ropa indicaba que podía ser ella. Y su bolso, con sus objetos personales, entre ellos un paquete de Winston que le había cogido a su padre, en el que quedaban doce cigarrillos. A la familia no la dejaron verla y su madre se lamentaba: "No nos dejaron ver el cadáver. Ni siquiera la pudimos pasar por la Iglesia porque, al parecer, estaba muy mal." Su hermana María del Mar también expresó su disgusto.
Los
agentes interrogaron a todas las personas cercanas a la joven, y
registraron su habitación minuciosamente. Encontraron un papel con dos
teléfonos de un tal Antonio (el de su casa y el del bar Niza, donde
trabajaba), que la había conocido en la Feria de Córdoba, al que
detuvieron durante unos diez días a pesar de que al menos dos testigos
señalaron la posible implicación de otro joven del entorno de Soledad, Rafael El Fali.
Al final, Antonio tuvo que ser puesto en libertad por falta de
pruebas, tras pagar una fianza de 600 euros.
La autopsia determinó que Soledad había fallecido el mismo día de su desaparición. Su cadáver estaba vestido, pero la cabeza estaba a un metro de distancia del resto del cuerpo, completamente descarnada y con sólo un fragmento de su melena pelirroja. También faltaban vértebras y una de las manos. A pesar de ello, el informe forense no tuvo reparos en concluir que no había señales de violencia en el cuerpo de la joven. “... No es posible determinar la causa de la muerte. No se ha observado ningún indicio que permita, ni siquiera de forma aproximada, deducir las circunstancias en que se produjo, ningún tipo de lesión traumática vital..."
Entonces se comenzó a investigar al segundo sospechoso, Rafael apodado "Fali". Este sujeto era el jefe de la pandilla de los bloques de pisos de La Sagrada Familia. A pesar de tener pareja, mantenía con Soledad una relación esporádica de las calificables como tóxicas, con amenazas, intimidaciones, vejaciones y agresiones físicas. Pero tras interrogarlo declaró que el día de los hechos había estado con su novia, tras bajar desde la base de Cerro Muriano, en donde estaba haciendo el servicio militar, lo que fue corroborado por su pareja.
La autopsia determinó que Soledad había fallecido el mismo día de su desaparición. Su cadáver estaba vestido, pero la cabeza estaba a un metro de distancia del resto del cuerpo, completamente descarnada y con sólo un fragmento de su melena pelirroja. También faltaban vértebras y una de las manos. A pesar de ello, el informe forense no tuvo reparos en concluir que no había señales de violencia en el cuerpo de la joven. “... No es posible determinar la causa de la muerte. No se ha observado ningún indicio que permita, ni siquiera de forma aproximada, deducir las circunstancias en que se produjo, ningún tipo de lesión traumática vital..."
Entonces se comenzó a investigar al segundo sospechoso, Rafael apodado "Fali". Este sujeto era el jefe de la pandilla de los bloques de pisos de La Sagrada Familia. A pesar de tener pareja, mantenía con Soledad una relación esporádica de las calificables como tóxicas, con amenazas, intimidaciones, vejaciones y agresiones físicas. Pero tras interrogarlo declaró que el día de los hechos había estado con su novia, tras bajar desde la base de Cerro Muriano, en donde estaba haciendo el servicio militar, lo que fue corroborado por su pareja.
La mejor amiga de Soledad, Toñi, afirmó que Fali “la había atado y amordazado en la furgoneta”, llegando a rodear su cuello con una cuerda y ejercer presión, intimidándola con una navaja. Otros testimonios indican que “le pasó una navaja por el cuerpo”, “le rompió el sujetador”, “le cortó un mechón de pelo y amenazó con violarla”. A pesar de todo, Soledad parecía incapaz de apartarse de Fali, en contra del consejo de sus amigos, presa de esa extraña fascinación que ciertas jóvenes sienten por los delincuentes.
Toñi cuenta también que "El Fali goza de cierta protección en otros ámbitos... Tiene un tío que es policía, que lo apodan ‘Falconeti’, que se hace acompañar por un tal ‘Manoplas’, teniendo fama de pegarle a quien le daba la gana con total impunidad bajo su uniforme de policía...”. Con todo esto es posible que Rafael El Fali gozará de privilegios y de impunidad a los delitos que cometía.
