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jueves, 19 de octubre de 2017

Caso Cappont , a Isaac Martínez lo Mataron Por Venganza a una Custodia

La mañana del 9 de noviembre de 2006, Isaac Martínez se disponía a salir del parking de su casa con su Volkswagen Touran. Eran las 7 de la mañana, hacía frío en el barrio de Cappont (Lleida) y una densa neblina dominaba el ambiente. Tal vez por eso a nadie le extrañó que en la puerta del garaje se hubiese apostado un hombre con pasamontañas y chaleco reflectante. Cuando Isaac subió la rampa, el desconocido le estaba esperando. Desenfundó una pistola y le vació el cargador entre la espalda y la cara. Le descerrajó seis tiros que le quitaron la vida en el acto. El criminal huyó a pie y nadie consiguió darle alcance. Isaac, de 26 años, dejaba una esposa (llevaba un año casado) y un hijo de 4 meses.
 No hay nadie en la cárcel por ese crimen. Fernando, el padre de Isaac, se encarga de que este suceso no caiga en el olvido. Todas las mañanas coge su furgoneta blanca, llena de flores y fotos de Isaac, y se marcha a trabajar. En las lunas laterales, un cartel: «Ofrezco 20.000 euros a la persona que delate al asesino de Isaac Martínez».

«Al principio dábamos 10.000 euros de recompensa», recuerda Fernando, «pero en vista de que no obteníamos resultados, optamos por doblar la cantidad. Si es una cuestión de dinero, ahí está el nuestro: 20.000 por una pista concluyente». Lo único que precisa la familia es esa prueba que incrimine de forma concluyente al autor material de los disparos. No esperan sorpresas, porque ellos tienen bastante claro quién mató a Isaac.
«No está pagando por ese crimen, pero tenemos muy claro que el asesino de mi hijo es Jordi Rueda». Se trata de la única persona que entró en prisión por la muerte de Isaac. 6 meses pasó entre rejas, hasta que el juez determinó que los tres informes de la policía científica no ofrecían pruebas concluyentes. «Ya se sabe: In dubio pro reo. En caso de duda, no se puede condenar a una persona. Tiene que estar muy claro. Y en este crimen, al asesino le salieron bien las cosas».
Pero, ¿quién es Jordi Rueda y por qué querría matar a Isaac? La madre del asesinado rememora los hechos con precisión. «Yo tengo otro hijo que se llama Raúl, que se separó de su mujer Soraya y consiguió arrebatarle la custodia de una hija que tienen en común. Durante todo aquel proceso, mi hijo Isaac se involucró mucho para ayudar a su hermano. Hizo falta contratar a detectives y recabar pruebas del estilo de vida que llevaba la ex mujer de su hermano. Isaac se implicó al máximo en aquella causa».

Después de que el magistrado le concediese la custodia a Raúl, empezaron los problemas. La familia del fallecido sostiene que ella, indignada por haber perdido a la pequeña, «empezó a inflarle la cabeza a Jordi Rueda, su nuevo novio tras separarse de mi hijo. Le decía que la culpa de haber perdido a la pequeña no la tenía Raúl, sino su hermano Isaac».
Varios incidentes le siguieron a aquellos acontecimientos, aunque los protagonistas no llegaron a las manos en ningún caso. Jordi aparecía por casa de los Martínez para recoger a la hija de Raúl y llevársela con su madre Soraya. Siempre se registraban momentos de tensión. «La última discusión fuerte la tuvimos por unas zapatillas de la niña», recuerda la madre del asesinado. «Aquí le poníamos unas zapatillas y nunca nos las devolvían. Un día decidí hacer lo mismo con el calzado que le había puesto su madre y Jordi Rueda se puso como loco. Me empezó a gritar desde la puerta. Isaac salió por la ventana a decirle que dejase de dar escándalos.
 Tras el incidente, Soraya y Jordi Rueda denunciaron a Isaac por amenazas, pero al final la denuncia no prosperó y ellos mismos optaron por retirarla. «Pero ahí empezaron a planear el crimen», aseguran los padres de Isaac. Se basan en el testimonio de un funcionario de prisiones que vivía en el bloque contiguo al de Isaac y que tras el crimen y después de ver la imagen de Jordi Rueda en las noticias, decidió ir voluntariamente a declarar ante los Mossos d’Esquadra. «Declaró que unos días antes del asesinato había visto a Jordi Rueda en su portal, rebuscando entre los buzones. Le preguntó qué hacía allí y Jordi reconoció que estaba buscando el domicilio de Isaac. Ya lo estaban buscando», lamenta Conchi, la madre de Isaac.

