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miércoles, 4 de octubre de 2017

La Parricida de Santomera , Paquita González

En enero del 2002, Paquita González, rota por el dolor,estrangula y entierra a sus dos hijos pequeños en el cementerio de Santomera (Murcia). Todo el pueblo la acompañaba ante una tragedia que hizo estremecer hasta la médula a una localidad pequeña que se ha convirtió en el foco de toda España. Paquita caminaba destrás de los ataúdes blancos junto a su marido, un hombre fornido, camionero. La mujer, que entonces tenía 33 años, llevaba una mano vendada. Nadie pareció percatarse. El dolor de una madre contagió a todo un pueblo. Una madre que lloraba, que sufría, que parecía fuera de este mundo por culpa de un sufrimiento como no hay otro igual.
Pero la Guardia Civil sí sabía a qué se debía esa venda. La Guardia Civil estaba segura de que Paquita González no era la madre doliente que aparentaba en el entierro de sus niños. Los agentes que investigaron el crimen horroroso, sospecharon que había sido ella la que mató a sus propios hijos. Y que tras esa venda se ocultaban los arañazos que los niños le propinaron cuando se trataban de defender de su propia madre, cuando se ahogaban con el cable de un cargador de móvil, del que su madre tiraba y tiraba hasta quitarles la vida. Nada más enterrar a los niños, fue detenida.


Fue sin duda uno de los crímenes más horribles que se han producido en nuestro país. Aquella madrugada del 19 de enero del 2002, Francisco Miguel, de 6 años y Adrián Leroy, de 4, perdían la vida por estrangulamiento mientras dormían en sus camas. La versión que dio Paquita es que mientras ella dormía junto a los pequeños en su dormitorio, su marido estaba trabajando en Francia, dos ecuatorianos entraron en la vivienda a robar, la atacaron y perdió el conocimiento. Al despertar se encontró con sus hijos muertos.
Un cristal roto desde fuera y la falta de algunas joyas dieron cierta credibilidad a la versión. Pero las autopsias a los cadáveres de los niños desmontaron poco a poco la coartada de la madre. El dato más contundente sin duda fue el hallazgo de piel de la madre entre las uñas de uno de sus hijos, los arañazos de defensa la delataron. Paquita al verse acorralada acabó confesando los crímenes, pero aseguró no recordar nada y lo justificó diciendo que esa noche había tomado grandes cantidades de alcohol y cocaína.


La realidad resultó ser más dolorosa que todo eso. En el juicio se demostró que Paquita actuó movida por los celos hacia su marido.  Inmersa en una viciada relación de amor y odio , atormentada por las  infidelidades de él, decidió atacarle de la manera más cruel y sádica , donde más le podía doler ,en sus hijos. Había planeado perfectamente los crímenes, ella mató a los niños, ella  rompió el cristal desde fuera de la vivienda, ella escondió las joyas para simular el robo, ella  alertó al tercer hijo, de 14 años y que dormía en la habitación de al lado, de que había oído un ruido; y ella instó a su hijo mayor a que viera los cadáveres de los pequeños y a que avisara a la familia.
Francisca González fue condenada a 40 años de prisión por sendos delitos de asesinato. La sentencia determinó que era plenamente consciente de los hechos. Había consumido whisky y cocaína, pero lo hizo para infundirse valor y llevar a cabo los asesinatos, que ya tenía planeados. No estaba loca. Así lo indicaron los informes psiquiátricos. Sufre lo que se llama síndrome de Medea, es decir, el matar a los propios hijos para hacer sufrir al cónyuge. En el próximo artículo seguiremos hablando de Santomera , de otro de los crímenes mas espantosos y horrendos que fue presenciado por los vecinos del lugar.

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