Los responsables de la Guardia Civil que investigaron la muerte violenta de la profesora zamorana, Laura Luelmo,
en El Campillo (Huelva) quisieron aclarar los pormenores de sus
pesquisas para poner fin a las especulaciones y rumores en torno a uno
de los crímenes machistas más horrendos que se recuerdan.Laura Luelmo, de 26
años, murió a manos de su asesino confeso, Bernardo
Montoya Navarro, de 50 años, la misma tarde que su agresor la metió forzosamente ,maniató y amordazó, en su vivienda, le propinó golpes mortales contra
el suelo en la frente, la introdujo en el maletero de su coche envuelta
en una manta, la violó y la arrojó en el campo, en el paraje conocido
como Las Mimbreras, a cinco kilómetros del pueblo (donde fue encontrada
cinco días más tarde). Posteriormente se deshizo de sus enseres (llaves,
monedero, teléfono móvil...), y limpió toda su casa y sus ropas con
lejía tratando de eliminar huellas y pruebas que pudieran incriminarle.
Esta es la cronología de un crimen que conmocionó a un país y que puso de relieve algunos agujeros del sistema en el control y la reinserción de determinados tipos de delincuentes.
17.22. Es la hora que marca el tique del supermercado de El Campillo, en el que Luelmo compró media docena de huevos, dos botellas de agua y una bolsa de patatas.
18.10. Un vecino ve abierto el maletero del coche de Bernardo Montoya en la puerta de su casa. El Alfa Romeo negro se convirtió en una de las pistas a seguir desde que Montoya se convirtió en principal sospechoso.
Entre las 17.22 y las 18.10 es el tiempo en el que los investigadores creen que se produce el crimen. "Él la espera en el poyete de su casa mientras manipula un brasero; la sorprende a la vuelta del supermercado, la fuerza a entrar en su casa, la maniata, la amordaza para que no chille y la tira contra el suelo. En el registro posterior de la casa los investigadores encuentran la compra (media docena de huevos y dos botellas de agua, faltaba una bolsa de patatas que su agresor se comió). Él —siempre según su relato— se acuerda de que se ha dejado el brasero en la puerta y corre a meterlo en la casa, momento que supuestamente la joven aprovecha para levantarse del suelo y darle una patada en un costado. Es entonces cuando Montoya arremete contra ella y le golpea la frente contra el suelo. Unos golpes que resultaron mortales. Es posible que se asustara y la sacara de allí precipitadamente para violarla después en el campo, donde se encontraron sus pantalones y sus bragas, cerca del cadáver. En todo caso, ella no fue consciente de nada".
Horas más tade. La profesora del centro que había alquilado la casa a Laura Luelmo insiste en que manden una patrulla para ver si ella está dentro. Acuden a la vivienda y entran con la llave de la casera "sin percibir nada extraño dentro", asegura el coronel, que en ese momento todavía no había sido informado de la desaparición de la joven.
Media mañana. A la salida del registro de la casa de Luelmo, los agentes de la Unidad de Policía Judicial se encuentran con un vecino, Bernardo Montoya, que sale de su casa, justo enfrente de la de la desaparecida. Le preguntan por ella y él contesta: "No sabía ni que viviese alguien en esa casa". Laura solo llevaba tres días allí asentada. Los agentes observan, no obstante, que porta "una serie de objetos": una canasta y una manta, explicitarán después, aunque no es la manta que usó el asesino para deshacerse de Laura. Lo identifican y mandan sus datos a la central. Enseguida el sistema salta y muestra el rosario de antecedentes de Bernardo Montoya, con media vida en la cárcel (22 de sus 50 años), y que había salido —tras cumplir dos años y nueve meses por un robo con violencia— el pasado 22 de octubre de la cárcel de Huelva. Montoya pasa a ser "el sospechoso con mayúsculas", según el coronel Romero. Se precinta la casa de Laura Luelmo.
