La historia de este triple crimen nace de un triángulo amoroso y de unos celos malentendidos. El autor, el exmilitar estadounidense Dahud Hanid-Ortiz, de 47 años y origen venezolano, se trasladó en 2011 a la ciudad alemana de Wurzburgo (Baviera), donde conoció a una doctora rusa, Irina Trippel. Se inició una relación que se fue dañando cuatro años después. El militar, que estuvo en la Guerra de Irak, fue expulsado del Ejército estadounidense tras demostrarse que había falsificado un documento para poder ascender a oficial.
Dahud Hanid Ortiz, el Asesino |
Irina Trippel viajó a Madrid en abril del 2016, donde conoció al abogado de origen peruano Víctor Joel Salas Coveñas en una reunión de amigos. A partir de ahí, ambos empezaron a hablar por WhatsApp y llegaron a quedar en Mallorca y Barcelona en las semanas siguientes. Precisamente, en la capital catalana es donde la mujer le confesó a Víctor Joel que tenía una relación, pero que esta se había deteriorado en los últimos meses. El abogado se quedó patidifuso y no supo reaccionar. La mujer llegó a asegurarle que sufría malos tratos psicológicos.
Cuando Irina Trippel quiso romper con Dahud, este empezó a acosarla. Después se demostraría que le había hackeado el teléfono móvil y el ordenador portátil y que había instalado micrófonos en su vivienda. Así, se hizo con el teléfono de Víctor Joel Salas, al que llamó una mañana. “Hola, soy el marido de Irina. Ella está casada”, le soltó, a lo que el letrado le dijo que él no sabía nada. “A mí me han entrenado para matar. Te voy a encontrar y te voy a matar”, le respondió con tono frío. Dahud también habla ruso, alemán e inglés. Víctor Joel Salas le contestó que debían arreglar sus problemas entre ellos.
Víctor Joel Salas Coveñas, el letrado |
Horas después, Salas se enteró de que Dahud se había querido suicidar cortándose las venas y golpeándose la cabeza contra la pared.
A los pocos días, el propio Dahud escribió al abogado , le pidió disculpas por las amenazas: “El otro día cuando te llamé estaba drogado. No soy una persona tan violenta y sufro depresión”, le dijo en un mensaje de WhatsApp. Irina Trippel, a la vista de todo lo que estaba ocurriendo, rompió con él. Dahud se fue a vivir a casa de su suegra, ante la falta de lugar donde residir.
En un tiempo la situación estuvo tranquila para el abogado hasta que en mayo del 2016 el exmilitar le volvió a telefonear. Víctor Joel planteó una estrategia, que serviría para detener a Dahud. Cuando respondió a la llamada, le dijo que le llamara de nuevo a los cinco minutos. Cuando lo hizo, mantuvo de forma paralela otra conversación con un amigo en la que le decía que ya tenía los billetes de avión para reunirse con el jefe del cártel de Tijuana en México para “tratar unos asuntos” pendientes. Con esa excusa colgó a Dahud, que escuchó al detalle todo el montaje.
El triple crimen de Usera se produjo el 22 de junio del 2016. Investigaciones permitieron descubrir que Dahud estuvo por los alrededores de la casa de Víctor Joel, en Carabanchel, desde las seis de la mañana de ese día. El abogado salió pronto de su apartamento y no le vio.
El letrado se marchó a los juzgados de la plaza de Castilla, de donde salió pasadas las dos y media de la tarde. Llamó a su despacho, que estaba situado en el número 40 de la calle de Marcelo Usera. Le contestó su compañera, la cubana Elisa Consuegra. Le dijo que le estaba esperando un cliente por un caso de estafa por un montante de un millón de euros. Victor Joel le dijo a Elisa que no sabía quién era y que no había quedado con nadie, por lo que le pidió que le citara a las cinco de la tarde. Elisa Consuegra le comentó que era “un tipo muy raro” y que justo cuando sonó el teléfono se había marchado al servicio. “Dile que si puede venir a las cinco y si no me llamas, me voy a comer a casa, que está mi madre y me ha preparado la comida”, le dijo Víctor Joel y no hubo ninguna llamada.
