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viernes, 22 de diciembre de 2017

Unabomber , El Genio de los Paquetes Explosivos

Theodore Kaczynski no era un tipo normal. Había nacido en 1942 en Chicago, en el seno de una familia de emigrantes polacos, y pronto fue sometido a un test de inteligencia que determinó que su coeficiente intelectual era de 167. Kaczynski era, académicamente, un genio. Pero no es sólo por ello por lo que su figura sigue despertando interés. Ingresó en la Universidad de Harvard con apenas dieciséis años, demostrando una extraordinaria habilidad para el dominio de las matemáticas. Tras graduarse, se doctoró en la Universidad de Michigan. En su tesis, titulada “Boundary Functions” conseguía resolver un teorema complejo que sus propios profesores habían intentado solucionar, sin éxito, durante años. Ante la asombrosa tesis de Ted, uno de los profesores de su tribunal llegó a afirmar: “Es posible que únicamente unas diez o doce personas en todo el país la entiendan o la aprecien”.

 Mientras su progreso académico parecía imparable, su personalidad iba tomando forma como el hierro candente al enfriarse. Ted era un chico solitario, expuesto a la crueldad de los que en la universidad lo superaban en edad. Además de ello, hay que tener en cuenta el que fue, sin duda, el episodio más traumático durante su estancia en Harvard: su participación en una investigación llevada a cabo por el Dr. Henry Murray y subvencionada por la CIA, la famosa y controvertida Operación MK Ultra. Sometieron a una veintena de chicos a un experimento encubierto en el que se suponía que cada uno debía hacer un análisis de su propia visión del mundo y de su personalidad para luego debatir en grupo sus ideas con sus compañeros. Pero, en realidad, obligaban a los chicos a soportar, en solitario, un severo ataque psicológico monitorizando sus reacciones y respuestas emocionales. La participación en este proyecto éticamente indefendible promovido por la CIA para el estudio de formas de control mental fueron determinantes en la formación de Kaczynski, y en su aversión a cualquier intento de control psicológico.


Se mudó a Berkeley en 1967, donde trabajó como profesor en la Universidad, y dimitió sin causa aparente dos años más tarde. Para la opinión pública, a principios de los 70, poco quedaba de aquel alumno brillante. Ted se trasladó en 1971 a una cabaña sin luz ni agua corriente a  un perdido paraje de Lincoln, Montana, tratando de ser autosuficiente. Es durante este tiempo cuando afloran los verdaderos sentimientos que, años después, le llevarían a fabricar una serie de paquetes bomba artesanales que enviaría a objetivos predeterminados, causando tres muertos y más de veinte heridos a los largo de casi dos décadas de actividad, en las que plantó cara a las investigaciones policiales, convirtiéndose en uno de los terroristas más perseguidos de Estados Unidos. Su motivo era tan insólito como cautivador para cualquier analista. Desprendía un odio manifiesto hacia el desarrollo tecnológico y sus consecuencias sociales. Un rechazo que plasmaría durante años en sus escritos. Su forma de pensar pronto se asoció a una corriente antitecnológica y anarcoprimitivista, en rechazo del proceso de civilización llevado a cabo por el ser humano, y a lo que posteriormente vendría a la llamarse neoludismo, evocando al movimiento Luddita de comienzos del siglo XIX, que se oponía de forma violenta al desarrollo industrial que estaba teniendo lugar entonces en Inglaterra. Los rudimentarios explosivos que comenzó a enviar a partir de 1978 iban dirigidos, al comienzo, a universidades y aeropuertos. La policía decidió  entonces denominar al culpable como “Unabomber”. Más adelante, sus objetivos serían también profesores, científicos, empresarios o responsables de industrias madereras. 

 A partir de 1993, tras seis años de inactividad, los sucesos se precipitaron. Los EEUU, aun conmocionados por el incidente de los Davidianos en Waco, se exponían a los nuevos atentados del Unabomber que sumarían dos nuevas víctimas mortales. Fue en 1995 cuando Kaczynski ofreció un acercamiento a las autoridades, enviando al New York Times y al Washington Post un manifiesto en el que exponía su pensamiento bajo el pseudónimo de “Freedom Club”, prometiendo el cese de los ataques si ambos lo publicaban. El manifiesto, que pasó a llamarse entonces “Manifiesto Unabomber”, se puso en conocimiento de la policía, que decidió sacarlo a la luz con la esperanza de que alguien pudiese ofrecer alguna pista acerca de su autor. El texto, que enlazamos más abajo, lleva por título “La sociedad industrial y su futuro”.

 Una vez hecho público, la opinión mediática consideró que aquello solo podía ser obra de un genio. Aunque poco duraría aquella percepción, cuando dos años más tarde, Kaczynski fuera detenido gracias a la colaboración de su propio hermano con la policía, que descubrió la gran similitud entre las ideas de Ted y las expresadas en el manifiesto. El aspecto de hombre primitivo que presentaba el Unabomber en el momento de su detención y el de su cabaña, donde los investigadores encontraron documentos y material para fabricar explosivos, pronto hicieron creer a los medios que Ted era, simplemente, un loco, y no un genio con un cerebro privilegiado. Pero nada más lejos de la realidad. Su texto era, y es, un certero análisis de la sociedad actual. En él hace un pormenorizado estudio del proceso de alienación y del acceso al poder al que se ha visto sometido el ser humano. Analiza diferentes perspectivas ideológicas, centrándose en el izquierdismo moderno, y prevé un colapso social y ecológico con dos únicas salidas: un giro radical que acabe con el sistema actual recuperando el equilibrio con el planeta o un proceso sin retorno de extinción de la raza humana. Así comienza:
La Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana. Ha aumentado enormemente la expectativa de vida de aquellos de nosotros que vivimos en países avanzados, pero ha desestabilizado la sociedad, ha hecho la vida imposible, ha sometido a los seres humanos a indignidades, ha conducido a extender el sufrimiento psicológico (en el tercer mundo también el sufrimiento físico) y ha infligido un daño severo en el mundo natural. El continuo desarrollo de la tecnología empeorará la situación. Ciertamente someterá a los seres humanos a grandes indignidades e infligirá gran daño en el mundo natural, probablemente conducirá a un gran colapso social y al sufrimiento psicológico, y puede que conduzca al incremento del sufrimiento físico incluso en países avanzados.


                                         





















Seguramente, el caso Unabomber y su manifiesto pueda parecer un despropósito, una americanada, la historia de perturbado que consiguió erigirse como digno rival del FBI durante diecisiete años. Pero conviene, si es que se tiene algún interés por analizar la situación global del planeta y del hombre que lo habita, no dejar de lado algunas evidencias. El desastre ecológico al que se refiere Kaczynski se viene produciendo desde el mismo comienzo de la Revolución Industrial y es cada vez más marcado a lo largo de los últimos decenios. Y todavía más temprano es el sometimiento del hombre por el hombre que ha conducido a una situación actual insostenible para millones de personas. La gran evidencia del manifiesto, contrastable con la realidad, es que el capitalismo occidental es un callejón sin salida.

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