Noche. Una patrulla de la Guardia Civil permanece en el lugar supuestamente para controlar su vivienda. Sin embargo, "el objetivo es detectar cualquier movimiento del vecino de enfrente". Un vecino ve a Montoya que se acerca ocultándose hacia su casa: "Pegado a la pared, se asoma dos veces hasta la esquina de la calle, y se va rápido al ver que hay una patrulla de la Guardia Civil en la puerta. No vuelve más". Esa actitud huidiza le pone aún más en el foco de los investigadores, que siguen recabando datos.
Viernes 14 de diciembre, comienza la vigilancia
8.00. El coronel Ezequiel Romero, jefe de la comandancia de Huelva, es informado de los hechos y asegura que "desde el principio se percibe que es un poco raro", sobre todo porque la familia asegura que "es una chica más bien miedosa, que no tiende a alejarse de lugares donde no haya gente". Afrontan el caso desde "la búsqueda y desde la investigación", asegura.
8.30. El padre de Laura y su pareja se encuentran ya en El Campillo. Vuelven a entrar en la casa de Laura y detectan que faltan "unas zapatillas de deporte y unas mallas", algo que incide sobre la hipótesis de que haya salido a caminar y haya podido tener algún tipo de accidente, recuerdan.
Investigación. Después se sabrá que Bernardo Montoya estuvo esa mañana en el Centro de Salud de Cortegana aquejado de un dolor en las costillas, supuestamente de la patada que le había dado Laura Luelmo para defenderse. Y que acudió a un vis a vis con una interna de la cárcel de Huelva con la que supuestamente mantenía una relación sentimental.
Tarde. Comienza a realizarse y a organizarse la búsqueda.
La Investigación sigue su curso. "No tenemos nada más que los antecedentes del sospechoso, no tenemos nada que nos diga que es él. Mantenemos abiertas todas las posibilidades"; insiste el coronel Romero. "Pero además de estar pendientes de si regresa a su casa ya sabemos que tiene familia en Cortegana (Badajoz) y alertamos a las unidades de allí por si le vieran a él o a su Alfa Romero negro", apunta el coronel Romero.
Tarde. Localizan el coche en las proximidades de la casa de su padre, en Cortegana. Por la tarde, Bernardo Montoya sale con su vehículo en dirección a Sevilla, así lo registran las cámaras de Cortegana. Se dirige a la casa de otros familiares en Palos de la Frontera (Huelva). Ese mismo día piden refuerzos y especialistas en seguimientos que llegan desde Madrid.
12.30. Un voluntario de la Cruz Roja encuentra unas ropas y da el aviso. El cuerpo, semidesnudo, presenta signos de violencia a simple vista: "Se ve claramente que han efectuado claras agresiones sobre ella", dice el coronel Romero. Avisan a los especialistas de los Equipos de Inspección Ocular (ECIO) que llegan desde Madrid para analizar el cadáver y todas las muestras posibles que puedan ser encontradas en el lugar.
18.30. La juez del juzgado de Instrucción número 1 de Valverde del Camino ordena el levantamiento del cadáver que es trasladado al Instituto Anatómico Forense de Huelva, donde ha permanecido hasta este miércoles.
Investigación. Montoya permanece oculto. No ha salido a la calle. Y ya han pedido el mandamiento judicial correspondiente para entrar en su casa.
12.00. Detienen a Bernardo Montoya, que se mueve con su coche (ya previamente balizado por los investigadores). Pasa por Huelva, da una vuelta por el hospital Juan Ramón Jiménez —dice que para ir al baño, pero que no paró al ver un coche de la Policía Nacional—. Se dirige de nuevo hacia El Campillo, pero se mete por un camino, y se adentra en una zona forestal. Al sentirse perseguido trata de huir a pie campo a través, pero es finalmente arrestado.
11.45. Se conocen los resultados preliminares de la autopsia que revelan que Laura Luelmo fue agredida sexualmente y que murió en algún momento entre el 14 y el 15 de diciembre, dos días después de desaparecer. Bernardo Montoya ha mentido en su confesión. Los investigadores creen, no obstante, que Laura Luelmo "murió el mismo día que desapareció" y que esos son solo unos resultados forenses "previos" a la finalización de todos los análisis, que "aún continúan". En todo caso, insisten en que la víctima "no pudo ser consciente de nada".
