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martes, 12 de agosto de 2025
Grandes Asesinos de Masas, Genocidas
A lo largo de la historia se han desarrollado desgraciadamente muchos genocidios, desde tiempos inmemoriales hasta la actualidad, siendo el de Israel contra Palestina y la franza de Gaza el que acapara todos los titulares, una barbarie encabezada por Benjamín Netanyahu, toda una aberración inhumana y en el nadie ni la propia ONU tiene la dignidad de detener, al igual y lo mismo sucede desde febrero del año 2022 con el genocidio contra el pueblo de las Repúblicas Independientes de Donestk,Luhansk y Dombass a cargo de Volodimir Zelenski desde Ucrania y al que le repele en sus intereses de defender las fronteras de la Federación de Rusia el Presidente Vladimir Putin, un genocidio el ucraniano que comenzó por la ineficacia de su presidente,un antiguo cómico de la televisión ucraniana al no saber gestionar el territorio de Crimea en el año 2014.
Otro capítulo genocida en la actualidad es el que se está viviendo, mas bien sufriendo, en Palestina a cargo de Benjamín Netanyahu aunque los sucesos no son novedosos porque la guerra de Israel contra el pueblo palestino y la franja de Gaza viene de varias décadas atrás.
Alentado por el antisemitismo que sufrían los judíos en Europa, a comienzos del siglo XX tomó fuerza el movimiento sionista, que buscaba establecer un Estado para los judíos.
La región de Palestina, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, considerada sagrada para musulmanes, judíos y católicos, pertenecía por aquellos años al Imperio Otomano y estaba ocupada mayormente por árabes y otras comunidades musulmanas. Pero una fuerte inmigración judía, fomentada por las aspiraciones sionistas, comenzaba a generar resistencia entre las comunidades.
Tras la desintegración del Imperio Otomano en la I Guerra Mundial, Reino Unido recibió un mandato de la Liga de Naciones para administrar el territorio de Palestina.
Pero antes y durante la guerra, los británicos habían hecho diversas promesas a los árabes y a los judíos que luego no cumplieron, entre otros motivos porque ya se habían dividido Medio Oriente con Francia.
Esto provocó un clima de tensión entre nacionalistas árabes y sionistas que desencadenó en enfrentamientos entre grupos paramilitares judíos y bandas árabes.
Tras la II Guerra Mundial y el Holocausto de Adolf Hitler, aumentó la presión por establecer un Estado judío. El plan original contemplaba la partición del territorio controlado por la potencia europea entre judíos y palestinos.
Después de la fundación de Israel el 14 de mayo de 1948, la tensión pasó de ser tema local a asunto regional.
Al día siguiente, Egipto, Jordania, Siria e Irak invadieron este territorio. Fue la primera guerra árabe-israelí, también conocida por los judíos como guerra de la independencia o de la liberación. Tras el conflicto, el territorio inicialmente previsto por las Naciones Unidas para un Estado árabe se redujo a la mitad.
Para los palestinos, comenzó la Nakba, la llamada "destrucción" o "catástrofe": el inicio de la tragedia nacional. 750.000 palestinos huyeron a países vecinos o fueron expulsados por tropas judías.
En 1956, una crisis por el Canal de Suez enfrentaría al Estado de Israel con Egipto, que no sería definida en el terreno de combate sino por la presión internacional sobre Israel, Francia e Inglaterra.
Los combates sí tendrían la última palabra en 1967 en la Guerra de los Seis Días. Lo que ocurrió entre el 5 el 10 de junio tuvo consecuencias profundas y duraderas a distintos niveles. Fue una victoria aplastante de Israel frente a una coalición árabe. Israel capturó la Franja de Gaza y la península del Sinaí a Egipto, Cisjordania (incluida Jerusalén Oriental) a Jordania y los Altos del Golán a Siria. Medio millón de palestinos huyeron.
Poco antes de la guerra de 1967, organizaciones palestinas como Fatah —liderada por Yasser Arafat— conformaron la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y lanzaron operaciones contra Israel primero desde Jordania y luego desde Líbano.
Tras años de atentados palestinos y asesinatos selectivos de las fuerzas de seguridad israelíes, la OLP e Israel firmarían en 1993 los acuerdos de paz de Oslo, en los que la organización palestina renunció a "la violencia y el terrorismo" y reconoció el "derecho" de Israel "a existir en paz y seguridad", un reconocimiento que la organización islámica palestina Hamás nunca aceptó.
