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martes, 17 de septiembre de 2024
María Carmen Fernández, Desaparecida en el Buque del Cólera, García del Cid
Hay sucesos que estremecen por cómo se desarrollan los hechos pero éste es un desgraciado caso donde la víctima ha sido, o es, porque todavía no hallaron cuerpo ni rastro de María Carmen Fernández. El barco García del Cid se construyó en Tarragona y no en Vigo por culpa de un pesquero de nombre Peret. El Instituto de Investigaciones Pesqueras, y con un diseño de Ramón Robles Zaragoza, le había echado ya el ojo a Construcciones Navales Paulino Freire para ensamblarlo; había reconstruido en sus gradas con éxito el Cornide de Saavedra tras un incendio. Pero el entonces presidente de la institución, Carles Bas –encargado de supervisar el proyecto–, supo que en Cataluña también se podían hacer barcos de acero de esas dimensiones, y le quedaba más cerca de su oficina, que estaba en Barcelona. Comprobó el buen hacer de Astilleros de Tarragona con el montaje de aquel barco de pesca, de 32 metros de eslora, para unos hermanos armadores de Blanes. Y así fue que el bueno del Peret propició que el García del Cid se hiciera lejos de las Rías Baixas, a donde ha sido virtualmente devuelto 47 años después. Enlutado. Corroído por la rabia. Atado para siempre a la desaparición de una mujer de Cangas do Morrazo, Mari Carmen Fernández, que se ha investigado desde el primer día. Un trabajo que afloró denuncias de acoso y agresiones sexuales y una gestión duramente reprobada a cargo del todopoderoso Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El CSIC convocó, en agosto del 2018, un proceso selectivo para cubrir tres vacantes en el buque oceanográfico. Se eligió entonces a un contramaestre, de nombre Ángel; al cocinero, llamado Agustín, y una camarera. Era Carmen, nacida en Cangas do Morrazo en 1980, asentada en la vecina localidad de Bueu. Estaba casada y tenía tres hijos. Su plaza fue formalmente asignada el 4 de abril de 2019.
De ese mismo 2019, con el número ED 2019/02, es el expediente disciplinario abierto por el CSIC contra otro tripulante del mismo buque a raíz de una demanda por “agresiones sexuales” a bordo. Carmen era la presunta víctima. Fue la propia entidad pública –así lo expone su presidenta, Eloísa del Pino–, tras un aviso del capitán del barco, la que inició el proceso. El caso pasó al Juzgado de Instrucción número 2 de Marín. Pero el 1 de junio del año siguiente los abogados de ambas partes –Carmen tenía una letrada de turno de oficio de violencia de género– firmaron un acuerdo con el que la demanda por agresión sexual sería retirada. “Ambas partes consideran que se ha producido un malentendido, el varón procederá a pedir disculpas por escrito a Carmen comprometiéndose a no comunicarse y tratar de evitar todo contacto voluntario”. Por sentencia de la jueza de Marín, Eva Ferreiro, aquel acuerdo devino en firme. El denunciado no dejó de trabajar a bordo del García del Cid.
No sucedió lo mismo con Carmen, que recibió la baja médica por graves problemas psicológicos derivados de aquel proceso. Fue tratada con medicación, con severos ataques de angustia y síntomas de estrés postraumático. En el verano del 2022 se sometió a un examen psicotécnico, que la consideró apta para volver a trabajar. No para volver al buque; no para regresar al García del Cid, donde continuaba en plantilla el varón al que había denunciado.