Una
llamada en la que se informaba sobre la posible implicación de
determinados agentes policiales en el encubrimiento de pruebas que
apuntaban a Fali. parecía confirmar las declaraciones de Toñi, ya que
el citado "Falconeti" se encontraba en activo en aquella época. Pero no
ha trascendido si se llegaron a realizar pesquisas al respecto ni los
resultados obtenidos, porque toda la vinculación hacia Rafael el Fali como implicado acabó amañada y muchos informes sobre su investigación acabó en paradero desconocido, extraviados y perdidos.
La investigación contó con "circunstancias sospechosas y perjudiciales", como que "en el escenario de la muerte no se encontraron varios huesos de la víctima", "el reloj de ella desapareció de la mesa de un funcionario del juzgado antes de ser analizado" y que su DNI "apareció en una comisaría entregado por un ciudadana que se lo encontró en la calle once meses después y no le tomaron declaración" y "varios de los testigos que declaran al final de la instrucción en los años 90 dicen que sus primeras declaraciones podrían haber sido cambiadas, modificadas u omitidas", y en las que "señalaban al segundo de los sospechosos", el Fali.
La familia consiguió que la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Córdoba reabriera el caso en mayo de 2012, para evitar que se cumpliera el plazo de prescripción del crimen.
La jueza levantó el secreto de sumario a los diez meses de la reapertura de la causa, encontrándose una nueva prueba forense que determinó que la joven murió de forma violenta, debiéndose a "varios golpes con un objeto contundente que le propinaron en el mismo lugar en el que apareció el cuerpo". Entre ellos, un golpe en la cabeza que fue mortal de necesidad, según recoge la conclusión de dos informes antropológicos judiciales. Las nuevas técnicas criminalísticas han podido aclarar, además, que Soledad fue asesinada por un único individuo que la trasladó viva hasta El Arenal. La jueza ordenó el verano del 2012 la exhumación del cadáver para someterlo a nuevas necropsias, ya que en la autopsia efectuada en 1992, como queda dicho, el forense señalaba que a consecuencia de la falta de algunas vísceras y el mal estado que presentaban las encontradas "no es posible determinar la causa de la muerte, violenta o natural". El médico que practicó ese examen no observó "ningún tipo de lesión traumática", si bien el cuerpo estaba incompleto por la intervención de alimañas y por las inclemencias del tiempo.
La investigación contó con "circunstancias sospechosas y perjudiciales", como que "en el escenario de la muerte no se encontraron varios huesos de la víctima", "el reloj de ella desapareció de la mesa de un funcionario del juzgado antes de ser analizado" y que su DNI "apareció en una comisaría entregado por un ciudadana que se lo encontró en la calle once meses después y no le tomaron declaración" y "varios de los testigos que declaran al final de la instrucción en los años 90 dicen que sus primeras declaraciones podrían haber sido cambiadas, modificadas u omitidas", y en las que "señalaban al segundo de los sospechosos", el Fali.
La familia consiguió que la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Córdoba reabriera el caso en mayo de 2012, para evitar que se cumpliera el plazo de prescripción del crimen.
La jueza levantó el secreto de sumario a los diez meses de la reapertura de la causa, encontrándose una nueva prueba forense que determinó que la joven murió de forma violenta, debiéndose a "varios golpes con un objeto contundente que le propinaron en el mismo lugar en el que apareció el cuerpo". Entre ellos, un golpe en la cabeza que fue mortal de necesidad, según recoge la conclusión de dos informes antropológicos judiciales. Las nuevas técnicas criminalísticas han podido aclarar, además, que Soledad fue asesinada por un único individuo que la trasladó viva hasta El Arenal. La jueza ordenó el verano del 2012 la exhumación del cadáver para someterlo a nuevas necropsias, ya que en la autopsia efectuada en 1992, como queda dicho, el forense señalaba que a consecuencia de la falta de algunas vísceras y el mal estado que presentaban las encontradas "no es posible determinar la causa de la muerte, violenta o natural". El médico que practicó ese examen no observó "ningún tipo de lesión traumática", si bien el cuerpo estaba incompleto por la intervención de alimañas y por las inclemencias del tiempo.