Sin embargo, desde 1948, año de la creación del estado de Israel, muchas cosas han cambiado, en especial la configuración de los territorios en disputa tras las guerras entre árabes e israelíes.
Para Israel eso son hechos consumados. Para los palestinos no, ya que insisten en que las fronteras a negociar deberían ser aquellas que existían antes de la guerra de 1967.
Además, mientras en el terreno bélico las cosas son cada vez más incontrolables en la Franja de Gaza, existe una especie de guerra silenciosa en Cisjordania con la continua construcción de asentamientos judíos, lo que reduce, de hecho, el territorio palestino en esas zonas autónomas.
Pero quizás el tema más complicado por su simbolismo es Jerusalén, la capital tanto para palestinos como para israelíes.
Tanto la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna Cisjordania, como el grupo Hamás, en Gaza, reclaman la parte oriental como su capital pese a que Israel la ocupó en 1967. La llamada Marcha de la Bandera, que conmemora esa captura de la parte oriental de la ciudad, también es un gatillo para los enfrentamientos.
Un pacto definitivo nunca será posible sin resolver este punto.
En cuanto al Holocausto iniciado por el imperio nazi liderado por Adolf Hitler y secundado por el dictador italiano Benito Mussolini, el tema es archiconocido y donde fueron episodios de la historia triste y negra en contra de la humanidad, en España tuvo el apoyo desgraciado de las fuerzas fascistas de la falange y el bando militar del entonces dictador español, el General Francisco Franco.
De 1933 a 1945, el régimen nazi privó de ciudadanía , persiguió, expulsó, obligó a concentrarse y, finalmente, asesinó físicamente a la mayor parte de la población judía de Europa. Si bien hubo otras víctimas del régimen nazi ( víctimas del Holocausto en sentido amplio ) consideradas enemigas del Estado nazi y acusadas de ser portadoras de una biología, comportamiento o creencias "desviadas", los judíos fueron las principales víctimas del régimen, perseguidos por su etnia. El fanatismo ideológico y la meticulosidad burocrática se hicieron evidentes en la implementación del Holocausto.
La política deliberada del Holocausto sigue siendo un punto de inflexión devastador en la historia judía y en la experiencia contemporánea de crímenes contra la humanidad y violencia masiva.
Desde finales del siglo XIX, entre los pangermanistas alemanes y austriacos se desarrollaron ideas de antisemitismo racial , dentro del marco de las cuales los judíos eran considerados portadores innatos de ciertos rasgos biológicamente defectuosos y, por lo tanto, cualquier judío era considerado peligroso para la existencia de la nación. Los nacionalsocialistas alemanes, liderados por Adolf Hitler, hicieron del antisemitismo racial la piedra angular de su ideología. La cuestión de cómo deshacerse de los judíos cautivó a Hitler desde su juventud. Su objetivo declarado públicamente era la "eliminación irrevocable de todos los judíos". Tras llegar al poder, comenzó a implementar sus ideas.
El 30 de enero de 1939, Hitler declaró en su discurso ante el Reichstag que si los judíos desataban una guerra , ésta conduciría al “exterminio de la raza judía en Europa”.
El papel del antisemitismo en el Holocausto sigue siendo una fuente constante de debate entre los académicos.
En cuanto a Benito Mussolini con el Holocausto, Mussolini y el Holocausto fueron dos temas relacionados pero distintos. Mussolini, líder fascista italiano, no participó directamente en la planificación o ejecución del Holocausto a nivel europeo, su régimen sí implementó leyes antisemitas y colaboró con Alemania en la persecución de judíos, especialmente después de la ocupación alemana del norte de Italia en 1943.
Contexto:
Alianza con Alemania:
Italia, bajo Mussolini, se alió con la Alemania nazi formando el Eje Berlín-Roma.
Leyes raciales:
En 1938, el gobierno fascista italiano adoptó leyes raciales antisemitas, similares a las leyes de Nuremberg de Alemania.
Ocupación alemana:
Después de que Italia se rindiera a los aliados en 1943, Alemania ocupó el norte de Italia, estableciendo un gobierno títere encabezado por Mussolini.
Holocausto en Italia:
La ocupación alemana marcó el inicio de la persecución y deportación de judíos italianos y extranjeros en Italia.
Participación de Mussolini:
No fue el instigador principal:
Mussolini no fue el impulsor inicial del Holocausto, pero sí colaboró con Alemania en la persecución de judíos después de la ocupación.
