Sin embargo, las 90 cuchilladas -ni 24 ni 40, como se dijo inicialmente- asestadas con armas distintas, como ha salido a la luz esta semana, han dado un vuelco a este truculento suceso. Todo hace pensar que alguien más acabó con la vida de Mimi, que opuso gran resistencia. Así lo sospechan los investigadores y la acusación particular desde hace tiempo. La defensa, por su parte, coincide en que «hay más de una persona implicada que nada tiene que ver con Sergio».
Se desconoce el motivo de semejante ensañamiento , una vez descartado el móvil sexual o el robo. Una de las hipótesis que se investigan es que existirán vínculos emocionales y que a Sergio le moviese el ánimo de venganza por envidia. Se baraja la opción de que la joven pudo amenazar al sospechoso con contarle a su novia Celia que mantenían o habían mantenido relaciones sexuales. O que él lo intentara y fuera rechazado. Ello la «odiaba», aseguran fuentes cercanas al caso. Tampoco se descarta que tuviera celos.
Esta hipótesis se vería reforzada por la declaración de una testigo que escuchó en ese lugar y en la franja horaria en la que se cree que se cometió el crimen -20.40 y 20.50 horas- la voz de una chica gritar: «¡Suelte, déjeme! », aunque no pudo ver nada. Otra mujer aseguró que vio a Mimi con las mascotas, dos suyas y dos de su amiga. Iba sola, por lo que siempre se ha pensado que no había quedado con nadie.
Sergio, quien mantiene su inocencia y permanece en prisión desde el pasado 16 de agosto del 2019, explicó tras aparecer el cadáver que cuando se produjo el homicidio estaba jugando a la Play Station, un extremo que resultó ser cierto. Sin embargo, los agentes desmontaron su coartada al averiguar que durante un buen rato, coincidiendo con la hora del crimen, permaneció inactivo. En ese tiempo, diez minutos, le habría dado tiempo a salir, agredir a la joven y regresar.
Mientras sigue en prisión -la Audiencia Provincial rechazó esta semana el recurso de su defensa-, se está a la espera de conocer los resultados de las pruebas practicadas en las ropas recogidas el 13 de agosto del 2019, día de su detención. También se incautaron los teléfonos móviles y material informático . Aunque la triangulación de los móviles de la víctima y del presunto agresor no arrojaron ninguna fecha relevante, el terminal de Mimi fue manipulado para borrar datos comprometedores.
El cadáver fue hallado junto a un camino transitado por deportistas por una pareja que caminaba por la zona. Estaba cosida a cuchilladas. Las mascotas que había soltado ni ladraron ni la defendieron. Por eso los investigadores barajaron desde el primer momento la teoría de que el autor o autoras eran conocidos.
La teoría de un segundo autor podría ayudar a despejar esta y otras interrogantes. Mientras, el arma homicida sigue sin aparecer. Parte de la hoja quedó alojada en el cadáver, dada la virulencia del ataque. Se trata de una información muy importante para la investigación, ya que permite averiguar su procedencia.
El sospechoso, experto pescador, tenía en casa de sus padres un par de armas blancas. Los agentes se llevaron un machete que nada tuvo que ver con los hechos. Sergio acudió al tanatorio tras el crimen con heridas en el rostro, cara y un brazo. No se quitó el abrigo. Dijo que las lesiones se debían a su trabajo. ¿Se las hizo Mimi?
Su defensa pone el foco en una docena de personas con las que la fallecida habría mantenido algún tipo de contacto. Sostiene que en ese grupo, en el que hay policías, guardias civiles y militares, se encuentra el verdadero asesino. Y trata de anular la prueba del ADN hallado en la ropa de la víctima . Aluden a que hacían juntos la colada y ha habido transferencias. Una incógnita más en este puzzle incompleto.
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