Debido a una cadena de errores judiciales, su asesino, Santiago del Valle García, estaba eludiendo la cárcel desde el año 2002 (tenía una condena por pederastia), hecho que provocó alarma social. El 25 de marzo de 2008, fue detenido en una parada de autobuses de Cuenca y declaró ante los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV). Los padres de Mari Luz iniciaron en mayo de ese año una campaña de recogida de firmas en la que solicitaban cadena perpetua para los pederastas.
El domingo 13 de enero de 2008 Mari Luz salió de casa a comprar unas chucherías en un quiosco cercano. Santiago del Valle la observa y la sigue desde la ventana de su domicilio. Cuando la niña regresa, Del Valle comprueba que no hay nadie alrededor y llama su atención tirándole un peluche.Mari Luz se adentra en el portal para devolverle el muñeco.
La pequeña empieza a subir el único tramo de escaleras que conduce hasta la casa de Santiago. Es entonces cuando Del Valle se coloca detrás de ella con la intención de abusar sexualmente de la niña. Ante su resistencia la agarra por el tórax, le tapa la boca y la golpea varias veces con fuerza en la cabeza. Santiago entra con la niña, inconsciente, pero viva, en su casa. Mete a Mari Luz en un carrito de la compra y la tapa con un chaquetón. Despierta a su hermana Rosa para que le ayude a trasladar a la pequeña en su vehículo y deshacerse de ella. Juntos se dirigen hasta la zona de las marismas. Aquí Santiago introduce a la niña en el agua boca abajo, y la deja allí parcialmente sumergida. A los pocos minutos, Mari Luz moría por axfisia.
Mari Luz Cortés Suárez nació en Huelva, en el hospital Juan Ramón Jiménez, el 12 de diciembre de 2002. Vivía en el número 4 de la Plaza Rosa de la barriada de El Torrejón. Según cuentan sus padres, Juan José Cortés Fernández –pastor gitano de la Iglesia Evangélica de Filadelfia- e Irene Suárez Fernández -trabajadora de la Fundación Secretariado Gitano-, “fue como un regalo del Dios”. Tenía dos hermanos,Daniel y Juan José, de trece y diez años de edad.
Era una niña muy alegre y sociable a la que le encantaba bailar y cantar, pero lloraba enseguida si estaba separada de sus padres. No quería quedarse sola y le daba miedo la oscuridad. Cuando quería hablar con su padre, ella misma cogía el móvil y marcaba el número.
Mari Luz iba bien en el colegio, era trabajadora e inteligente y se le daba bien dibujar. Le gustaba ayudar a su madre con las tareas domésticas y en su tiempo libre veía dibujos animados o acompañaba a su madre al mercadillo. En sus últimas vacaciones, había disfrutado mucho en el parque acuático y en el Zoo Marine de Albufeira, en el Algarve. Le gustaba mucho ir a la playa.
El 13 de enero de 2008, un domingo lluvioso y frío, Mari Luz desapareció cuando bajó de su casa sobre las cuatro y media de la tarde para comprar palomitas en el quiosco María “Las Carrasco”, en el número 5 de la Avenida de Las Flores. Nunca iba sola, pero ese día su madre no se sentía bien. Se había tomado un relajante muscular y después se había echado en un sofá. La niña cogió el euro que le dio su madre y bajó a la calle. Llevaba una camiseta fucsia, una falda vaquera corta, leotardos de color rosa y botas vaqueras de color azul, con cremallera. Al llegar al quiosco la atendió el dueño, Fernando Salazar.
A partir de ahí, se pierde la pista de la niña. Nadie volvió a verla jamás con vida.
Desde el momento de su desaparición, la familia de Mari Luz organizó movilizaciones por varias ciudades para pedir su vuelta a casa.
Desde el momento de su desaparición, la familia de Mari Luz organizó movilizaciones por varias ciudades para pedir su vuelta a casa.
El día quince, un equipo de psicólogos de la Cruz Roja se trasladó al domicilio de la niña para apoyar a los padres.
El miércoles día dieciséis se realizó una manifestación, en la que más de 5.000 personas apoyaron a la familia de Mari Luz. Al día siguiente, varios pueblos de la provincia expresaron su solidaridad. Y en Huelva, cerca cuatrocientas personas se concentraron a las puertas del Ayuntamiento para pedir la vuelta de la niña desaparecida.
El día veinte de enero del 2008, mil personas acudieron a una misa por Mari Luz. Y el veintidós se realizaron concentraciones entre las cinco y las seis de la tarde en las plazas principales de quince capitales españolas. Juan José estuvo presente en la convocada en la Plaza Mayor de Madrid.
El trece de febrero, un equipo de detectives privados, contratados por la familia, comenzó la búsqueda de la niña.
