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lunes, 23 de abril de 2018

Hijos Menores de Edad, Espectadores de Crímenes Machistas

"Sonia, hay que ser fuerte y resistir", decía siempre Arancha a su compañera en la gasolinera. Pero Arancha no pudo sobrevivir a su agresor que la acuchilló ante sus tres hijos, todos menores de edad, en su casa de Azuqueca de Henares (Guadalajara) el 28 de diciembre del 2017. Los hijos mayores, de 9 y 12 años, asistieron al crimen y subieron corriendo a casa de una vecina, que a veces los cuidaba, a la que dijeron: "¡Ayúdanos, han matado a mi mamá!".

Se había escuchado una fuerte discusión en torno a las siete de la mañana cuando Arancha, de 37 años, estaba preparándose para ir al trabajo. La esperaban hacia las ocho de la mañana en una gasolinera Repsol de la carretera R-2, donde le tocaba trabajar esos días navideños, aunque su trabajo habitual estaba en otra estación de servicio de Azuqueca. Pero no consiguió llegar.
Jesús Marín de 40 años, vigilante de seguridad, su marido, la mató,se intentó quitar la vida después, acuchillándose a sí mismo. Sin embargo no lo logró, y estuvo ingresado bajo custodia policial en el hospital de Guadalajara. Jesús y Arancha se habían casado el año 2016 en el juzgado y eran padres de un bebé de 15 meses que también estaba en el piso en el momento del crimen. Los otros dos niños, los que acudieron a avisar a la vecina tras ver cómo su padrastro asesinaba a su madre, eran de un matrimonio anterior de Arancha, y su padre, argentino, se marchó de vuelta a su país. Jesús tenía otra hija menor de edad de una relación anterior, pero no vivía con ellos.


Este asesinato engrosó hasta 48 las víctimas mortales de la violencia machista en España en el 2017 y lo mas preocupante de todo es que están las otras víctimas, los menores, que lo pierden todo. Son 27 los huérfanos que dejó la violencia machista en el año 2017, también con los menores espectadores del crimen, un patrón repetido.
Como suele ocurrir, nadie había detectado nada. Algunos de los vecinos de la calle San Miguel de Azuqueca, donde vivían la víctima y el asesino, habían oído discusiones entre la pareja. Y no sólo antes del terrible suceso, sino muchos otros días. Pero le restaron importancia, "En la calle se les veía bien". Otros en cambio, matizaron que había un componente violento en el carácter de Jesús, "Hace poco se enganchó con un vecino y casi le pega", explicaba una de las inquilinas del inmueble. Jesús además, era corpulento, moldeado en el gimnasio y según esta mujer, bastante aislado en su relación con el resto de vecinos, "Yo le saludaba si me lo cruzaba y él ni me contestaba", abundó un vecino que lleva toda la vida en esa calle.

  Jesús Marín es natural de Madrid, se juntó con Arancha y se fue a vivir a su casa, donde ella habitaba desde 12 años atrás. La víctima trabajaba en Repsol, donde había labrado mucha amistad con diferentes empleados. Donde más tiempo pasó fue en la gasolinera de Cabanillas del Campo, un pequeño pueblo situado entre Azuqueca y  Guadalajara.
Allí trabajó 12 años, un compañero suyo, que la conoció todo ese tiempo decía consternado, "Por aquí venían los dos, Él se dedicaba en su trabajo a recaudar dinero de distintos negocios y también venía aquí, así fue como la conoció, hasta que se convirtieron en pareja, siempre se les veía bien".
- ¿Y nunca comentó ella que tuviera problemas de pareja o que sufriera malos tratos?
-  No, si sufrió malos tratos antes, no se lo contó a ninguno de sus compañeros ni vecinos,muchos pensaban que estaban bien, Jesús llevaba años trabajando en la empresa de seguridad Loomis, donde se ocupaba de recaudar dinero en supermercados, gasolineras y otros negocios.
Trabajadores del Instituto de la Mujer acudieron a la casa de la víctima, la Cruz Roja atendieron a los menores. La víctima tenía dos hermanos que se harán cargo de la tutela de los niños,pero las secuelas y los traumas son irreversibles y habrá de trabajar mucho para que en sus futuros no sean sujetos problemáticos dentro de la sociedad.

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