Es una nueva orden mundial y el tener que vivir en la situación de calle está tan actualizado que dado sus números, asusta. En pleno siglo XXI, sobrevivir es una tarea de lucha dentro de una jungla poblacional entre jauría humana. Personas que solamente por poder dormir mínimamente en silencio, aunque estén en medio de un parque o portal de cajero automático, ya se considera, lujo. Colectivo donde la mayoría sufre de trastornos mentales, ocasionados por su día a día en las calles, expuestos a sufrir robos, de lo poco que tiene, ropa, bolsa, calzado, agresiones, rechazos, suciedad, escasez de agua, de higiene, lucha por mantener su lugar preferencial. Un drama invisible, patente a todas luces.
Las personas sin hogar ven reducida su esperanza media de vida en 20 años respecto el resto de la población y presentan entre 2 y 50 veces más problemas de salud físicos que el resto de la población. Además, las condiciones de vida de este colectivo son un agravante, dando lugar a enfermedades o cronificando las ya existentes. La prevalencia de enfermedades como la tuberculosis o el VIH son elevadas en relación al resto de la población. En España, diversos estudios sobre salud mental entre personas en situación de sin hogar sitúan la tasa de esquizofrenia entre un 4% y un 13% y la de depresión mayor entre un 2% y un 20%.
La mayoría de las personas sin hogar no acceden a los servicios de atención primaria, sino que son atendidas a través de los servicios de urgencias en una situación grave o extrema. El Instituto Nacional de Estadística señala que un 24,3% de las personas sin hogar de nacionalidad española y un 75,7% de otras nacionalidades no tenía tarjeta sanitaria. Los problemas de salud específicos, así como las peores condiciones de salud y hábitos de este colectivo, se ven agravados por la aplicación de medidas específicas como el RDL16/2012, que impiden el acceso a servicios de atención primaria a personas que se encuentran en situación irregular.
El sinhogarismo femenino es un fenómeno afectado por causas estructurales diferentes y con dificultades añadidas en relación al masculino. Los diferentes factores que inciden sobre las decisiones vitales y las vulnerabilidades de las personas se encuentran marcados por el género de manera decisiva.
Los programas de acercamiento y atención social y sanitaria con personas sin hogar surgen como un recurso intermedio entre la calle y los recursos sociales y sanitarios, justificando su pertinencia en la medida en que mejora la situación y la calidad de las intervenciones con esta población y sirve de puente entre la personas sin hogar y aquellos otros recursos especializados que faciliten la inserción social de este colectivo.
Enfocamos nuestro trabajo en la reducción de desigualdades sociales en salud, en concreto nos dirigimos a aquellas personas sin hogar más vulnerables y más alejadas de los recursos sociales y sanitarios, como pueden ser personas sin hogar consumidoras de drogas, migrantes, jóvenes que comienzan a consumir drogas por vía parental y que viven en la calle, etc.
Tenemos como objetivo eliminar las barreras de acceso a los circuitos públicos sociales y sanitarios, mejorando el estado bio-psico-social de las personas sin hogar, ofreciendo herramientas de capacitación en educación y promoción de la salud, trabajando el empoderamiento, las habilidades sociales y la autoestima, así como reduciendo el estigma y la discriminación.
Los programas de atención han detectado un incremento progresivo de las mujeres entre las personas consumidoras de drogas y/o sin hogar atendidas en los programas de la organización. Más allá de las vivencias comunes para las mujeres y los hombres usuarios de drogas, hay algunos aspectos indudablemente diferentes. Ambos desarrollan dependencias con características específicas y con factores de vulnerabilidad y de protección diversos. Las mujeres con uso problemático de drogas pueden sufrir cuadros más complejos con repercusiones físicas y psicológicas más graves, si al consumo se añaden circunstancias como el abuso sexual, violencia, conflictos con la familia, desempleo o trabajo precario, dependencia económica, embarazos no deseados, presencia de hijos en acogida tutelar o adopción y dependencia emocional, entre otras.
Relacionado con la falta de acceso a la vivienda, nos encontramos también con la situación específica de personas que viven en asentamientos, que se caracterizan por ser infraviviendas sin condiciones de habitabilidad, estabilidad o seguridad. Las comunidades autónomas en las que estamos presentes son Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Galicia y Canarias.