Al fin, cincuenta y cuatro días después de la desaparición de Mari Luz, el día siete de marzo del 2008, un empleado de una refinería de Cepsa encontró el cuerpo de la pequeña, flotando en un muelle de la ría de Huelva. La ropa y el tamaño del cuerpo coincidían con la descripción de Mari Luz. El cadáver fue trasladado por la Guardia Civil hacia el Muelle de Levante, y de allí al Instituto Anatómico Forense, donde le fue practicada la autopsia.
La zona donde apareció la niña ya había sido inspeccionada poco después de su desaparición, sin encontrar rastro alguno.
Juan José, el padre de la pequeña, identificó su cadáver. Tenía poco pelo, un golpe en la cabeza y le faltaban las uñas. Irene Suárez, su madre, no se atrevió a entrar a verla. Los familiares pasaron toda la noche del viernes en el tanatorio, atendidos por efectivos de la Cruz Roja y Protección Civil.
El Ayuntamiento de Huelva decretó tres días de luto oficial en señal de duelo por la muerte de Mari Luz.
El día diez de marzo la pequeña fue enterrada, en una ceremonia multitudinaria.
El día doce, Juan José, padre de Mari Luz, declaraba que el mejor regalo que le podía dar a sus hijos es que se hiciera justicia a su hermana.
El estudio toxicológico aportado por el Ministerio de Justicia determinaba que cuando arrojaron a la niña al agua, todavía estaba viva, ya que en su médula ósea se habían encontrado algas diatomeas de los génerosnavícula, synedra y amphora, que sólo podrían haber llegado allí si la muerte se había producido por sumersión.
Pero los padres de Mari Luz habían encargado una segunda autopsia al profesor Luis Frontela, entonces director del Instituto de Medicina Legal de Sevilla.
• No habían aparecido diatomeas en el cuerpo de la niña, de lo que se deducía que ya estaba muerta cuando fue arrojada al agua.
• Había lesiones en ambas muñecas, lo que indicaba que la niña fue atada en vida y ejerció resistencia o defensa.
• Existía una lesión por intento de separación, al menos, de un muslo, lo que probaría una violación o intento de violación.
• Se detectaron al menos dos golpes en la cabeza, distintos de los mencionados por los forenses en la primera autopsia.
• En la piel de la cabeza había fibras de color negro, introducidas muy profundamente, que indicaban que la niña tuvo colocada una prenda oscura o de color negro en la cabeza, sobre la que se ejerció una gran presión.
• La conclusión era que se trataba de un homicidio, no de una muerte por ahogamiento.
Todas las pesquisas policiales se concentraron a las pocas horas en una persona: Santiago del Valle, y se apuntó también a la complicidad y encubrimiento por parte de su hermana Rosa, y su mujer, Isabel García. Los tres acabaron en prisión, pero a quien condenó por violación y asesinato a 22 años de cárcel la Audiencia Provincial de Huelva fue al primero, pederasta reincidente que vivía a escasos metros de la niña, había huido a un pueblo de Cuenca tras los hechos y que había sugerido varias veces lo bella que era la niña. Esta vez la sospecha más evidente fue real y quien parecía el criminal, con antecedentes por tocamientos y vejaciones hasta sobre una hija, lo era.
Santiago del Valle,fue condenado a 22 años de prisión, estando en la cárcel intentó apadrinar a una menor de un país en desarrollo utilizando el nombre de su mujer como coartada. Sin embargo, la primera carta que la supuesta madrina envió a su amadrinada, resultó ser un escrito de puño y letra del penado en el que solicitaba a la niña que le proporcionase su dirección y teléfono para relacionarse con ella al margen de la ONG. Fue así como Plan Internacional detectó el caso, canceló la cuenta de apadrinamiento y lo puso todo en conocimiento de la Justicia.
Ninguna condena fue capaz de frenar a Santiago del Valle en sus propósitos criminales. En la primavera de 1998 se descubrieron sus abusos sexuales a su propia hija, de 5 años. En 2002 fue condenado por estos abusos, pero consiguió eludir una sentencia en firme hasta 2005. El 13 de enero de 2008, la pequeña Mari Luz Cortés fue a comprar unas chucherías a un quiosco cerca de su casa.Nunca regresó. Su cuerpo sin vida apareció 54 días más tarde en la ría de Huelva.
Cuando consumó este horrendo crimen, Santiago del Valle estaba en libertad porque no se había ejecutado una sentencia que le condenaba por abusos sexuales, lo que acarreó sanciones para el juez Rafael Tirado y la secretaria judicial Juana Gálvez.
El 16 de febrero de 2011 Santiago del Valle fue juzgado y condenado a 22 años por el asesinato y los abusos sobre Mari Luz Cortés. Tenía otra condena de 2004 (suspendida) por abusar de una niña de 9 años y un juicio pendiente por acoso sexual a una menor de 13 años en Gijón.
El padre de la niña asesinada manifestó estar «totalmente en contra» del tratamiento que los culpables de delitos están recibiendo en las cárceles, e insistió en rechazar las medidas tomadas desde los centros penitenciarios en «beneficio» de este tipo de delincuentes, que, en su opinión, favorece a «que se cometan otros delitos».
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