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miércoles, 10 de abril de 2024
Tragedia en Cerro Muriano, Negligencia Militar del Capitán Ignacio Zúñiga alias El Loco
En la tragedia militar de Cerro Muriano hay un enigma que late desde el primer día y que el juez militar se niega a desvelar. Se trata de un sobre cerrado que contiene una carta escrita del puño y letra del capitán Ignacio Zúñiga, el responsable de la maniobra que acabó con la vida de los militares Carlos León y Miguel Ángel Jiménez.
El Ministerio de Defensa mantiene al capitán Ignacio Zúñiga que está siendo investigado por la muerte de los dos militares en la base de Cerro Muriano (Córdoba) en una oficina del propio acuartelamiento en el que está encuadrada la Brigada ‘Guzmán el Bueno’.
El Ejército de Tierra apartó el 22 de diciembre del 2023 del mando del Regimiento ‘La Reina’ 2 al responsable del ejercicio en el campo de maniobras. Fue al día siguiente de conocerse el ahogamiento del cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar y el soldado Carlos León Rico en el vadeo de un lago. En aquel momento se subrayó que, «sin perjuicio del resultado de la investigación judicial que se está llevando a cabo», se había retirado «de forma inmediata el mando de la compañía que ejercía al capitán responsable del citado ejercicio de instrucción».
El citado capitán se encontraba en su casa al quedar sin funciones específicas. El oficial va a trabajar a diario a la base en la que ocurrió la tragedia y ha sido destinado a una oficina del batallón al que pertenece, donde lleva a cabo tareas burocráticas.
Su presencia sorprendió entre algunos compañeros, al tiempo que incomodaba a otros oficiales y subordinados que han tenido que declarar en su contra en la investigación judicial. El Ejército podría ubicarle en dependencias militares ajenas a Cerro Muriano mientras dura la instrucción judicial, advierte una fuente consultada. «De lo único que está suspenso es de mando. Va todos los días a la base y está destinado en una oficina del batallón».
El Juzgado Togado Militar número 21 de Sevilla dictó un auto el pasado 19 de enero del 2024 incoando sumario e imputando, por los mencionados hechos, tanto al capitán Ignacio Zúñiga como a un sargento y un teniente que estaban con él en el momento del ejercicio. A los tres se les acusó de un delito del artículo 77 del Código Penal Militar contra la eficacia del servicio, si bien no les impuso medidas cautelares.
El abogado Luis Romero, que representa a la familia del soldado Carlos León Rico, explicó que la imputación de los dos oficiales y el suboficial se debió a que «las medidas de seguridad no cumplieron su función ese día y porque no había en este caso una línea de vida», cuando los militares fallecieron ahogados al atravesar un lago, durante el ejercicio.
A ello se sumó, en palabras del letrado de la acusación, el que las mochilas que portaban los militares y «que debían servir de flotador llevaban lastre, no estaban debidamente estandarizadas y tenían un sobrepeso, muchas de ellas de tres kilos y medio, por lo tanto no eran aptas, entre otros motivos», para usarse en dicho ejercicio.
Romero hizo hincapié en que «no se trató de un mero accidente, sino que hubo un cúmulo de negligencias y falta de diligencias en la sumersión de unas 20 personas, entre ellas, 15 soldados, en un lago que estaba helado, casi congelado, y en unas circunstancias que no eran las idóneas y se tenía que haber paralizado tal ejercicio».
El abogado presentó el 25 de enero del 2024, un recurso de apelación ante el Juzgado de Instrucción número 4 de Córdoba para que la causa siga en la vía civil y no en la jurisdicción castrense. En el escrito, además, se amplió el número de peticiones de investigación, alcanzando al general de brigada al mando de la Brigada ‘Guzmán el Bueno’ X , Ignacio Olazábal, así como a otros ocho oficiales de la cadena de mandos: dos coroneles —el que aprobó las maniobras y el que estaba al mando aquel día, que fue otro—; el teniente coronel, el comandante, el capitán que dio la orden de realizar la prueba en el lago Ignacio Zúñiga, así como dos tenientes y el sargento que le acompañaban en el momento del fatídico ejercicio.
Romero planteó la necesidad de seguir en la vía de la justicia civil porque son «unos hechos delictivos no tipificados en el Código Penal Militar, sino que únicamente son tipificados en el Código Penal común, al tratarse de un delito de homicidio doloso eventual, en comisión por omisión de socorro, al menos indiciariamente».
