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lunes, 2 de julio de 2018

Ana Julia Quezada , La Dominicana del Terror

Ana Julia Quezada Cruz, la asesina del pequeño Gabriel Cruz en las pedanías de las Hortichuelas ( Almería) , es un auténtico peligro, una habilidosa a la hora de engatuchar a incautos a los que a poco que se despistasen les limpiaba la cuenta corriente. Relata el 1 de julio de 2018 Cruz Morcillo que a la dominicana no se le resistía nada y que no dudó en sacrificar la vida de un inocente niño con tal de conseguir el macabro propósito de tener en propiedad a su padre, a Ángel Cruz, su última y desdichada pareja hasta la fecha.


Esta es la relación de parejas y cómo acabó con ellas entre 1992 y 2018:

MIGUEL ÁNGEL RUIZ salvó a Ana Julia, la conoció ejerciendo la prostitución en un club de Rubena (Burgos) a finales del año 1992 y seis meses después ya se casó con ella, tenía entonces 21 años y una bebé en la República Dominicana y estaba embarazada de su segunda niña, Judith, hija de Miguel Ángel. En 1995 trajeron a la pequeña Ridelca con tres años. Un domingo del año 1996, Miguel Ángel, camionero de profesión, halló a la niña muerta en el patio interior del edificio y junto a la ventana del séptimo piso había una mesita pegada, el atestado policial se cerró como un accidente.Tras lo sucedido con el pequeño Gabriel,todo se infunda que Ana Julia había empujado a la pequeña Ridelca por la ventana.
En aquellos años, Ana Julia trabajaba en la hostelería y en una carnicería. La pareja tenía una buena convivencia, explicó Miguel Ángel a la Guardia Civil tras la detención de su exmujer. En el año 2003 les tocaron 93.400 euros en la Bonoloto. Felices, viajaron y se fueron a República Dominicana y se dieron el capricho de un crucero,vivieron bien cuatro años más hasta que se les acabó el dinero. «En el año 2009 ella me dijo que se acabó el amor y me pidió el divorcio». La separación fue «tortuosa».


Ella se quedó con la casa que habían comprado y con Judith. Miguel Ángel Ruiz le pasaba una pensión de 700 euros mensuales, lo que le acarreó una enorme bancarrota económica. A los dos años intentó hablar con ella para cambiar esos términos. Ana Julia lo denunció por acoso y fue condenado a 21 días de trabajos y a no poder comunicarse con su ex. En los siguientes cuatro años no pudo ver a su hija Judith. Cuando la niña cumplió 18 años retomó la relación con su padre y poco después, Ana Julia le propuso a través de su abogada venderle su parte de la vivienda y que se quedara con la hija. «Me dijo que quería empezar una nueva vida sin cargas».
A Miguel Ángel, con quien la asesina estuvo casada 17 años, le preguntó la Guardia Civil si Ana Julia era muy materialista. «A raíz de lo de la lotería me di cuenta de que sí». También le preguntaron sobre los extraños episodios de fiebres muy altas e inexplicables que sufrió y de los que nunca se averiguó la razón cuando estaba casado con ella. El padre de su hija explicó hace dos meses a los agentes que ha llegado a sospechar de Ana Julia que quería envenenarlo. La razón era un seguro de vida vinculado al crédito hipotecario de su casa, de la que eran titulares a medias.