De izquierda a derecha, las cubanas Elisa Consuegra y Maritza Osorio. |
Entonces el abogado se fue a su casa y se echó la siesta tras la comida. Tenía que levantarse a las cinco, pero se quedó dormido hasta las seis. Cuando fue a su despacho, ya se había descubierto todo el triple crimen.
Era cuando Elisa Consuegra colgó la llamada, el criminal salió del cuarto de baño con guantes de látex y un cuchillo de asalto. Se dirigió directamente a ella y la degolló. Le asestó un golpe tan brutal que el corte le llegó a la columna vertebral. “Fue una herida de alguien que sabe cómo hacerlo”. En uno de los despachos estaba la abogada Maritza Osorio, también cubana, que oyó lo que estaba pasando. “No iba a dejarla sola. Tenía un corazón enorme y salió a defenderla a ver si la salvaba”, añadió algún conocido.
Maritza Osorio cogió una palanqueta que guardaban en el bufete por un caso de aluniceros. Estaba detrás de un mueble y pegado con cinta. Era la única persona que lo sabía, junto con Víctor Joel Salas. La mujer atacó a Dahud con la herramienta. Le golpeó en el pasillo del bufete, le causó una lesión leve en la muñeca al repeler la agresión. El exmilitar la acuchilló con el machete y después la golpeó con la palanqueta. La mujer no murió en el acto. El asesino trasladó ambos cuerpos al despacho de Víctor Joel. Puso a una encima de la otra, y robó el disco duro del ordenador del letrado .
A las cinco de la tarde, llegó Pepe Castillo Vega, un taxista ecuatoriano. Acudía al despacho para recoger la documentación de un juicio que había ganado para que le concedieran la tarjeta de residencia a su esposa. Cuando subió a la oficina, se encontró con la puerta abierta. Confiado se sentó en el sofá mirando hacia la ventana y esperó a que le atendieran, pero entró Dahud con la palanqueta y sin mediar palabra, comenzó a pegarle en la cabeza. Pepe Castillo no tuvo tiempo de reaccionar. Preso de su furia, Dahud le pegó tantos golpes en la cabeza que le desfiguró la cara y el taxista quedó irreconocible. “Creyó que se trataba de Víctor Joel ”.
El taxista, John Pepe Castillo Vega. |
A continuación cogió una botella de agua de la marca Volvic, de origen francés y con la etiqueta verde. Dentro llevaba gasolina. Primero causó un incendio en el despacho de Víctor Joel Salas. La autopsia demostró que Maritza Osorio todavía estaba viva. Hallaron humo en sus pulmones. Después le pegó fuego a unos papeles junto a Pepe Castillo en la entrada. Cogió la llave y echó el cerrojo.
Entre las 17.30 y las 18.00 llegaron otros clientes que no pudieron entrar al bufete y se alertaron de que salía humo por los ventanales. Avisaron a los bomberos, que llegaron de inmediato desde el parque de Santa María de la Cabeza. Primero sacaron a Pepe Castillo Vega, que ya había fallecido. Después recogieron a Maritza Osorio, a la que los sanitarios del Samur intentaron reanimar, sin éxito. La última fue Elisa Consuegra. Los agentes de Homicidios de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid trasladaron a Víctor Joel Salas a comisaría, en la calle del Doctor Federico Rubio y Galli. Allí le presionaron para que les dijera qué había ocurrido, si estaba detrás del triple crimen. Pensaron que se trataba de un ajuste de cuentas, al haberse llevado el disco duro y haber tratado temas de narcotráfico en México.
