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sábado, 15 de abril de 2017

Remedios Sánchez ; La Mata Ancianas

Cuando amigos y familiares de Remedios Sánchez se enteraron de que “la Reme”, como se la conocía en su entorno, era la asesina de tres ancianas en la ciudad de Barcelona, no podían creerlo.
            La cocinera del bar Cebreiro, en el barrio de Sant Gervasi siempre había tenido un trato amable y cortés con los clientes y propietarios del establecimiento donde trabajaba como cocinera desde hacía tres años. La recuerdan como una mujer muy trabajadora y noble. En definitiva, una ciudadana de vida normal y sencilla.
            Nadie se explica que le pasó por la cabeza aquel 10 de junio de 2006, fecha de su primer crimen, cuando la asesina llamó al timbre de la vivienda de Josefa, de 83 años, a quien había conocido unos días antes en casa de una amiga de la víctima. “La Reme” atacó a la anciana dentro de la vivienda con un cuchillo intentando apuñalarla. Seguidamente la estranguló con un tapete y le robó joyas y dinero.
            El 18 de junio sucedería el segundo ataque con el mismo procedimiento, aunque esta vez, al abrir la puerta de su domicilio, Rosa de 80 años, se encontró con una desconocida que se ganó su confianza contándole que era la novia de un propietario del edificio y pidiéndole una tirita. Al entrar en el piso, comenzó una brutal paliza propinándole patadas y puñetazos a la anciana, para acabar estrangulándola. La víctima perdió el sentido pero sobrevivió.

 Tres días después, Remedios subía en el ascensor con su tercera víctima, Rosario, de 87 años. Al salir, cuando la octogenaria se dispuso a entrar en su vivienda, la asesina la agarró del cabello, la empujó hacia dentro y la golpeó. La anciana intentó escapar sin éxito, hasta acabar estrangulada y sin sentido, pero vivió para poder contarlo.
            Otros tres días después, Remedios se inventó que había un escape de gas en el edificio donde habitaba su próxima víctima, Pilar, de 83 años de edad. Se hizo pasar por una vecina que le advertía del escape y que su piso era el único que no se había revisado. Una vez consiguió que la dejara entrar, se dirigió al baño, cogió una toalla y estranguló a la mujer, desvaneciéndose.
            Al día siguiente, el 25 de junio llamó al timbre de otra vivienda. Pidió un vaso de agua a Alicia, de 70 años. Cuando ésta fue a por el vaso, Remedios se escondió en la casa y al intentar asaltarla, no contaba con que hubiera el marido de la propietaria en la vivienda, por lo que salió huyendo.
            El 28 de junio, “la Reme” mató a Adelaida en su domicilio, de 96 años, asfixiándola.
            Siguieron otros dos asaltos más hasta matar a su tercera víctima, María de 76 años y como a todas las anteriores, fue atacada en su vivienda.
            - El 3 de julio intentó cometer su último asesinato. Esta vez llamó al timbre de un piso y se inventó que llevaba un paquete para una vecina. Después la intentó estrangular con un paño de cocina. La mujer quedó inconsciente pero no murió. Como a las demás, le sustrajo pertenencias de valor.
            La policía contaba ya con muchos datos de la asesina, fruto del testimonio de las víctimas que sobrevivieron y de dos grabaciones de vídeo, la de una entidad bancaria y otra de una estación de metro que ponían rostro a la asesina, aunque al carecer de antecedentes penales, no pudieron ponerle nombre y apellidos.
 Sospechaban los investigadores que la mujer residía en el barrio de Sant Andreu y tran investigar por la zona ya sabían que a Remedios era aficionada al juego. Así es como el 4 de julio dieron con ella en un bingo de la calle Provenza, donde se encontraba jugando a la máquina tragaperras. Su apariencia física concordaba con la descripción. Una vez comprobada su identidad, descubrieron los policías dentro del bolso de la hasta entonces sospechosa,  una agenda donde se encontra una anotación de la dirección de las víctimas. Una vez practicada la detención, se produjo el registro en la vivienda de la asesina, donde se encontraron objetos de valor que pertenecían a las víctimas.
            Finalmente, el 3 de julio de 2008 fue condenada a 144 años de prisión, si bien solamente deberá cumplir 25.
            La acusada nunca ha reconocido los hechos, acusando a una mujer que compartía piso con ella de nombre Mari, que supuestamente huyó dejando las pertenencias de las víctimas en la vivienda compartida.

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