Leyes antisemitas:
Las leyes raciales implementadas por su régimen crearon un clima de discriminación y persecución contra los judíos en Italia.
Colaboración con Alemania:
Tras la ocupación alemana, Mussolini y su gobierno títere colaboraron en la captura y deportación de judíos hacia campos de exterminio.
El Holocausto en Italia:
Deportaciones:
Los alemanes deportaron a miles de judíos italianos y extranjeros a campos de exterminio en Europa del Este, principalmente a Auschwitz.
Resistencia:
A pesar de la persecución, muchos italianos, tanto civiles como religiosos, ayudaron a proteger a los judíos y a esconderlos de los nazis.
Impacto:
Aproximadamente el 17% de los judíos italianos perecieron durante el Holocausto, principalmente después de la ocupación alemana.
El expresidente de Estados Unidos George W. Bush sufrió un lapsus en el año 2024 cuando cargó contra "la decisión de un único hombre de lanzar la injustificada y brutal invasión de Irak". "Quería decir Ucrania", se justificó al momento. Era difícil de creer que Bush se estuviese enmendando a sí mismo. O a sus entonces homólogos y colegas, José María Aznar y Tony Blair.
La investigación oficial e independiente que se llevó a cabo en Reino Unido entre 2003 y 2009 para analizar la intervención militar inglesa en la guerra,concluyó que "Blair y Aznar acordaron la necesidad de desarrollar una estrategia de comunicación que mostrara que ellos habían hecho todo lo posible para evitar la guerra". Un argumentario que escondiese las ganas del expresidente del Gobierno del Partido Popular, José María Aznar, de ir a una guerra en la que se estima que murieron 185.000 civiles. Once soldados españoles perdieron la vida en Irak.
El Informe fue demoledor contra el trío de las Azores conformado por George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar y probó la falta de pruebas sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, el argumento con el que se justificó la invasión. "Algunas veces los servicios de información dan buena información, y otras, no", defendería Aznar 18 años más tarde. La investigación demostró también, trece años después de la invasión, que Aznar, Blair y Bush acordaron el 16 de marzo de 2003 en la reunión a tres bandas en las islas Azores que les granjeó el sobrenombre, no agotar la vía de la ONU e invadir el país de Sadam Huseín.
Cabría esperar que al revelarse esa información el expresidente del Gobierno José María Aznar, hubiese dado explicaciones a la misma sociedad española que en el 2003 salió en tromba a la calle gritando "No a la guerra", pero el PP se sumió en el silencio y no fue hasta 2018 en el marco de una comisión de investigación en el Congreso sobre la financiación irregular del PP,cuando Aznar habló para decir que "España no participó" en la guerra. "España no mandó soldados a aquella guerra", sentenció. Mintió: alrededor de 2.600 soldados españoles fueron desplegados en Irak entre agosto de 2003 y mayo 2004.
Solo un día después de convertirse en presidente del Gobierno, el 18 de abril de 2004, José Luis Rodríguez Zapatero anunció la retirada de las tropas españolas de Irak. En 2006, en una respuesta parlamentaria al entonces coordinador general de Izquierda Unida , Gaspar Llamazares, el Ejecutivo le puso cifra al "coste económico final" de la invasión: 259,55 millones de euros.
Otro acontecimiento de muertes en masa aunque con un matiz diferente fue el que protagonizó David Koresh en Waco, Texas. Se sabe que David Koresh fue a Inglaterra alrededor de 1988 junto a su lugarteniente de confianza, un hombre llamado Steve Schneider.
Buscaban un terreno de cultivo fértil para su mensaje sobre la inminente llegada del apocalipsis o "Revelación", como es descrito en la Biblia.
Los cientos de integrantes de una secta cristiana que huyeron al "último paraíso en la Tierra" solo para ser objeto de abusos físicos y sexuales,
Koresh había sido rechazado por la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Texas. Sin embargo, sabía que su punto de partida en Inglaterra sería ese.
Dio charlas en un colegio de esta iglesia en la localidad de Berkshire llamado Newbold, sin permiso, y no reveló su identidad al personal.
Fue allí donde cambió para siempre la vida de tres estudiantes.
Desde entonces, el poder de la palabra de Koresh en sus mentes se propagaría a familias a lo largo de Inglaterra.
En esa época, uno de esos estudiantes salía con una joven de Manchester llamada Diana Henry, que procedía de una familia numerosa de cinco hermanos. Su padre era albañil en Old Trafford.