El general Ignacio Olazábal cesó en el cargo debido a su pase a la reserva, un trámite ya previsto antes de la tragedia en Cerro Muriano. Ha sido el máximo responsable de la brigada desde que en 2020 dio el relevo al entonces jefe de la misma, José Aroldo Lázaro, quien dirige en la actualidad a los cascos azules de la ONU en el Líbano.
El capitán del ejercicio de la base de Cerro Muriano (Córdoba), en el que murieron un cabo y un soldado el 21 de diciembre del 2023, ordenó soltar la cuerda cuando algunos militares se agarraban a ella en el momento de mayor angustia del ejercicio. Con ello buscaba lograr «un efecto látigo» que pudiese rescatar a los que estaban en dificultades, pero no logró el objetivo deseado.
El abogado Romero ha anunciado la ampliación de la denuncia inicial y la petición al Juzgado Togado Militar número 21 de Sevilla, al que se ha remitido las investigaciones, que impute tanto al capitán como al teniente coronel, el coronel y el general de brigada de la citada base por dos delitos de homicidio por dolo eventual en este ejercicio de simulación de paso de un río.
El abogado precisó que no había una línea de vida en el ejercicio con arneses o anillas que impiden a una persona hundirse, sino «una cuerda guía como las de Decathlon, que solo indicaba la longitud del ejercicio y por dónde había que ir». Además, no se puso de un extremo al otro del lago, sino desde un árbol hasta el medio del estanque, justo en la parte más profunda.
Hubo «un cúmulo de negligencias» que dieron lugar a estos dos fallecimientos, aunque pudieron ser más ya que solo entraron 15 de los 60 soldados que iban a hacer el ejercicio. Además, había «muy poca visibilidad» y el agua estaba «casi congelada», con una temperatura exterior «de 2 o 3 grados» en aquel momento y tras varios días de maniobras en los que habían «dormido muy poco».
El capitán Ignacio Zúñiga pidió a los soldados al inicio del ejercicio que solo se agarrasen a la cuerda tendida a ras de agua «en caso de vida o muerte», es decir en caso de «extrema necesidad», y les animó a entrar en el agua asidos a la mochila «como flotador» y que cruzasen el lago «pateando». Sin embargo, el peso que llevaban en la mochila, «de unos 12 kilos», entre ellos los 3,5 kilos de lastre de un objeto que simulaba una mina fruto de un «castigo», hizo que se hundieran y que algunos soldados perdiesen incluso el fusil.
El capitán del ejercicio de la base de Cerro Muriano (Córdoba), en el que murieron un cabo y un soldado el pasado 21 de diciembre, ordenó soltar la cuerda cuando algunos militares se agarraban a ella en el momento de mayor angustia del ejercicio, según ha desvelado este martes el abogado del soldado Carlos León, Luis Romero, en rueda de prensa. Con ello buscaba lograr «un efecto látigo» que pudiese rescatar a los que estaban en dificultades, pero no logró el objetivo deseado.
Romero ha anunciado la ampliación de la denuncia inicial y la petición al Juzgado Togado Militar número 21 de Sevilla, al que se ha remitido las investigaciones, que impute tanto al capitán como al teniente coronel, el coronel y el general de brigada de la citada base por dos delitos de homicidio por dolo eventual en este ejercicio de simulación de paso de un río.
El abogado ha precisado que no había una línea de vida en el ejercicio con arneses o anillas que impiden a una persona hundirse, sino «una cuerda guía como las de Decathlon, que solo indicaba la longitud del ejercicio y por dónde había que ir». Además, no se puso de un extremo al otro del lago, sino desde un árbol hasta el medio del estanque, justo en la parte más profunda.
Uno de los dos militares que murieron ahogados en Córdoba llevaba peso extra «como castigo»
Uno de los dos militares que murieron ahogados en Córdoba llevaba peso extra «como castigo».
Romero ha subrayado que hubo «un cúmulo de negligencias» que dieron lugar a estos dos fallecimientos, aunque pudieron ser más ya que solo entraron 15 de los 60 soldados que iban a hacer el ejercicio. Además, había «muy poca visibilidad» y el agua estaba «casi congelada», con una temperatura exterior «de 2 o 3 grados» en aquel momento y tras varios días de maniobras en los que habían «dormido muy poco».