El criminólogo Félix Rios realizó una reconstrucción del delito en base a
las declaraciones de ciertos testigos, llegando a la conclusión de que
un automóvil procedente del barrio de San Pedro de Córdoba se detuvo
sobre las seis de la tarde en la zona del Arenal Alto, este automóvil era un Volswagen Golf GTI rojo , avistado por varios testigos. De él
descendieron Soledad y un joven de edad, estatura y complexión similar a
ella. Soledad protesta, sus gestos indican que quiere
regresar a Córdoba porque tenía que ir a trabajar. El
joven saca una botella del interior del vehículo y lo cierra con llave, y
se va caminando atravesando la escombrera que separa el coche del río.
Soledad no tiene más remedio que seguirlo. En la orilla del río, tras
una discusión, el joven la golpea hasta matarla. Después arrastra su
cuerpo hasta el agua y se lleva los objetos personales de Soledad.
Regresa al coche y huye a gran velocidad. El vehículo era un Volkswagen
Golf GTI rojo.
Lo que no está claro es si estos testigos llegaron a presentar una denuncia ante la policía por estos hechos o no lo hicieron.
Según la abogada de la familia, Penélope Castejón, Soledad decidió romper con Fali, por lo que éste habría decidido poner fin a su vida tras la discusión que se desarrolló en la zona en dónde se encontró el cuerpo. La importancia de determinar la identidad del propietario del vehículo aumenta teniendo en cuenta que la familia del Fali cuenta con varios modelos similares.
Tanto él como su pareja de entonces son las dos únicas personas que se han negado a colaborar en la investigación, habiéndose comprobado que estuvieron consultando páginas de medios de comunicación en internet sobre el caso y arrancaron carteles en las que se pedía la ayuda de la gente que pudiera tener información del entorno cercano al Fali.
Lo que no está claro es si estos testigos llegaron a presentar una denuncia ante la policía por estos hechos o no lo hicieron.
Según la abogada de la familia, Penélope Castejón, Soledad decidió romper con Fali, por lo que éste habría decidido poner fin a su vida tras la discusión que se desarrolló en la zona en dónde se encontró el cuerpo. La importancia de determinar la identidad del propietario del vehículo aumenta teniendo en cuenta que la familia del Fali cuenta con varios modelos similares.
Tanto él como su pareja de entonces son las dos únicas personas que se han negado a colaborar en la investigación, habiéndose comprobado que estuvieron consultando páginas de medios de comunicación en internet sobre el caso y arrancaron carteles en las que se pedía la ayuda de la gente que pudiera tener información del entorno cercano al Fali.
Por otra parte cuatro grupos de pelos
encontrados en el cuerpo de Soledad, que contenían bulbo y del que se
pueden extraer el ADN y cuya existencia consta en el sumario, se extraviaron.
Otra circunstancia extraña más. También se solicitaron nuevas pruebas
forenses, entre ellas, el análisis de un mechero que estaba junto al
cadáver, así como la colaboración del forense Francisco Etxeberría que participó en el caso Bretón, para complementar informes ya realizados.
La hermana de Soledad Donoso, María del Carmen, se muestra "esperanzada en que el asesino entre en la cárcel", puesto que "todos los indicios llevan al Fali" y comenta que se abrió un número de cuenta y se realizan actividades culturales para "colaborar con el caso". Y es que, "el asesino ha vivido tranquilamente durante más de 20 años, pero ya no."
La hermana de Soledad Donoso, María del Carmen, se muestra "esperanzada en que el asesino entre en la cárcel", puesto que "todos los indicios llevan al Fali" y comenta que se abrió un número de cuenta y se realizan actividades culturales para "colaborar con el caso". Y es que, "el asesino ha vivido tranquilamente durante más de 20 años, pero ya no."
1 comentario:
El fali debe estar entre rejas por este crimen!!
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