El 9 de noviembre del 2006 Isaac salía de su parking y se disponía a ir a la fábrica de palas de excavadora donde trabajaba. En una esquina de la puerta del garaje estaba apostado el asesino. Parapetado tras un pasamontañas y un chaleco reflectante, esperó a que el Volkswagen de Isaac acabase de subir la rampa. Cuando atravesó la acera, el asesino le disparó desde detrás del coche. La bala impactó en la luna trasera justo cuando el vehículo bajaba el bordillo, por lo que erró en el tiro. En el segundo no falló y le atravesó el tórax. Con el coche ya inmovilizado, se acercó a la ventanilla del conductor y le vació el cargador en la cara. Cuatro tiros que lo mataron en el acto. Asesinado Isaac, el pistolero echó a correr.
«No era un profesional, eso seguro», confirma el abogado de Isaac, argumentándo de la siguiente manera. «Un sicario hace un trabajo más limpio. No dispara por detrás. No se está más de diez segundos. Le espera en la acera y le dispara por la ventanilla. Luego alguien le espera con un coche o una moto y huye. El asesino de Isaac no hizo nada de eso. Actuó torpemente. Tuvo suerte de que no rondasen por la escena del crimen ningún agente de la policía en aquel momento».

Consumado el crimen, el asesino huyó a la carrera. Frente al lugar de los hechos estaban construyendo un concesionario de Citroen. Dos de los trabajadores que se encontraban en el lugar se dieron cuenta del suceso y uno de ellos se echó a correr tras el criminal. A mitad del camino se arrepintió porque pensó que al ir armado podría disparar contra él también y le dejó marchar.
El hecho de ir ataviado con pasamontañas y chaleco reflectante resultó una buena idea para evitar que le identificasen. Ninguno de los testigos presenciales recuerda prácticamente nada del asesino, sólo que llevaba un llamativo chaleco amarillo.
«La otra de las características en la que coinciden los testigos presenciales es que el tipo que disparó tenía una leve cojera en una pierna. Eso coincide con la descripción de Jordi Rueda, que tuvo un accidente de tráfico unos años antes y acusaba una lesión en una pierna».
 Los Mossos d’Esquadra detuvieron a Rueda. Tras hacerle declarar, tomaron muestras de los restos químicos hallados en sus manos y en su ropa. Lo sometieron a un análisis y concluyeron que había efectuado un disparo, porque hallaron restos de plomo, bario y antimonio. «Son tres compuestos químicos que aparecen juntos cuando se efectúa un disparo». En un principio no había dudas y Rueda fue a la cárcel.

Seis meses pasó en prisión, hasta que la defensa solicitó una segunda prueba química, de la que se encargó la Policía Nacional. La decepción de la familia llegó al obtener los resultados: «Rueda, cuyo padre es Guardia Civil, esgrimió que los restos químicos en su ropa y sus manos habían aparecido porque le había cambiado la batería al coche el día de antes». Entre el nuevo análisis químico y la coartada, Rueda fue puesto en libertad por falta de pruebas.
La familia de Isaac pidió un tercer análisis; el del desempate. Le fue encargado a la Guardia Civil, que elaboró un informe contradictorio. «Confirmaron que los restos químicos se debían a un disparo, pero también concluyeron que el fulminante (una pieza de la bala) no coincidía con lo que habían detectado en los análisis. Es decir, que había pegado tiros, pero que no lo había hecho supuestamente con el arma homicida».
Después de la tercera prueba, Rueda quedó exculpado y en libertad sin cargos. La defensa de Isaac pidió el sobreseimiento provisional del caso para, en un futuro, poder reabrirlo «cuando la ciencia haya avanzado lo suficiente y sea capaz de determinar de forma concluyente que los restos químicos de la ropa de Rueda se deben a que disparó contra Isaac.

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