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domingo, 23 de octubre de 2016

Caroline del Valle,la Diana Quer catalana

El 21 de noviembre Caroline del Valle cumplirá o cumpliría 16 años. Esa duda en el modo verbal que debería usarse es la que convirtió su último cumpleaños, el primero que su madre Isabel afrontó sin ella, en un auténtico “infierno”. Porque una cosa es saber que la lógica -sustentada en la investigación de los Mossos d’Esquadra- señala que la niña probablemente fue asesinada y que alguien se deshizo del cuerpo y otra, muy distinta, aceptarlo. Algo que jamás podrá hacer una madre. Así de sencilla es la paradoja que atrapa a los familiares de los desaparecidos, y que se manifiesta sin piedad cuando se acerca el aniversario del que no está.
No hay muchos casos como el de Caroline: una menor que se esfuma dejando un rastro de naturaleza criminal. Así sucedió con algunos de los más mediáticos como el de la inglesa Madeleine (Portugal, 2007), Cristina Bergua (Barcelona, 1997), Marta del Castillo (Sevilla, 2009) o el más reciente de Diana Quer (A Pobra do Caramiñal, 2016). 
Pelo negro y largo con reflejos de color caoba. Una cara realmente bonita. Un cuerpo de culebra inquieta. Isabel habla de Caroline en pasado porque solo puede hablar de recuerdos. Señala el parque que está junto a la cafetería en la que ha concedido esta entrevista para decir que la infancia se la pasó correteando por aquí. Era “muy miedosa, muy niña”, explica con ternura. Si llamaban a la puerta y en casa no esperaban a nadie, se negaba a abrir. Cuidaba de su habitación como lo hace un joyero de un reloj de una edición limitada. Tenía un ambientador que se terminó el sábado 14 de mayo, cuando faltaban solo unas horas para se marchara por última vez. La abuela le prometió que el lunes comprarían más.
Coincidiendo con su llegada al instituto, Caroline cambió. Conoció a amigas nuevas y dejó de vestir como una niña. Todas las horas que antes se pasaba por los aledaños de la plaza Sardà ahora se los pasaba por el centro comercial Splau, frente a la tienda de Apple en la plaza de Catalunya o en La Maquinista. Encajaría dentro de la tribu social apodada 'swaggers', que agrupa a menores que se amontonan en busca de áreas comerciales con wifi gratis. En su nuevo grupo la mayoría eran chicos tutelados por la Generalitat que se fugaban de los centros de acogida. A menudo terminaban en la discoteca ‘In Time’ de la plaza Urquinaona. Pero el 14 de mayo quisieron ir a la Zona Hermética de Sabadell. A su madre le dijo que se quedaría a dormir en casa de Silvia.
Esa noche Silvia y ella fueron con el resto hasta Sabadell y allí grabaron vídeos en los que aparecen bailando dentro de la discoteca Bora-Bora. A la salida, la presencia de los Mossos d’Esquadra propició una desbandada del grupo de Caroline, entre los que había menores con problemas con la justicia por hurto y robo con violencia. Justin, uno de ellos, declararía días más tarde que mientras huía se giró un instante y observó a la niña corriendo delante de un agente. Si es verdad, es la última vez que alguien asegura haber visto a Caroline. 
Existe otro indicio. Con su teléfono se realizó una llamada cerca de la estación de ferrocarril de Sabadell. Nadie respondió a esa llamada. La policía sospecha que ya no era Caroline quien llamaba. Las cámaras de esta estación filmaron a Justin más o menos a esa hora con la ropa manchada de barro. La justificación que el chico dio fue que se escondió de los policías en el Castell de Can Feu y allí se ensució.
Los agentes de la Unidad Central de Personas Desaparecidas de los Mossos d’Esquadra explican que los menores que acompañaban a Caroline aquella noche no están colaborando con la investigación. Cada vez que se acercan a buscarlos a la zona de la tienda Apple huyen en estampida. Además son menores a los que no resulta fácil interrogar. Algo desesperante porque tal vez sepan cosas que impulsarían la investigación y aliviarían el dolor que siente la familia de la chica, fulminada "por un rayo" desde que se evaporó.  El cabo Santiago López explica que el caso de Caroline reúne todos los ingredientes que descartan que se fugara voluntariamente. Era menor de edad, estaba bien con su familia, no tenía dinero y no ha dado ninguna señal de vida desde entonces. 
Su familia ha impulsado una batida que se llevará a cabo en Can Feu y en una riera cercana en la que presumiblemente el hipotético homicida podría haberse deshecho del cuerpo. Desde que desapareció, los Mossos han descartado tres avisos de personas que aseguran haber localizado a Caroline en diversos sitios. “Guarda relación con la divulgación del caso, si se habla de ella, aparece gente que cree haberla visto. Pero la sensación es que la gente quiere ver cosas que no ha visto en realidad”, explica López.
Los agentes de esta unidad conocen a Caroline mejor que a nadie. Lo saben todo de ella. Menos dónde está. La abogada Vanesa González, que defiende los intereses de la familia, cree que los recursos destinados a resolver este caso han "sido manifiestamente insuficientes". Tal vez "porque no ha tenido la repercusión mediática que merecía", sostiene. Isabel también reprocha a los policías que podrían hacer más. Pero salvo que la encuentren, todo parecerá poco. Es una madre agotada de conjugar los verbos en pasado, en futuro y, casi siempre, en condicional

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