Es en julio del 2023, mismo mes en el que siempre según el CSIC la institución toma la decisión de que desguazará el buque de investigación, cuando Carmen vuelve a ser llamada para volver a bordo. Esta vez sí superó las pruebas médicas, pero pidió al Consejo Superior “medidas para no coincidir con esa persona”. “No contestaron”, indicó su abogado, Diego Leis. También pidió un cambio de destino y, esta vez, desde el CSIC “le dijeron que no existía esa posibilidad”. Y esto, como también se demostró, es falso. La entidad pública llegó a asegurar, por escrito y al Senado, que el convenio colectivo del García del Cid no permitía la movilidad de personal. Pero el artículo 4.1 de ese acuerdo, publicado por el Butlletí Oficial de la Província de Barcelona el 14 de junio de 2010 tenía vigencia de dos años, no fue renovado después, es claro: “La organización del trabajo es facultad exclusiva del CSIC, sin perjuicio de los derechos y facultades de audiencia, consulta, información y negociación”. El traslado también estaba recogido en el Protocolo de prevención e intervención frente al acoso sexual y por razón de sexo en el CSIC, del año 2020. “Para garantizar la protección de las personas implicadas en este proceso, y previa audiencia a las mismas, la Comisión frente al acoso sexual podrá proponer motivadamente la posible movilidad de las personas afectadas, y cuantas otras medidas cautelares estime adecuadas”, dice textualmente. No se adoptó ninguna. Carmen tuvo que asistir a un curso de formación sobre acoso sexual antes de subirse al oceanográfico.
Carmen ya estaba en Barcelona el día 3 de septiembre del 2023; al día siguiente el buque partía para una campaña de hasta tres semanas en el Mediterráneo. En el despacho del buque figuraba el varón denunciado, quien finalmente no embarcó. Nadie explicó por qué. Según el capitán, y en su declaración ante la Guardia Civil, había sufrido una “indisposición”. Pero coincidió con la camarera “en algún momento entre el día 3 y el día 4”, de acuerdo a su abogado. Carmen era la única mujer a bordo. “Tenía miedo a recaer” si volvía al García del Cid y, singularmente, si se topaba con él. Y así pasó. En una libreta, casi a modo de diario, relató su “angustia”, incluso por el supuesto mal ambiente para ella. Sus cuatro paredes eran un armazón de hierro, en el medio del mar, de solo 37,2 metros de eslora. Entre las 23.45 horas del sábado 9 de septiembre y las 7.45 horas del domingo día 10, Carmen desapareció del barco. La Guardia Civil trabajó desde el inicio con tres hipótesis: suicidio, caída accidental y homicidio. En aquel cuaderno dejó escrito, al final: “Nadie hace nada. Si no me encontráis, me tiré por la borda. Os quiero”. El CSIC guardó silencio.
El García del Cid, con 16 personas a bordo, participó durante horas en las labores de búsqueda frente a las costas de Gandía. Fue localizado a los dos días un cadáver en las costas de Valencia, pero no era Carmen. Al llegar el oceanográfico del CSIC a puerto, fue la Guardia Civil la que se hizo cargo de las pesquisas. Tomó declaración a solo cuatro de los tripulantes, como ha denunciado la familia, y no se tomó ninguna declaración en sede judicial, con la presencia de abogados. La institución que preside Del Pino asegura que ofreció ayuda psicológica al marido de Carmen, desplazado a la ciudad levantina; él lo ha negado.
No habría servido de nada perdir al CSIC las grabaciones de esa noche: no las hay
El 13 de noviembre la titular del juzgado de Instrucción número 3 de Gandía, Amparo Tur Escrivá, decretó el sobreseimiento del caso “por no aparecer debidamente justificada la perpetración del delito que ha dado motivo a la formación de la causa”. La Audiencia Provincial hizo lo propio cuatro meses después.
Este nuevo protocolo, que tiene fecha del 29 de abril del 2024, incluye la figura del Comisionado para Promover un Entorno Laboral Sano y Seguro (COMSE), dependiente de la propia Eloísa del Pino. A día de hoy, y como constatan fuentes de CC.OO., no se ha nombrado a nadie todavía. Tampoco las hay de una eventual reapertura de la investigación interna administrativa sobre la desaparición de Carmen, aunque desde el CSIC, con fecha del 3 de abril, sí indicaron que evaluaban esta opción. La mujer es aún hoy una persona desaparecida.
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