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martes, 10 de enero de 2023

David Russell Williams, El Coronel Asesino


 

El coronel canadiense David Russell Williams llevaba una vida aparentemente normal: estaba casado, tenía una carrera sobresaliente y con frecuencia piloteaba los aviones de políticos, ministros e importantes personalidades, incluida la reina Isabel II. Por eso, a muchos todavía les cuesta creer que el comandante de la principal base aérea del país fuera en realidad un monstruo cuyas aberraciones sexuales lo llevaron hasta el asesinato.

Ante el tribunal canadiense que lo sentenció a cadena perpetua, el militar admitió haber violado a dos mujeres y se declaró culpable del brutal asesinato de la joven Jessica Lloyd y de la cabo Marie-France Comeau, quien trabajaba en su misma base. Durante el juicio, la frialdad con la que confesó sus crímenes no fue lo único que impactó a los familiares de las víctimas. Los detalles de sus fechorías son repugnantes y ya hay quienes dicen que se trata de uno de los asesinos en serie más peligrosos de los últimos tiempos. «En pocas horas podía pasar de ser un oficial del Ejército a un criminal», afirmó uno de los investigadores del caso.




Al comienzo de su carrera delictiva, Williams simplemente entraba a las casas vecinas, donde se tomaba fotos de sí mismo probándose prendas femeninas y se masturbaba en la cama de sus dueñas. Estaba obsesionado con la ropa interior de niñas e incluso a veces la usaba para ir a trabajar. En total, llegó a tener alrededor de 500 piezas íntimas, entre sostenes y bragas, por lo que le tocó quemar algunas para no dejar evidencia. De las 82 veces que entró a robar, solo fue denunciado en 21 oportunidades ante la Policía. Su aberración alcanzó tal punto que entró a la casa de una mujer en nueve ocasiones y en una se llevó todas las prendas de una joven.

Con el tiempo, el coronel se volvió más arriesgado. En noviembre de 2009 irrumpió en la residencia de Comeau y, luego de golpearla, la violó durante casi tres horas. Como la mujer opuso resistencia, le tapó la boca y la nariz con cinta pegante, por lo que murió asfixiada a los pocos minutos. Dos meses después, hizo lo mismo con Lloyd, a quien obligó a modelar en ropa interior antes de matarla a golpes. «Si no logro sobrevivir, ¿se asegurará de que mi madre sepa que la quiero?», fueron las últimas palabras de la joven. La Fiscalía sabe exactamente cómo perpetró esos asesinatos gracias al meticuloso registro que él mismo llevaba. Williams tenía videos del momento en que torturaba a sus víctimas y además sacaba imágenes de cada prenda que robaba. Las autoridades descubrieron la evidencia en carpetas encriptadas en dos discos duros.



El comandante fue capturado días después de la muerte de Lloyd, cuando la Policía lo paró en un retén y encontró que las llantas de su vehículo coincidían con las huellas marcadas en la entrada de la casa de la víctima.


 Desde que está en la cárcel, el oficial ha intentado suicidarse varias veces y en una ocasión casi lo logra, luego de que se atragantó con un rollo de papel higiénico. Tras varios meses de calvario, al final decidió declararse culpable para no hacerle más daño a su esposa, quien vivió engañada durante 19 años. Como dijo un vecino de la pareja, «parecía más sospechoso el Papa que el coronel».

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