Diana Henry acababa de terminar el grado de psicología cuando su novio le vendió el mensaje de David Koresh de una vida utópica en su comuna de Texas.
Su padre, Sam Henry, recuerda: "Su novio no era un chico superficial, era un chico serio. Así que ella pensó que bueno, si él lo dice tiene que ser correcto. Fue enganchada. Abandonó sus estudios y hubiera seguido a este hombre a cualquier parte".
Diana visitó Waco varias veces, escapándose durante la época de clases para ver a David Koresh sin que su padre lo supiera. Volvió a Manchester una última vez.
Sam rememora cómo en esa ocasión, ella se volvió fundamental para propagar el mensaje de Koresh.
Diana Henry organizó reuniones en una casa en un suburbio de Manchester llamado Cheetham Hill a las que asistieron decenas de jóvenes.
El lugarteniente de Koresh,Steve Schneider, estaba allí, dando una charla carismática y diciendo que "necesitaban recibir las instrucciones de Dios".
Se refería, claro, a David Koresh.
Un misionero local de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, George Taylor, recuerda haber asistido a estas reuniones clandestinas.
"Recuerdo que me giraba hacia mi esposa y le decía: 'Esto es raro. Esto no está bien".
Su mujer, Dimplets Taylor, recuerda que la habitación estaba repleta de personas fervorosas.
"Había gente de pie, sentada en los alféizares de las ventanas, en esquinas y que lo trataban como un asunto urgente. Cuando intenté interrumpir al orador para hacer preguntas, su actitud era como: '¡Guau! ¿Por qué estás desafiando a este hombre?"
George Taylor vio lo que le sucedía a la hija de Sam, Diana Henry. Intentó hacerla cambiar de opinión, de evitar que fuera seducida por el mensaje del aspirante a profeta.
Ella hizo no escuchó sus llamados.
Con el tiempo, Sam Henry realizó un viaje frenético a Waco para intentar convencerla de que regresara. Allí se enfrentó a David Koresh: "Intentó convencerme a mí de que también me quedara. Dijo 'Ven aquí, las autoridades nunca te encontrarán'. Lo intentó todo".
"Le dije que debíamos irnos, que debía irse de ese lugar. Pero ella no me escuchó. Ninguno de ellos me escuchó".
Sam tuvo que volver a Reino Unido sin su hija.
Pero lo peor estaba por llegar. No mucho tiempo después, Diana Henry convenció a su madre y cuatro hermanos para que también dejaran a su padre y viajaran a unírsele en la comuna de Waco.
Ninguno de los miembros de la familia de Sam Henry regresó con vida.
También en Reino Unido, en Nottingham, Devon Elliott trataba de convencer a su hermana para que no fuera a Waco.
Uno nunca supondría que este hombre alegre y amable que ronda los 55 años sufrió como pocos el dolor más terrible que causó Waco.
"Perdí a mi hermana, a su prometido, a mi tía, a un primo político y a una amistad cercana".
Cada uno había sido hechizado por el mensaje de David Koresh.
"Perdí a toda mi familia por una secta religiosa", la mujer que logró escapar de la 'violenta' iglesia de Grace Road
Devon recuerda la maravillosa voz con la que cantaba su hermana Beverly y lo divertida que era. '"Ojalá la hubiera grabado cantando hace años".
"Algunas personas de Londres habían venido a Nottingham, tratando de hacer reuniones, charlas. Obviamente, habían escuchado sobre una teología que en realidad no era sensata. Pero era como cuando yo voy a ver el fútbol con mis amigos: nadie lo ve realmente".
El intento del FBI de liberar a los miembros de la secta terminó en una horrorosa bola de fuego.
72 personas murieron en cuestión de minutos. De ellas, 24 eran británicas. Habían dejado sus hogares en busca de una vida simple para cumplir con una profecía bíblica.
"Los 'wackos' de Waco eran como tú y yo", afirma Gail Monbelly al recordar a su hermana Bernadette. Quiere que la gente repiense el recuerdo que tiene de los 30 británicos que fueron al rancho.
Un detective británico de alto rango que investigó el caso recuerda: "El problema es que todos fueron puestos en la misma bolsa. Y eso fue un error. La responsabilidad de lo que pasó en Waco solo recae en una persona. Y esa es David Koresh."
Otro genocidio brutal fue el sucedido en Uganda, y es que a lo largo de la humanidad se han desarrollado numerosos genocidios,pero en éste pais africano Idi Amin Dadá, el 'señor de las bestias' se comía a sus adversarios.
