José Rabadán Pardo, un individuo de 16 años el cual en la primavera del año 2000, cometió un triple crimen, parricidio múltiple y asesinato, mató con una katana a toda su familia, a su padre, a su madre y a su hermana pequeña con síndrome de down.
Lejos de echarse enemigos a sus espaldas, sorprendente y erróneamente por supuesto, le salieron miles de admiradores y admiradoras, entre algunas de ellas, incluso llegaron a seguir sus pasos como las brujas de San Fernando.
Su tía, que actuó como tutora, solicitó a la Seguridad Social una pensión de orfandad, que el Estado le concedió “porque legalmente tenía derecho hasta que no hubiera una sentencia firmada”.José recibió desde finales de julio del año 2000, una doble pensión de orfandad, una del padre y otra de la madre.
Durante una breve comparecencia en el Juzgado de Menores de Murcia, que se desarrolló a puerta cerrada, José Rabadán reconoció los hechos y se conformó con la pena impuesta, por lo que no fue preciso celebrar el juicio, según indicaron fuentes judiciales.
Lejos de echarse enemigos a sus espaldas, sorprendente y erróneamente por supuesto, le salieron miles de admiradores y admiradoras, entre algunas de ellas, incluso llegaron a seguir sus pasos como las brujas de San Fernando.
Su tía, que actuó como tutora, solicitó a la Seguridad Social una pensión de orfandad, que el Estado le concedió “porque legalmente tenía derecho hasta que no hubiera una sentencia firmada”.José recibió desde finales de julio del año 2000, una doble pensión de orfandad, una del padre y otra de la madre.
Durante una breve comparecencia en el Juzgado de Menores de Murcia, que se desarrolló a puerta cerrada, José Rabadán reconoció los hechos y se conformó con la pena impuesta, por lo que no fue preciso celebrar el juicio, según indicaron fuentes judiciales.
Fuentes de su defensa señalaron que la acusación estatal, queinicialmente pedía tres penas de ocho años de internamiento por otros tantos delitos de asesinato, rebajó la condena pedida a la vista de los informes psicológicos y psiquiátricos aportados a la causa.
El informe de los forenses reflejó que el matrimonio Rabadán Pardo y su hija fueron asesinados entre las seis y las ocho de la mañana.Rafael, el padre, sí llego a percatarse de lo que ocurría e intentó repeler la agresióncubriéndose la cara con la manos.
Tres dedos de una de sus manos aparecieron seccionados y tenía otro gran corte a la altura del cuello, según el informe de la autopsia.
La madre, pudo recibir el golpe mortal mientras permanecía dormida, ya que no presentaba síntomas de haber ofrecido resistencia ante la agresión.
En cambio algunos medios dijeron que estaba despierta sentada en la cama cuando llegó José y ella empezó a llamar a su marido pidiéndole ayuda sin saber que ya estaba muerto.
La niña presentaba una gran herida en el cuello. Esta víctima también pudo ser consciente de la agresión, según la autopsia.
Fue detenido por la Policía Nacional el 3 de abril de 2000, en la estación de Renfe de Alicante tras comprar un billete con destino a Barcelona, mientras que su familia fue enterrada un día después en Murcia.
José, había decidido quedarse solo en el mundo, vivir una nueva vida, disfrutar de libertad para viajar a Barcelona y conocer a Sonia, una muchacha de su misma edad de quien se había encandilado en sus charlas nocturnas por Internet.
Así, tranquilamente, sin aspavientos, un detalle detrás de otro, se lo fue contando a la policía la noche de autos, en una habitación de la comisaría de Murcia.
Y por qué lo hiciste?”, le preguntaron una y otra vez los policías, intrigados por si detrás del crimen se escondía algún extraño juego de rol, tal vez un rito satánico: “Quería vivir una experiencia distinta. Estar solo. Que mis padres no me buscaran“. Los agentes insistieron: “Y a tu hermana, ¿por qué mataste a tu hermana?”. La respuesta empezó por otra pregunta: “¿Y qué iba a hacer ella sola en el mundo…? La maté para que no sufriera”.
La ropa del joven estaba ensangrentada, igual que la casa. Decidió cambiarse, pero no se mudó ni de camiseta ni de calzoncillos. No había tiempo que perder. Rebuscó por la casa y sólo encontró 15.000 pesetas.
Así ensangrentado pero limpio por fuera, con su teléfono móvil y sin las llaves de casa -“no pensaba volver nunca”- salió a la calle.
Acababa de amanecer. Se echó a andar en dirección al centro de Murcia. Caminó hasta que calculó que Sonia, su amiga de Barcelona, se había despertado. La llamó una y otra vez. Hasta una docena de veces. Hablaron tanto que casi consumió las 6.000 pesetas que aún le quedaban en su tarjeta de Movistar. Dejó de hablar al salir de la ciudad.
Se puso a hacer autoestop. Quería ir a Alicante y no tardó mucho en conseguirlo. No es difícil auxiliar a un chico con tan buena pinta.Como hemos mencionado anteriormente, otra de las obsesiones de la policía durante los interrogatorios era saber si detrás del crimen se escondía algún juego de rol, la emulación de algún héroe virtual.
El hallazgo de dos libros en su cuarto -Ave Lucifer y El poder de la magia- desató las especulaciones. Incluso se le quiso hacer parecer a Squall, protagonista de una vídeoaventura -Final Fantasy VIII– que tenía en su cuarto. “¿Y te cortaste el pelo así?”, le preguntaron, “¿por Squall?”: “¡Qué va…!”.
Por si acaso, insistieron. Hablaron de magia, de kárate, de ritos satánicos… y resultó que José había oído algo de todo, pero no sabía en realidad de nada.
El caso por ser un crimen antinatura, ya tenía mucho tirón mediático, pero quizás no habría trascendido más allá que otros, si no hubiese sido por el sensacionalismo de los medios, ya que muchos de ellos aseguraban, incluída la televisión que, José Rabadán Pardo había cometido los asesinatos influido por el personaje del famoso videojuego mencionado.
La puerta del 2º C está precintada con cinta azul y blanca de la policía. María, la vecina del 2º B, quiere ponerle cordura a la tristeza. Veintiún años de convivencia cordial con Mercedes y Rafael, y también con sus hijos, a los que ella vio crecer día a día, se merecen un epitafio certero, alejado del sensacionalismo de algunos medios.
“El chaval era lo que era hasta que hizo lo que hizo, yo sé lo que me quiero decir”, explica María y tiene razón. Quiere decir, por ejemplo, que es mentira que José fuese un chaval raro. Nunca lo fue. Mal estudiante, sí. Reservado, también. Pero nada más.
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