lunes, 30 de julio de 2018

Guillermo Fernández Bueno ,El Asesino que Conmocionó a toda Vitoria

Guillermo Fernández Bueno, llegó con 23 años a Vitoria en octubre del 2000 para trabajar en la construcción. Tres meses después, el 6 de enero del  2001, fue detenido por violar a dos mujeres, a una de las cuales asesinó brutalmente. Aquel crimen conmocionó a la capital alavesa. El miércoles 25 de julio del 2018, Fernández Bueno, condenado a 36 años de prisión por estos delitos, se ha fugado durante un permiso de la cárcel de El Dueso (Cantabria). Comenzó a disfrutar de permisos penitenciarios en 2012. Siempre regresó.
Este “delincuente peligroso” con rasgos de psicópata, según la descripción que hizo de él un psiquiatra en el juicio por el asesinato, violó a una panadera en su establecimiento en Vitoria y solo un mes después se ensañó con una “violencia inusitada” hasta acabar con la vida de una limpiadora del bar Acua de la misma ciudad. Por el primer delito fue condenado a nueve años de prisión y acumuló una pena de 26 años por agredir sexualmente y matar a la segunda, aunque las dos condenas fueron refundidas y quedaron en 22 años de cárcel.


Fernández Bueno, de gran estatura y complexión fuerte, se dejó llevar por su personalidad “sádico agresiva” para perpetrar aquellos actos. El 12 de noviembre del 2000 entró en una panadería céntrica de Vitoria aprovechando que la empleada había dejado la persiana entreabierta. La víctima se encontraba sola en el obrador y comenzó a gritar cuando vio entrar al desconocido. Tras golpearla y derribarla, la violó entre amenazas. Después la encerró en el baño del local y le dijo que no avisara a la policía hasta después de un tiempo.
Un mes después, el 14 de diciembre, volvió a las andadas, ya que Fernández Bueno entró en el bar Acua, que solía frecuentar y se dirigió a la cocina tras saltar el mostrador. La sentencia de la Audiencia de Álava, del 2002, detalló que el agresor abordó a la limpiadora del establecimiento, Ana Rosa Aguirrezabal, de 34 años, a quien golpeó con una botella en la cabeza, provocándole la pérdida del conocimiento. El condenado la desnudó de cintura para abajo y consumó la violación mientras le presionaba fuertemente el cuello y el mentón con la mano.


La limpiadora murió por asfixia, pero Fernández Bueno le dió al asunto un trato aún más macabro a aquella muerte. Trató de cortarle el cuello con una espátula, sin conseguirlo, y luego empleó un cuchillo de sierra para hacerle varios cortes. Él alegó en la vista oral que actuó bajo los efectos del alcohol y las drogas y que se autoinculpó tras su detención porque los policías le indujeron a hacerlo. Sin embargo, en el local se encontraron pruebas que le incriminaron claramente, siete huellas de una zapatilla de deportes de su propiedad fueron halladas en el bar, sus huellas dactilares manchadas de sangre quedaron marcadas en el mostrador y una cazadora suya llevaba restos de sangre de la mujer.
Fernández Bueno fue detenido pocos días después dentro del mismo bar Acua donde había cometido aquel crimen.

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