Los cadáveres cubiertos, izquierda el de Elisa Consuegra, en centro de Maritza Osorio y derecha el de Pepe Castillo Vega. |
Los agentes de Homicidios se basaron en tres tarjetas del cártel de Tijuana halladas en el cuarto de baño, en el vestíbulo y en el despacho de Víctor Joel. También le preguntaron si guardaba algún tipo de combustible en una botella de la marca Volvic. Esas preguntas fueron desencadenantes. Víctor Joel Salas les llevó hasta Dahud. Conocía el nombre de la marca porque lo había pedido a la hermana de Irina Trippel durante la visita a Barcelona. Las tarjetas del cártel coincidían con la falsa conversación que mantuvo el letrado de que tenía que viajar a México. Todo empezaba a cuadrar.
Víctor Salas llamó hacia las 22.30 de ese día a Irina Trippel para preguntarle si sabía dónde estaba Dahud. La mujer le dijo que hacía un rato que había hablado con él y que, pese a que se oía mal, le dijo que estaba tomando una hamburguesa con un amigo en una localidad cercana. Le mandó, sin pedírselo, el ticket de la consumición.
Todo era falso y lo que quería era montarse una coartada. Dahud había viajado en su coche hasta Alemania. Le dejó su móvil a Adhiyad, un conocido suyo, mientras él hacía los 2.000 kilómetros que separan Madrid de Wurzburgo. Compró otro teléfono móvil con el que se comunicó con su amigo Adhiyad. Este llamó a Irina Trippel desde su terminal y lo pegó al suyo, desde el que telefoneó a Dahud. De ahí, el sonido deficiente. Cuando regresó, se hizo una foto con su amigo. En ella llevaba la muñeca vendada por el golpe que le había pegado Maritza Osorio. Otro dato que le incriminaba.
La policía española contactó con sus homónimos alemanes y prepararon todo para detener a Dahud, pero el juez instructor del caso desoyó tanto al letrado como a los agentes. Retrasó durante días la euroorden, tiempo para que Dahud huyera a Colombia en un viaje relámpago. Su hermana acudió a la frontera y le entregó su pasaporte venezolano, con el que pudo entrar en su país de origen. Antes había sacado los 60.000 euros que tenía Irina Trippel en su cuenta corriente.
Durante todo ese tiempo, Dahud estuvo en Puerto Ordaz, en el norte de Venezuela. Lo que no sabía es que estaba vigilado. Víctor Joel Salas había contratado a unos detectives privados y, tras meses de seguimiento, se hizo con su dirección exacta. Era vigilado en cada movimiento que hacía. Victor Joel sabía si entraba o salía y las personas a las que frecuentaba en cada momento. Todos esos datos se los facilitó a la policía, que cursó la correspondiente orden de detención.
En la imagen, algunos de los clientes que presenciaron la escena del crimen. |
El arresto del autor del triple asesinato del despacho de abogados de Usera, Dahud Hanid-Ortiz, se produjo el 3 de octubre del 2016 durante una operación policial. Los agentes venezolanos se dieron cuenta de que Dahud estaba siendo buscado en España cuando metieron sus datos en las bases. Tenía una orden de busca y captura en Interpol.
Dahud fue extraditado a España para ser juzgado en la Audiencia Provincial de Madrid por el triple crimen. Al ser acusado de asesinato, un jurado popular se encargó de determinar si era culpable o inocente.
La extradición duró bastante tiempo. Dos países estaban interesados en juzgarle. Por una parte, las autoridades estadounidenses querían celebrar allí la vista oral. Argumentaban que al tratarse de un exmilitar que intervino en la Guerra de Irak pudo sufrir problemas mentales y que, por tanto, debería cumplir condena en sus cárceles. La otra nación interesada era Cuba, cuya legislación penal recoge que los delitos cometidos contra sus compatriotas deben juzgarse en su territorio. España es la preferente en la extradición, por el derecho internacional basado en el principio de territorialidad donde los delitos se juzgan en el país donde se cometen.
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