13.00. El ya asesino confeso es trasladado hasta su propia casa, la escena del crimen para que aporte datos en relación con los objetos de la chica que faltan y los Equipos de Inspección Ocular entran con toda la artillería para encontrar cualquier huella o resto que arroje luz en el brutal asesinato. Hay "abundantes restos de sangre", sobre todo en una de las dos habitaciones, en la que golpeó a la chica contra el suelo. Está todo fregado con lejía y los muebles corridos para tapar manchas de sangre como la del suelo. El detenido asume los hechos y señala los lugares en los que arrojó tanto la manta en la que envolvió a la joven, en el margen de la carretera por donde la llevó hasta el paraje conocido como Las Mimbreras, como sus enseres y la batería del móvil, en una contenedor de basura próximo al cementerio. El terminar del teléfono no ha sido encontrado, el asesino confeso asegura que "lo rompió".
Esta es la cronología de un crimen que conmocionó a un país y que puso de relieve algunos agujeros del sistema en el control y la reinserción de determinados tipos de delincuentes.
Miércoles 12 de diciembre, el día de la desaparición.
16.20. Es la hora en la que Laura Luelmo envía su último mensaje por WhatsApp a su novio: "No sé si saldré a caminar, hace viento". Ese último e inofensivo mensaje marcó una investigación que durante los primeros días trabajó con la hipótesis de que se tratase de una "desaparición accidental", según explicaron este miércoles los responsables de la Guardia Civil. Laura Luelmo no salía a correr, "por prescripción médica", según contaron, pero no se descartaba que hubiese salido a caminar y que se hubiese extraviado o caído accidentalmente.17.22. Es la hora que marca el tique del supermercado de El Campillo, en el que Luelmo compró media docena de huevos, dos botellas de agua y una bolsa de patatas.
18.10. Un vecino ve abierto el maletero del coche de Bernardo Montoya en la puerta de su casa. El Alfa Romeo negro se convirtió en una de las pistas a seguir desde que Montoya se convirtió en principal sospechoso.
Entre las 17.22 y las 18.10 es el tiempo en el que los investigadores creen que se produce el crimen. "Él la espera en el poyete de su casa mientras manipula un brasero; la sorprende a la vuelta del supermercado, la fuerza a entrar en su casa, la maniata, la amordaza para que no chille y la tira contra el suelo. En el registro posterior de la casa los investigadores encuentran la compra (media docena de huevos y dos botellas de agua, faltaba una bolsa de patatas que su agresor se comió). Él —siempre según su relato— se acuerda de que se ha dejado el brasero en la puerta y corre a meterlo en la casa, momento que supuestamente la joven aprovecha para levantarse del suelo y darle una patada en un costado. Es entonces cuando Montoya arremete contra ella y le golpea la frente contra el suelo. Unos golpes que resultaron mortales. Es posible que se asustara y la sacara de allí precipitadamente para violarla después en el campo, donde se encontraron sus pantalones y sus bragas, cerca del cadáver. En todo caso, ella no fue consciente de nada".
Jueves 13 de diciembre, el día de la denuncia.
8.30. Laura no se presenta en el instituto Vázquez Díaz, donde había conseguido su primer empleo como docente tras aprobar la oposición y apenas llevaba una semana de profesora de Dibujo. Una profesora del centro es quien le había alquilado la casa de El Campillo y es quien también alerta a la Guardia Civil de Huelva pasadas unas horas. Casi al mismo tiempo, a media mañana, el padre de la joven interpone una denuncia por la desaparición de su hija en la comisaría de Policía Nacional de Zamora.Horas más tade. La profesora del centro que había alquilado la casa a Laura Luelmo insiste en que manden una patrulla para ver si ella está dentro. Acuden a la vivienda y entran con la llave de la casera "sin percibir nada extraño dentro", asegura el coronel, que en ese momento todavía no había sido informado de la desaparición de la joven.