El capitán pidió a los soldados al inicio del ejercicio que solo se agarrasen a la cuerda tendida a ras de agua «en caso de vida o muerta», es decir en caso de «extrema necesidad», y les conminó a entrar en el agua asidos a la mochila «como flotador» y que cruzasen el lago «pateando». Sin embargo, el peso que llevaban en la mochila, «de unos 12 kilos», entre ellos los 3,5 de un objeto que simulaba una mina fruto de un «castigo», hizo que se hundieran y que algunos soldados perdiesen incluso el fusil.
La mochila se empapaba y no era estanca, no servía de flotador.
La cuerda no era un cable de acero y estaba a nivel de agua, no tensada, y se hundió» cuando varios militares decidieron agarrarse a ella. «Fue un sálvese quien pueda».
Los soldados que participaban en el ejercicio llevaban sus botas de militar, el uniforme, el casco y el mencionado fusil. Sin embargo, no había flotadores ni salvavidas ni lanchas para recoger a personas en el lago en caso de necesidad. La ambulancia de la base tardó «unos 15 minutos» en llegar al lugar cuando se lanzó la voz de alarma.
La familia del soldado Carlos León, natural de El Viso del Alcor (Sevilla) manifestó a través de su letrado su oposición a que el caso sea instruido por la Justicia Militar y anunciaron además que una vez declare en sede judicial el capitán responsable del ejercicio Ignacio Zúñiga, solicitará como medida cautelar su ingreso en prisión.
El cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar sigue muy presente entre sus compañeros de la base de Cerro Muriano (Córdoba), en la que murió ahogado el 21 de diciembre del 2023 intentando salvar al soldado Carlos León Rico. Iba a ser padre en un par de meses y en los últimos días muchos de ellos se arremolinan con tristeza y recogimiento ante el mural que Jimmy, como se le conocía dentro del acuartelamiento, pintó en la pared unos meses antes de morir con el emblema de la 1ª Compañía ‘La Reina 2’, en la que sirvió desde su entrada en el Ejército de Tierra.
Este militar dejó dibujada en una pared del edificio de su compañía, encuadrada en la Brigada ‘Guzmán el Bueno’ X. En ella se ve la divisa de la Infantería Española, su lema –abre la boca león– con la imagen del animal, así como su firma que aparece a un lado.
El cabo Miguel Ángel Jiménez se lanzó al agua para intentar rescatar a los soldados que se estaban ahogando en el lago de la base. El fatídico ejercicio se produjo en torno a las seis de la mañana, sin que hubiese amanecido y apenas visibilidad. Era la última jornada de maniobras de una dura semana de ejercicios dentro del período básico de instrucción (el PBI en la jerga militar) que tienen las brigadas de infantería.
Recién levantados, unos 60 reclutas fueron obligados a pertrecharse para esta prueba de máximo esfuerzo. Los hombres se repartieron en dos pelotones para entrar al lago. Cuando la primera sección, con cerca de 30 soldados, entró en el agua, varios lograron superar la prueba con grandes dificultades, pero algunos de los que estaban más retrasados empezaron a gritar «socorro» y «me ahogo».
En ese momento, los que estaban en la orilla, entre ellos el cabo Jiménez, entraron en el agua para salvarles. Según un testigo, el soldado Carlos León se agarró al cabo en un momento de desesperación y ambos se hundieron al fondo del lago. «Estaban cruzando el lago a lo ancho, sin cuerda de vida ni nada. Era a primera hora de la mañana, con todo el cansancio y toda la friolera de la semana aquí», revela un militar de Cerro Muriano.
La ambulancia de primeros auxilios de la base no estaba en el lugar del ejercicio, en una negligencia del mando, y tuvo que recorrer varios kilómetros antes de socorrer a los primeros rescatados del lago. Varios de ellos tenían síntomas de hipotermia y uno sufrió una parada cardiorrespiratoria tras su rescate, que obligó a su ingreso en un centro hospitalario de Córdoba.
Fuentes militares apuntan a que el vadeo se hizo sin la ayuda de cuerdas ni líneas de vida a las que asirse en caso de necesidad. Todos ellos iban pertrechados con casco, chaleco, mochila y botas además de un lastre dentro de sus mochilas con un peso de 3,5 kilos.
Hemos ayudado como hemos podido. Me he metido hasta las rodillas en la orilla a sacar gente como podía. El teniente salió temblando de frío. Los hemos tenido que desvestir porque estaban en estado de hipotermia, inmóviles, dándoles nuestra ropa, que aún estaba seca porque no nos habíamos metido» en el agua, relató un testigo al respecto.
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