miércoles, 13 de octubre de 2021

El Crímen del Juego de Rol

 


Se conoce como crimen del rol al asesinato de Carlos Moreno, un empleado de limpieza de cincuenta y dos años. En la madrugada del 30 de abril de 1994, Carlos Moreno fue asesinado en Madrid en una parada de autobús de la calle Bacares del barrio de Hortaleza


Aunque en principio se pensó en un robo, las investigaciones policiales llevaron a la detención de dos jóvenes: Javier Rosado y Félix Martínez Reséndiz, que en realidad habían seguido las instrucciones de un macabro juego inventado por el propio Rosado, el de buscar a alguien de determinadas características para asesinarle. 


Los medios de comunicación se apropiaron del caso, generando una preocupación generalizada y una avalancha masiva de críticas contra los juegos de rol, pese a que no había ninguna relación.



El propio suceso, bautizado como «el crimen del rol», dio inicio a una tendencia periodística de relacionar todo lo concerniente a estos juegos con patologías criminales. Las asociaciones de jugadores de rol culparon entonces a los medios de comunicación de haber desprestigiado sus actividades debido a su ignorancia inconsciente o deliberada de estos temas y el poco interés por realizar una investigación seria y objetiva de los mismos, a menudo prefiriendo exagerar los hechos y utilizando fuentes no contrastadas o simples rumores.



Posteriormente otros sucesos, como asesinatos, profanaciones o vandalismo ritual, serían relacionados con los juegos de rol, de forma sistemática por desconocimiento o por simple sensacionalismo.

Javier Rosado, estudiante de Química de veintiún años y cabecilla e inductor del crimen, había creado un juego llamado Razas y convenció a su amigo Félix Martínez, estudiante de COU de diecisiete años, de salir en busca de una víctima a la que asesinar antes de las cuatro y media de la madrugada.



En principio decidieron buscar a una mujer, pero tras varias elecciones infructuosas se decidieron por Carlos Moreno, un hombre de cincuenta y dos años. En principio se acercaron a él y le pidieron todo su dinero, como excusa para sacar los cuchillos que llevaban y registrarle. Carlos se resistió con todas sus fuerzas, forcejeando con los dos jóvenes e insultándoles, pero éstos se limitaron a apuñalarlo y lo empujaron hacia un parque cercano donde lo mataron.



A pesar de haber tomado algunas precauciones para evitar ser descubiertos, finalmente la policía, tras descartar el móvil del robo, y utilizando un trozo de guante de látex encontrado en el lugar del asesinato terminó arrestando a los dos jóvenes, que fueron puestos a disposición judicial y trasladados a los juzgados de la Plaza de Castilla. La policía obtuvo una orden de registro y al acceder al dormitorio de Javier Rosado se encontraron con una biblioteca de más de tres mil volúmenes de temas dispares como manuales de ocultismo, obras del Marqués de Sade y Adolf Hitler, revistas sobre temas paranormales, quince cuchillos y, lo que llamó la atención de la prensa y encendió la popularidad del suceso, abundantes manuales de rol.

El 18 de febrero de 1997 Javier Rosado fue sentenciado a cuarenta y dos años y dos meses, por asesinato, robo y conspiración para el asesinato; su cómplice, Félix Martínez, fue sentenciado a doce años y nueve meses de reclusión menor por los mismos delitos. Los condenados también fueron sentenciados a pagar una indemnización de veinticinco millones de pesetas a la familia de la víctima.



No se tomaron en cuenta las declaraciones del propio Javier Rosado en las que declaraba no tener interés por el juego de rol: «El rol me repugna. Sólo he jugado a Razas. Es un juego inventado por mí, en el que no interviene el azar. Por eso se juega sin dados. Es un juego de estrategia. El tiempo no existe, el acto carece de importancia, eso da igual, la persona carece de importancia».

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