Media mañana. A la salida del registro de la casa de Luelmo, los agentes de la Unidad de Policía Judicial se encuentran con un vecino, Bernardo Montoya, que sale de su casa, justo enfrente de la de la desaparecida. Le preguntan por ella y él contesta: "No sabía ni que viviese alguien en esa casa". Laura solo llevaba tres días allí asentada. Los agentes observan, no obstante, que porta "una serie de objetos": una canasta y una manta, explicitarán después, aunque no es la manta que usó el asesino para deshacerse de Laura. Lo identifican y mandan sus datos a la central. Enseguida el sistema salta y muestra el rosario de antecedentes de Bernardo Montoya, con media vida en la cárcel (22 de sus 50 años), y que había salido —tras cumplir dos años y nueve meses por un robo con violencia— el pasado 22 de octubre de la cárcel de Huelva. Montoya pasa a ser "el sospechoso con mayúsculas", según el coronel Romero. Se precinta la casa de Laura Luelmo.
Noche. Una patrulla de la Guardia Civil permanece en el lugar supuestamente para controlar su vivienda. Sin embargo, "el objetivo es detectar cualquier movimiento del vecino de enfrente". Un vecino ve a Montoya que se acerca ocultándose hacia su casa: "Pegado a la pared, se asoma dos veces hasta la esquina de la calle, y se va rápido al ver que hay una patrulla de la Guardia Civil en la puerta. No vuelve más". Esa actitud huidiza le pone aún más en el foco de los investigadores, que siguen recabando datos.
Viernes 14 de diciembre, comienza la vigilancia
8.00. El coronel Ezequiel Romero, jefe de la comandancia de Huelva, es informado de los hechos y asegura que "desde el principio se percibe que es un poco raro", sobre todo porque la familia asegura que "es una chica más bien miedosa, que no tiende a alejarse de lugares donde no haya gente". Afrontan el caso desde "la búsqueda y desde la investigación", asegura.
8.30. El padre de Laura y su pareja se encuentran ya en El Campillo. Vuelven a entrar en la casa de Laura y detectan que faltan "unas zapatillas de deporte y unas mallas", algo que incide sobre la hipótesis de que haya salido a caminar y haya podido tener algún tipo de accidente, recuerdan.
Investigación. Después se sabrá que Bernardo Montoya estuvo esa mañana en el Centro de Salud de Cortegana aquejado de un dolor en las costillas, supuestamente de la patada que le había dado Laura Luelmo para defenderse. Y que acudió a un vis a vis con una interna de la cárcel de Huelva con la que supuestamente mantenía una relación sentimental.
Tarde. Comienza a realizarse y a organizarse la búsqueda.
Sábado 15 de diciembre, primera batida
Mañana. Tienen la geolocalización del teléfono móvil de Laura que ubica su última señal, de las 21.00 del miércoles, en los alrededores de El Campillo. Desde primera hora se organizan profesionales y voluntarios para barrer cinco kilómetros a la redonda de El Campillo, buscando a la joven zamorana. Se incorpora el helicóptero, los perros, y los GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) para buscar en las muchas pozas de la zona.La Investigación sigue su curso. "No tenemos nada más que los antecedentes del sospechoso, no tenemos nada que nos diga que es él. Mantenemos abiertas todas las posibilidades"; insiste el coronel Romero. "Pero además de estar pendientes de si regresa a su casa ya sabemos que tiene familia en Cortegana (Badajoz) y alertamos a las unidades de allí por si le vieran a él o a su Alfa Romero negro", apunta el coronel Romero.
Tarde. Localizan el coche en las proximidades de la casa de su padre, en Cortegana. Por la tarde, Bernardo Montoya sale con su vehículo en dirección a Sevilla, así lo registran las cámaras de Cortegana. Se dirige a la casa de otros familiares en Palos de la Frontera (Huelva). Ese mismo día piden refuerzos y especialistas en seguimientos que llegan desde Madrid.
