Jordi Magentí, autor de los asesinatos de Paula Mas y Marc Hernández en el pantano de Susqueda, movió su principal ficha, su mujer, Nancy Londoño declaró en el juzgado para defender a su marido y ayudarle en la construcción de una coartada sobre
lo que pasó en el embalse al día siguiente del crimen. La mujer, recién
llegada de Colombia, donde vive, describió a su marido, al
que conoció en las redes sociales y con el que se casó en el 2013, como
un hombre normal, con el que nunca había sentido miedo ni temores. Sin embargo lo que contó Nancy Londoño en el juzgado no tiene nada que ver
con lo que ella explicó a los policías de la Unidad Central de
Desaparecidos de los Mossos, cuando hablaron con ella por
videoconferencia. La mujer se marchó a Colombia al día siguiente de que
fueran descubiertos los cuerpos de Marc y Paula,es decir el 25 de agosto del 2017. En el sumario, hay personas interrogadas que aseguraron que el billete de ida lo
compró Magentí sin consultarle y de un día para otro, la
esposa aseguró que el viaje estaba planificado porque el matrimonio
había decidido instalarse de nuevo en Colombia, donde ya vivieron unos
meses.
Tampoco coincidió lo que tanto ella como el propio Magentí narraron a los Mossos sobre lo que hicieron en el pantano ese 25 de agosto del 2017, al día siguiente de los asesinatos. No fueron interrogatorios oficiales, pero sí una información importante tanto para los investigadores como para el fiscal Víctor Pillado y el juez Javier Burgos. Tanto él como ella habían contado que aquella mañana fueron al embalse a pescar, que Magentí se ausentó durante más de una hora y que dejó a su mujer junto a la orilla pescando, de hecho, ella facilitó a los investigadores tres fotografías de la zona que realizó con su móvil. Pues bien, Nancy Londoño aseguró después que no estuvo sola en ningún momento y que cuando su marido se ausentó, fue por poco rato y que nunca le perdió de vista, era la primera contradicción. Los investigadores sostienen que el día de los asesinatos Magentí no tuvo tiempo de manipular la escena del crimen, esconder los cadáveres y ocultar el coche de la pareja en el fondo de las aguas del pantano, por eso realizó el trabajo en dos días, fue precisamente el tiempo durante el que su mujer estuvo sola pescando cuando el hombre aprovechó para conducir el Opel Zafira de Paula y Marc y llevarlo hasta la playa de los Chinos, la única con acceso directo de un vehículo hasta el agua y de cuya existencia sólo una persona bien conocedora del lugar puede saber.
Durante la hora larga que duró el interrogatorio, tanto el juez como el fiscal preguntaron con intención a la mujer, intentando que se saliera del “guion completamente estudiado” con el que llegó a los juzgados. La abogada María Monguilod, en nombre de las familias de las víctimas, aseguró a la salida que el relato de la testigo no había resultado creíble. “Faltaba espontaneidad y veracidad”, las veces que se intentó que saliera del guion, la mujer se limitó a responder “no me acuerdo”. En los atestados, los Mossos aseguran que la mujer vivía atemorizada y con miedo, era conocedora de los antecedentes de su marido, que ya asesinó a su primera mujer, e incluso de madrugada enviaba mensajes de auxilio a amigos y familiares en Colombia, avisando de que estaba en peligro. Cuando se le preguntó por ese episodio, aseguró que ella nunca envió esos mensajes y apuntó que pudo tratarse de “un troyano” que alguien le coló en su teléfono,otra contradicción más y encima de fábula. Para el abogado de la defensa, Benet Salellas, los testimonios de Nancy Londoño y de su hija, que también prestó declaración, evidenciaban que hay un inocente en prisión y nadie está buscando al verdadero asesino del pantano.
Entre el centenar de pruebas que el juez Javier Burgos encargó a la Unidad Central de Desaparecidos está la del estudio al Opel Zafira con el que la pareja llegó al pantano. El análisis se centró en determinar si los daños que presentaba en sus bajos son compatibles con haber circulado a gran velocidad por la carretera en mal estado que separa el primer tramo del embalse, donde los Mossos sitúan el escenario del crimen, de la playa en la que el asesino quiso ocultar el coche. El Opel Zafira lo llevaron al complejo policial de Egara, tras haberlo recuperado de un desguace de Murcia.
Tampoco coincidió lo que tanto ella como el propio Magentí narraron a los Mossos sobre lo que hicieron en el pantano ese 25 de agosto del 2017, al día siguiente de los asesinatos. No fueron interrogatorios oficiales, pero sí una información importante tanto para los investigadores como para el fiscal Víctor Pillado y el juez Javier Burgos. Tanto él como ella habían contado que aquella mañana fueron al embalse a pescar, que Magentí se ausentó durante más de una hora y que dejó a su mujer junto a la orilla pescando, de hecho, ella facilitó a los investigadores tres fotografías de la zona que realizó con su móvil. Pues bien, Nancy Londoño aseguró después que no estuvo sola en ningún momento y que cuando su marido se ausentó, fue por poco rato y que nunca le perdió de vista, era la primera contradicción. Los investigadores sostienen que el día de los asesinatos Magentí no tuvo tiempo de manipular la escena del crimen, esconder los cadáveres y ocultar el coche de la pareja en el fondo de las aguas del pantano, por eso realizó el trabajo en dos días, fue precisamente el tiempo durante el que su mujer estuvo sola pescando cuando el hombre aprovechó para conducir el Opel Zafira de Paula y Marc y llevarlo hasta la playa de los Chinos, la única con acceso directo de un vehículo hasta el agua y de cuya existencia sólo una persona bien conocedora del lugar puede saber.
Durante la hora larga que duró el interrogatorio, tanto el juez como el fiscal preguntaron con intención a la mujer, intentando que se saliera del “guion completamente estudiado” con el que llegó a los juzgados. La abogada María Monguilod, en nombre de las familias de las víctimas, aseguró a la salida que el relato de la testigo no había resultado creíble. “Faltaba espontaneidad y veracidad”, las veces que se intentó que saliera del guion, la mujer se limitó a responder “no me acuerdo”. En los atestados, los Mossos aseguran que la mujer vivía atemorizada y con miedo, era conocedora de los antecedentes de su marido, que ya asesinó a su primera mujer, e incluso de madrugada enviaba mensajes de auxilio a amigos y familiares en Colombia, avisando de que estaba en peligro. Cuando se le preguntó por ese episodio, aseguró que ella nunca envió esos mensajes y apuntó que pudo tratarse de “un troyano” que alguien le coló en su teléfono,otra contradicción más y encima de fábula. Para el abogado de la defensa, Benet Salellas, los testimonios de Nancy Londoño y de su hija, que también prestó declaración, evidenciaban que hay un inocente en prisión y nadie está buscando al verdadero asesino del pantano.
Entre el centenar de pruebas que el juez Javier Burgos encargó a la Unidad Central de Desaparecidos está la del estudio al Opel Zafira con el que la pareja llegó al pantano. El análisis se centró en determinar si los daños que presentaba en sus bajos son compatibles con haber circulado a gran velocidad por la carretera en mal estado que separa el primer tramo del embalse, donde los Mossos sitúan el escenario del crimen, de la playa en la que el asesino quiso ocultar el coche. El Opel Zafira lo llevaron al complejo policial de Egara, tras haberlo recuperado de un desguace de Murcia.
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