Los programas de atención de la organización también han detectado un incremento progresivo de las mujeres en situación de sinhogarismo, especialmente vulnerables. Más allá de las vivencias comunes para las mujeres y los hombres usuarios de drogas, hay algunos aspectos indudablemente diferentes. Ambos desarrollan dependencias con características específicas y con factores de vulnerabilidad y de protección diversos. Las mujeres con uso problemático de drogas pueden sufrir cuadros más complejos con repercusiones físicas y psicológicas más graves si al consumo se añaden circunstancias como el abuso sexual, violencia, conflictos con la familia de origen, desempleo o trabajo precario, dependencia económica, embarazos no deseados, presencia de hijos en acogida tutelar o adopción y dependencia emocional, entre otras.
La invisibilidad de la compleja situación específica de las mujeres con uso problemático de drogas en las estadísticas y datos oficiales de los servicios de atención social y sanitaria a personas drogodependientes es una muestra de la especial vulnerabilidad de estas mujeres frente a la atención que se presta a los hombres.
Tras más de 25 años de trabajo de reducción de daños y de prevención y mitigación de los riesgos psicosociales asociados al consumo de drogas, hemos venido identificando un fenómeno entre la población que es la situación de sin hogar de personas vinculadas a nuestros programas de atención a personas usuarias de drogas.
Relacionado con la falta de acceso a la vivienda, nos encontramos también con la situación específica de personas que viven en asentamientos, que se caracterizan por ser infraviviendas sin condiciones de habitabilidad, estabilidad o seguridad. Las comunidades autonómicas en las que estamos presentes con este trabajo son Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia y Canarias.
Durante 2020 se realizaron 29.558 intervenciones con 6.398 personas - 4.970 hombres, 1.421 mujeres y 7 trans-: 19.129 sociales, 813 psicológicas y 9.616 sanitarias.
840 personas atendidas fueron españolas (522 hombres, 315 mujeres y 3 trans) y 5.558, extranjeras (4.448 hombres, 1.106 mujeres y 4 trans), de las cuales, 776 proceden de Europa del Este (491 hombres y 284 mujeres y 1 trans), 165 de América Latina (102 hombres, 63 mujeres) y 48 personas de Europa Occidental (34 hombres y 14 mujeres).
En cuanto a la atención en los asentamientos de temporeros, 2.934 personas proceden del norte de África (2.263 hombres, 668 mujeres y 3 trans) y 1.622 personas del África Subsahariana (1.548 hombres y 74 mujeres) y minoritariamente 6 personas son asiáticas (6 hombres).
La franja de edad mayoritaria se encuentra entre los 18 - 34 años (2.743 personas), seguida de 35 - 44 años (1.578 personas), entre 45 - 54 años (945 personas), y por último de entre 55 – 64 años (470 personas). Cabe destacar que la organización ha identificado a 528 menores, así como a 134 personas de entre 65 - 80 años de edad. 345 personas se derivaron al sistema público de salud y 114 fueron acompañadas por los equipos a los servicios de salud.
Se realizaron 740 talleres individuales de educación para la salud, 10.960 intervenciones educativas de educación y promoción de la salud, y se han registrado 716 asistencias a talleres grupales.
Resulta especialmente visible la vulneración de los siguientes derechos de ciudadanía que, en su mayor parte, tampoco disfrutan en toda su extensión el resto de ciudadanos pero que se agravan con las personas que se encuentran sin hogar. El derecho a la vivienda (artículo 47 de la Constitución Española), derecho al trabajo (artículo 35 de la Constitución Española) o el derecho a la protección de la salud (artículo 43 de la Constitución Española).
Pedimos a los titulares de obligaciones que se desarrollen:
- medidas para eliminar las barreas de acceso a recursos y derechos (de carácter administrativo, económico, geográfico, cultural, etc.) de las personas sin hogar.
- redes de recursos coordinados, de calidad/calidez, y eficientes, preferentemente de titularidad pública asi como una mayor sistematización de la recogida de datos que facilite una adecuación de los recursos a las necesidades de las personas.
- disposiciones, normativas y políticas públicas que garanticen el respeto de los derechos humanos de las personas sin hogar. El primer paso para conseguir el cambio social es conocer la realidad que nos rodea. Es por eso que desde un planteamiento de educación para la transformación social diseñamos materiales e intervenciones que invitan a observar nuestro entorno, reflexionar sobre el mismo y, por último, dar un paso más e implicarse de manera activa en el cambio social.
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