FRANCISCO JAVIER SUAREZ. fue su segunda pareja en España. Tenía 16 años más que ella, un grave problema de alcoholismo y un cáncer que acabó con él en el año 2012. Los hijos declararon que ella se aprovechó de esas circunstancias para obtener dinero. «Mi padre no podía consumir alcohol ni tabaco y ella se lo fomentaba para tenerlo controlado», había contado el hijo. Fueron ellos quienes detallaron a la Guardia Civil que Ana Julia compró una casa de 45.000 euros en República Dominicana. «Dejó de trabajar y vivía de mi padre, sin ningún otro ingreso». «En la bolera le pedía whisky sin él pedirlos». Intentó casarse con él en su lecho de muerte. «Se lo pidió a mi padre en varias ocasiones, pero nosotros nos negamos. El pretexto que ponía era la pensión de viudedad».
En sus últimos meses de vida, ya muy enfermo, Javier, propietario de una empresa de hostelería, suscribió un seguro de vida cuya única beneficiaria era Ana Julia Quezada y  cobró 30.000 euros a la muerte de él, su hija Judith lo confirmó. «Mi madre se puso muy contenta cuando le ingresaron el dinero,saltaba de alegría»,  y confirmó que Ana Julia se iba a consumir alcohol con Javier por bares de Burgos, a pesar de saber la grave adicción que padecía. «Javier era una persona muy buena, con muy buen corazón», confesó la chica.
 Un mes antes de fallecer, él pidió un crédito para que Ana Julia se aumentara el pecho, 6.000 euros, que los herederos de Javier tuvieron que seguir pagando tras la muerte. Los hijos de Javier la denunciaron por quedarse con las joyas de su padre, las que le tuvieron que quitar en el hospital para una prueba de urgencia. La causa no prosperó y en el tanatorio la dominicana «montó un espectáculo», a base de lloros y gritos, pero esa misma noche se fue al cine y a cenar con la que ya era su siguiente pareja.

 JUAN MANUEL LOPEZ es la tercera de sus parejas que recoge el atestado de la Guardia Civil, tras tomar declaración a la hermana de este hombre, Ana Julia mantuvo una relación paralela con él y con Javier. «Inició otra relación con otro vecino de Burgos, con unas características personales similares al anterior, mayor que ella y también gravemente enfermo (cáncer de garganta)». Murió en el año 2015. Su familia dijo que recibió de él al menos 17.000 euros y eso contó Juan Manuel antes de su muerte. La denunciaron pero Ana Julia fue absuelta. Su hermana reveló que además le pagó una operación estética por 1.300 euros.  

SERGIO MARTINEZ, la siguiente pareja, tiene la misma edad que Ana Julia. Tras dos relaciones con hombres mayores que ella, conoció a Sergio en Burgos. Pasaron unas vacaciones en Las Negras (Almería) y decidieron empezar de nuevo e instalarse allí. La pareja duró tres años, uno de ellos casados, hasta que la mujer quiso separarse en octubre del año 2016. «Al poco de llegar montamos un bar, que estaba a nombre de Ana Julia. Uno de los motivos por los que no nos hablamos es por un tema económico porque Ana se quedó con el bar sin darme ninguna compensación económica», declaró Sergio Martínez a los investigadores, esa sería la razón de que la encarcelada tratara de dirigir las sospechas del crimen de Gabriel hacia su exmarido. «Odia a los niños», le dijo a su pareja y a una amiga,  colocó la camiseta del pequeño en un paraje por donde ella y su ex paseaban a los perros, a 500 metros de la vivienda de Sergio.
  Trató de que su propia hija Judith cimentara las sospechas, manipulándola, como hace con todo el que se cruza en su camino. Poco después de la aparición de la camiseta y tras comentar ambas la extrañeza por el lugar del hallazgo, Ana Julia llamó a Judith y le pasó al psicólogo para que le contara lo que pensaba de Sergio. «Me manipuló», admitió después la chica. «Tuvo la sangre fría de utilizar a su propia hija para generar sospechas falsas», señalaron los agentes.

ÁNGEL CRUZ era el padre del pequeño Gabriel. Se conocieron en Nochevieja del año 2016 en el «Black», el pub que había abierto Ana Julia y su exmarido Sergio Martínez cuando aterrizaron en Las Negras. Poco después ya eran pareja, cuando ella raptó al niño llevaban tres meses conviviendo en la casa de él en Vícar y el pequeño pasaba con ellos los fines de semana alternos y dos tardes por semana. Ángel es químico en una empresa de esa localidad almeriense. «Mi madre me comentaba que Ángel era muy bueno, que le pagaba todo, que no le dejaba pagar nada a ella ni casa, ni comida, ni nada». En plena desesperación y búsqueda de la criatura, su madre tras decirle que se iba a casar con Ángel y que ya tenían todo a punto le hizo otra serie de comentarios sobre el cuerpo que se le estaba quedando de ir al gimnasio dos o tres sesiones seguidas. A ella y a otros familiares cercanos los llevó varios días a la finca de Rodalquilar donde tenía enterrado a Gabriel, mientras abrazaba y besaba a su padre. Terror en estado puro.

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