Domingo 16 de diciembre, segunda batida
8.00. Centro de operaciones en El Campillo. Comienza una segunda batida ampliada a 10 kilómetros a la redonda del pueblo. Acuden más voluntarios y se incorporan más unidades policiales y más medios, incluidos forestales, grupos de cazadores conocedores de la zona y drones. Cada grupo que sale es coordinado por un especialista del Instituto Armado para sistematizar la búsqueda por sectores con mapas. "Concretamente, se batió la zona noroeste, donde apareció al día siguiente el cuerpo de Laura. "Se pasó por allí porque se consideraba una zona probable, pero pudo pasar desapercibida a las personas que peinaban esa parte del terreno. Yo estuve allí. Y hasta que no estaba a metro y medio no se veía. Es una zona de jaras, y estaban aplastadas con el peso de su cuerpo. Es relativamente normal que no la vieran", justificó el coronel Romero.Lunes 17 de diciembre, encuentran el cuerpo
La tercera batida, sin escatimar en medios de ninguna clase, vuelve a insistir en los mismos 10 kilómetros a la redonda de El Campillo. "Queremos estar seguros de que no dejamos nada sin mirar", dice el Coronel.12.30. Un voluntario de la Cruz Roja encuentra unas ropas y da el aviso. El cuerpo, semidesnudo, presenta signos de violencia a simple vista: "Se ve claramente que han efectuado claras agresiones sobre ella", dice el coronel Romero. Avisan a los especialistas de los Equipos de Inspección Ocular (ECIO) que llegan desde Madrid para analizar el cadáver y todas las muestras posibles que puedan ser encontradas en el lugar.
18.30. La juez del juzgado de Instrucción número 1 de Valverde del Camino ordena el levantamiento del cadáver que es trasladado al Instituto Anatómico Forense de Huelva, donde ha permanecido hasta este miércoles.
Investigación. Montoya permanece oculto. No ha salido a la calle. Y ya han pedido el mandamiento judicial correspondiente para entrar en su casa.
Martes 18 de diciembre, la detención
8.30. Desde primera hora de la mañana los movimientos se han centrado en la casa de Bernardo Montoya. Intentan entrar, pero finalmente tienen que romper un cristal y una puerta para acceder a una destartalada vivienda cerrada a cal y canto. Los investigadores y la secretaria judicial salen de allí, tras horas de registro, convencidos de que ese es el lugar del crimen.12.00. Detienen a Bernardo Montoya, que se mueve con su coche (ya previamente balizado por los investigadores). Pasa por Huelva, da una vuelta por el hospital Juan Ramón Jiménez —dice que para ir al baño, pero que no paró al ver un coche de la Policía Nacional—. Se dirige de nuevo hacia El Campillo, pero se mete por un camino, y se adentra en una zona forestal. Al sentirse perseguido trata de huir a pie campo a través, pero es finalmente arrestado.
Miércoles 19 de diciembre, la confesión
6.00. Tras horas de interrogatorio, Bernardo Montoya confiesa que es el asesino de Laura Luelmo en un relato inverosímil de los hechos a la luz de las pruebas ya recopiladas por los investigadores. Su manifestación, en presencia de su abogado, está llena de falsedades con las que trata de evitar ser acusado de agresión sexual y eludir así una posible condena a prisión permanente revisable.11.45. Se conocen los resultados preliminares de la autopsia que revelan que Laura Luelmo fue agredida sexualmente y que murió en algún momento entre el 14 y el 15 de diciembre, dos días después de desaparecer. Bernardo Montoya ha mentido en su confesión. Los investigadores creen, no obstante, que Laura Luelmo "murió el mismo día que desapareció" y que esos son solo unos resultados forenses "previos" a la finalización de todos los análisis, que "aún continúan". En todo caso, insisten en que la víctima "no pudo ser consciente de nada".
13.00. El ya asesino confeso es trasladado hasta su propia casa, la escena del crimen para que aporte datos en relación con los objetos de la chica que faltan y los Equipos de Inspección Ocular entran con toda la artillería para encontrar cualquier huella o resto que arroje luz en el brutal asesinato. Hay "abundantes restos de sangre", sobre todo en una de las dos habitaciones, en la que golpeó a la chica contra el suelo. Está todo fregado con lejía y los muebles corridos para tapar manchas de sangre como la del suelo. El detenido asume los hechos y señala los lugares en los que arrojó tanto la manta en la que envolvió a la joven, en el margen de la carretera por donde la llevó hasta el paraje conocido como Las Mimbreras, como sus enseres y la batería del móvil, en una contenedor de basura próximo al cementerio. El terminar del teléfono no ha sido encontrado, el asesino confeso asegura que "lo rompió".
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