La independencia de Uganda de Reino Unido. Desde entonces, el país ha estado marcado por conflictos violentos y, sobre todo, por la dictadura de Idi Amin en la década de los 70, una de las más cruentas del siglo XX.
Líder panafricano. Idi Amin se granjeó las simpatías de muchos países del 'África negra' tras criticar el régimen racista surafricano. Eso lo llevó en 1976 a la presidencia de la Organización para la Unidad Africana.
Excéntrico y seductor, el dictador ugandés Idi Amin fue, sobre todo, un asesino de masas despiadado y brutal. Autoproclamado 'Señor de las bestias' y ‘Rey de Escocia’, pasó a la historia por otros apelativos mucho menos benévolos. 'El carnicero de Uganda', 'el Hitler africano' fue, al fin y al cabo, uno de los tiranos más sanguinarios que haya conocido el continente africano.
Medio millón de asesinatos
«Quiero que me recuerden como un gran boxeador», dijo en su última entrevista, en referencia a sus comienzos como púgil. Nada más lejos. Pasó a la historia, más bien, por los miles de asesinatos cometidos bajo su mandato: más de medio millón, si bien todavía resulta difícil hacer las cuentas ya que las desapariciones eran parte del día a día en Uganda y la mayoría de las muertes se hicieron pasar por accidentes de circulación a pesar de las habituales mutilaciones que presentaban los cadáveres. Se cuenta que, durante el régimen de Idi Amin Dadá, los cocodrilos ugandeses estuvieron mejor alimentados que nunca.
Con sus 1,95 m de estatura y sus 110 kilos de peso, se hizo popular como boxeador. Se ganó a puñetazos el grado de sargento, el de teniente lo alcanzó en 1962, cuando Uganda se independizó de Gran Bretaña, y el de jefe del Estado Mayor se lo concedió en 1966 el primer presidente del país, Milton Obote, por sus servicios.
Empezó entonces una vida de fiestas, excesos y escándalos financieros. Obote trató de apartarlo, pero Amin Dadá se adelantó. Con un golpe de Estado, al que siguió una purga de militares no afines, alcanzó el poder en 1971 con el visto bueno de Occidente.
Sus soldados recorrieron el país saqueando pueblos, violando mujeres y sembrando las cunetas de cadáveres. Su deriva africanista derivó en la expulsión de miles de asiáticos en 1972, con el consiguiente hundimiento de la economía nacional. Occidente se negó entonces a venderle armas.
Amín se divorció de sus tres primeras esposas –Malyamu, Kay y Nora– acusándolas de infidelidad. Comenzó entonces una vida de pesadilla para ellas, hostigadas sin fin hasta que Kay fue encontrada en el maletero de un coche asesinada y descuartizada y las otras dos escaparon del país. Cuando a Amín Dadá le gustaba una mujer, mandaba matar al novio o marido y la hacia suya. Un comportamiento que pronto imitarían todos sus secuaces.
Se hizo llamar por títulos como 'Gran Papá' o 'Presidente vitalicio', pero el que más le gustaba era 'Rey de Escocia', derivado de su admiración declarada hacia los soldados escoceses, con los que coincidió durante su servicio en el ejército colonial británico. Tal era su fascinación por ese país que llamó a dos de sus hijos Campbell y Mackenzie e hizo que una unidad del ejército ugandés vistiera kilts y desfilara al son de las gaitas.
Fue derrocado el 11 de abril de 1979 por el Frente de Liberación Nacional de Uganda. Se refugió primero en Libia, luego en Irak y acabó pasando plácidamente el resto de sus días en Arabia Saudí junto a unos treinta de sus más de 40 hijos y sus dos esposas. Falleció en 2003, de una afección pulmonar en un hospital de la ciudad saudí de Jedda, a los 78 años.
El 2 de octubre de 1975 fue uno de los momentos más surrealistas de su dictadura. Esa fecha, Amin obligó a 14 diplomáticos blancos, británicos cinco de ellos, a arrodillarse ante él, jurarle lealtad, integrarse en sus fuerzas armadas y prometer que lucharán contra el régimen suraficano. También los obligaría, de vez en cuando, a llevarlo a hombros en su trono.
Tras su derrocamiento, se hallaron en su frigorífico las cabezas de algunos de sus adversarios. Eso disparó las sospechas de canibalismo que habían corrido durante su mandato.
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