El descuartizador de Majadahonda, Bruno Fernández, realizaba ritos satánicos en su domicilio e invocaba a gritos a
Lucifer en Móstoles donde residió
años junto a su hermana y su padre. También compraba animales vivos en una tienda que luego sacrificaba
y en varias ocasiones llegó a provocar pequeños incendios en su
domicilio al practicar alguno de los rituales sangrientos que provocaron
las llamadas de los vecinos a la Policía.
Bruno estuvo dos veces ingresado en la Unidad Psiquiátrica del Hospital de Móstoles y tenía recetada una medicación especial para controlar los episodios esquizofrénicos.
Está encarcelado por su relación con la desaparición de una mujer argentina, Adriana Giogiosa. Ésta residía en la casa que Bruno heredó de su tía en Majadahonda de la que tampoco se sabe nada.
El descuartizador de Majadahonda «había estudiado informática, aunque no se le conocía trabajo». Su padre regentaba un bar a escasos minutos de su domicilio y su hermana pasa largas temporadas fuera de casa por motivos de trabajo. La relación distaba mucho de ser cordial, según indican los vecinos.
Discutía mucho con su hermana y le decía que se comportaba así porque su madre de pequeño le pegaba y le encerraba en el cuarto de baño cuando no quería comer.
También hacía fuego dentro de casa y olía de forma muy rara. Un día salió tanto humo que acudió la Policía y los Bomberos.
Este hecho llamó poderosamente la atención de los vecinos, ya que durante los años en los que Bruno vivió en el bloque «apenas salía de casa y no parecía que se llevase bien con nadie».
La tía de Bruno llamada Liria Hernandez está desaparecida desde el año 2011. Desde tal fecha, no se sabe a ciencia cierta qué ha sido de su paradero. Fuentes dicen que se encontraba en una residencia de ancianos y que por eso Bruno controlaba el asunto del alquiler, pero no se ha encontrado rastro de ella en ninguna residencia.
Bruno estuvo dos veces ingresado en la Unidad Psiquiátrica del Hospital de Móstoles y tenía recetada una medicación especial para controlar los episodios esquizofrénicos.
Está encarcelado por su relación con la desaparición de una mujer argentina, Adriana Giogiosa. Ésta residía en la casa que Bruno heredó de su tía en Majadahonda de la que tampoco se sabe nada.
El descuartizador de Majadahonda «había estudiado informática, aunque no se le conocía trabajo». Su padre regentaba un bar a escasos minutos de su domicilio y su hermana pasa largas temporadas fuera de casa por motivos de trabajo. La relación distaba mucho de ser cordial, según indican los vecinos.
Discutía mucho con su hermana y le decía que se comportaba así porque su madre de pequeño le pegaba y le encerraba en el cuarto de baño cuando no quería comer.
También hacía fuego dentro de casa y olía de forma muy rara. Un día salió tanto humo que acudió la Policía y los Bomberos.
Este hecho llamó poderosamente la atención de los vecinos, ya que durante los años en los que Bruno vivió en el bloque «apenas salía de casa y no parecía que se llevase bien con nadie».
La tía de Bruno llamada Liria Hernandez está desaparecida desde el año 2011. Desde tal fecha, no se sabe a ciencia cierta qué ha sido de su paradero. Fuentes dicen que se encontraba en una residencia de ancianos y que por eso Bruno controlaba el asunto del alquiler, pero no se ha encontrado rastro de ella en ninguna residencia.
Nunca hasta la fecha se han encontrado los cuerpos de la tía Liria Hernandez y de Adriana Gioiosa pero lo que si se encontró en un registro fue una picadora industrial de carne instalada en el sótano y en ella restos de sangre humana.
Bruno
sacaba bolsas de basura a horas intempestivas, de manera sospechosa y por ello la investigación del caso dirigió sus
esfuerzos a buscar restos posibles de los cuerpos en un vertedero de
Pinto, que es el destino final de la basura recogida en este municipio.
Bruno vivía con su padre y su hermana Cristal,
ya que la madre no tenía relación con ellos y llevaba
tiempo sin ver a sus hijos. De hecho, al enterarse de lo sucedido, echó
toda la culpa a los psiquiatras y al padre, por no hacerle tomar su
medicación en la manera correcta.
El tema de la separación de los padres es un tema peliagudo, ya que cuando Bruno
tenía tres años, según la madre, el padre lo secuestró. La madre
denunció a Interpol y llegó a escribir una carta a la Reina
Sofía para pedir justicia. Finalmente años mas tarde vuelve a tener contacto con él ya que Bruno residía en Estados Unidos y volvió.
Ahora mismo esta señora no reside en
Madrid y no tiene los medios para estar viajando,
pero su intención es la de apoyar a su hijo argumentando que “lo
debe estar pasando muy mal porque las personas con su enfermedad tienen
momentos de lucidez y él si los tiene se dará cuenta de lo que ha hecho”. La madre es conocedora de los episodios de brotes psicóticos.
La madre dice que se le contaron mentiras acerca de su persona y Bruno
estuvo tiempo tratando de encajar la situación. La madre quería que se
fuese a vivir con ella a Lugo pero finalmente no se produjo ese
traslado. Según ella, si hubiese estado bajo su techo jamás hubiese
pasado esto ya que ella misma hubiese estado pendiente de que tomase la
medicación, algo que “nunca hacía”.
Se hizo un registro exhaustivo del chalet y de una finca que poseía la tía Liria Hernandez en Toledo, en las afueras de Santa Cruz de la Zarza, encontrándose también restos biológicos humanos.
Los restos del chalet hallados en la picadora y en una pared del sótano fueron cotejados con el ADN del hermano de Adriana Gioiosa, que alertado porque su hermana no contestaba y esto era inusual en ella, se desplazó hasta España. El resultado fue positivo.
Bruno, el “Descuartizador de Majadahonda” por tanto tiene delitos de falsedad documental
ya que según el informe de Grafística de la Guardia
Civil, falsificó la firma de su tía para la cesión a su nombre del
chalet.
La relación con Adriana Gioiosa
era tensa, ésta se quejaba de que tenía manías raras como por ejemplo
no dejarla mover un cuadro de su tía del salón o prohibirle bajar al
sótano, además de que el acusado vivía sin avisar entre Majadahonda y
Móstoles.
Una persona que se puso en contacto con él, coincidió con Bruno en una terapia,donde hay que enfatizar por encima de todo de que lo único peor a una enfermedad psiquiátrica, es una enfermedad psiquiátrica sin tratar como sucedió en este caso desgraciadamente,con la desaparición de Liria Hernández y de Adriana Gioiosa, y la evidencia de los restos encontrados en la casa de Bruno, el “Descuartizador de Majadahonda”.
Bruno confesó esto en la terapia ;
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