miércoles, 1 de septiembre de 2021

María Dolores Sánchez Moya, Desaparecida Por la Noche

 

La desaparición de María Dolores Sánchez Moya viene marcada por la inoperancia con la que se trató su caso desde sus primeras semanas, no es hasta pasado los tres meses cuando por fin dejaron redactar formalmente la denuncia, presentándose la madre ante las dependencias. También existe una vaga existencia de sus referencias en los medios de comunicación y ni siquiera se puede tirar de mucho hilo con el que poder investigar su desaparición, aunque todo podría indicar que sucedió durante la noche del 23 de Julio del año 1990 y posiblemente ella habría sufrido algún percance a manos de quien fuera su pareja. 

Ocurrió en Medina del Campo de camino entre su casa, ubicada en la calle Mota, número 13, y la estación de tren. Esa mañana tenía que ir a trabajar como asistenta del hogar a un domicilio particular de Huerta del Rey en Valladolid, pero nunca llegó. Tenía 21 años.



Su hermana Teresa Sánchez Moya confesó  que ya se temen lo peor. «Es lo que nunca quieres pensar, pero es lo más realista. Si se hubiese querido marchar, ya habría dado alguna muestra de que está viva, poniéndose en contacto con nosotros o con pistas indirectas a través de una renovación de la cartilla de la Seguridad Social o del DNI», aseguró. Además, la joven solo llevaba consigo un pequeño monedero y nada más. Ni sueldo adelantado, ni tarjetas, ni móviles, ni cartilla de ahorro, ni bolso, ni ropa de recambio. Imposible que se hubiera fugado por decisión propia.

En su deseo de encontrar una explicación, llegó a pensar que María Dolores, de corazón solidario y gran amante de los niños, se pudo haber ido de misionera, pero no fue así. Más adelante llegó a sopesar que alguien le hubiese dado un empujón o causado golpes, incluso sin querer, y que terminaría arrepintiéndose y contándolo. Nada.



También los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad siguieron la pista de un ex novio con el que terminó mal y así lo reflejó en su diario, un cuaderno donde se desahogaba e incluso llegó a escribir que la maltrataba. Pero este hilo de la ex pareja no llegó a ninguna parte aunque se supone que se debería profundizar mucho más en esa hipótesis de que fuera él quien haya hecho desaparecer a María Dolores Sánchez Moya y por la razón que sea algo se escapa para que no sea descubierto. 

Así que Teresa y sus hermanos no paran de maldecir la costumbre de Dolores de atajar el camino hacia la estación de tren por detrás del Castillo de la Mota, entonces era un paraje apartado, oscuro y siniestro. «Era un pinar que entonces estaba mal, muy poco iluminado, pero le gustaba acortar el camino por esta senda. No sabemos si en esta zona le pasó algo o alguien la subió a un coche. Lo que está claro es que las amigas que le esperaban para ir juntas en tren a Valladolid el día 24 de Julio por la mañana, ya en la parte de abajo, junto al cementerio, nunca la vieron llegar», recordó Teresa.

Hay un dato que nunca se ha podido contrastar y que podría arrojar algo de luz al caso y es si esa noche durmió o no en casa con su madre. La víspera era día de fiestas en el barrio de Mota de Medina del Campo y quizá se topó con alguien. La progenitora afirmaba que sí durmió en casa, pero Teresa tiene dudas. «Estaba muy afectada y mi madre pudo decirlo obsesionada. Cuando estaba en hospital, poco antes de morir, solía decir: «Abre el armario, porque dentro está Dolores. No se lo acababa de creer», recordó Teresa.

La hermana asegura que en todo este tiempo han pasado por momentos tristes, como promover la declaración de fallecimiento de Dolores para allanar la escritura de un piso para un hermano y también comprobar con tristeza que en Medina del Campo pocos saben de la desaparición. «Pusimos una pancarta el 9 de marzo y la sorpresa es que en el Ayuntamiento casi nadie conocía el caso de Dolores», lamentó.

Otra sorpresa ha sido comprobar que no son un caso aislado en España. «Participando en los programas te das cuenta de la cantidad de casos de desaparecidos en España y sobre todo de chicas y jóvenes», concluyó.



El caso de María Dolores Sánchez Moya está colgado aún en la página del Centro Nacional de Desaparecidos, lo mismo que otra denuncia de gran impacto mediático,la desaparición de las niñas de 14 años Manuela Torres Bougueffa y Virginia Guerrero Espejo en Aguilar de Campoo el 23 de abril de 1992.

Las pesquisas no solo han sido infructuosas, sino que la familia llegó  a albergar una esperanza cuando apareció una mandíbula en un embalse en octubre de 2017 y el resultado del cotejo del ADN resultó negativo.

Cuando se conoció el informe, en febrero de 2018, los familiares de las desaparecidas mostraron su indignación por «el sufrimiento innecesario» que les causó la filtración del informe forense sobre la mandíbula aparecida en el pantano del Ebro, en Cantabria. El cotejo del ADN de la pieza ósea no reflejó «ninguna coincidencia» con los datos de familiares de personas desaparecidas. El hermano de Virginia, Emilio Guerrero, mostró su «absoluta indignación». No fue el único revés que se llevaron los allegados. Al poco de la desaparición, saltó una información de que se habían montado en un Seat 127 blanco con matrícula de Valladolid, pero la Guardia Civil peinó toda la comarca y no encontró un solo testigo que confirmara tal afirmación.

Respecto a María Dolores Sánchez Moya habría que incidir más sobre el entorno que tenía junto a su ex pareja y ahondar en aquellos días, situarlo en esas fechas y colocarle en aquellas horas.

La hermana asegura que en todo este tiempo han pasado por momentos tristes, como promover la declaración de fallecimiento de Dolores para allanar la escritura de un piso para un hermano y también comprobar con tristeza que en Medina del Campo pocos saben de la desaparición. «Pusimos una pancarta el 9 de marzo y la sorpresa es que en el Ayuntamiento casi nadie conocía el  caso. te das cuenta d en España y sobre todo de chicas y jóvenes», concluyó.


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