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lunes, 3 de junio de 2024

Si Quieres Diversión, No Tomes Drogas

La población joven piensa, aún más que la adulta, que el consumo de drogas es diversión, el deseo de sentir nuevas sensaciones y formar parte de una identidad (ser como los demás). Estas opciones son señaladas por porcentajes superiores de personas entre los 15 y 30 años que entre los adultos (31-65 años). Esta es una de las conclusiones de la investigación realizada gracias a la financiación de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. El estudio señala que casi un 60% de los menores de 30 años considera que el consumo de drogas tiene que ver con divertirse y pasarlo bien, 10 puntos porcentuales más que entre los adultos. Casi el 35% de los más jóvenes (15-22 años) y el 30% entre los de 23 y 30 años señala el deseo de sentir nuevas sensaciones, frente al 28% de los mayores de 30 años que señala esta opción. Como se aprecia, entre los jóvenes, parece estar algo más presente la idea del consumo vinculado a -o motivado por- aspectos relacionales y funcionales a las expectativas de diversión, integración y ser joven. Sin embargo, entre los adultos -que también destacan estos aspectos aunque en porcentajes inferiores que los jóvenes-, siguen estando también más presentes las motivaciones relativas al afrontamiento o la existencia de problemas, sean de índole laboral o social, con la familia o los amigos, etc. Los jóvenes españoles rechazan las drogas menos que los adultos y también consideran sus beneficios mayores. Sin embargo, dentro del propio colectivo de jóvenes, no es entre los adolescentes donde es menor ese rechazo sino en el tramo de edad de 23 a 30 años. En estas edades es donde las posiciones de rechazo absoluto (que defienden el postulado “hay que luchar por una sociedad sin drogas, son sustancias muy peligrosas”) son más minoritarias. Respecto a la valoración de las posibles consecuencias negativas del consumo de drogas, también se encuentran algunos matices diferenciales. Para los jóvenes, igual que para el resto de la población, la adicción es la principal consecuencia negativa posible del consumo de drogas, y de hecho destacan esta opción por encima de la población adulta: 69% entre las personas de 23 a 30 años, 66% entre las de 15-22 y 64% entre los mayores de 30 años.
De entre las ventajas señaladas, y en cuyo señalamiento los jóvenes superan a los adultos en todos los casos, la principal es la diversión y el placer, más entre los 15 y 22 años (36%) que entre los 23 y 30 (33%) pero, en ambos casos, por encima de los adultos (22%). También los jóvenes, conjuntamente, señalan en mayor proporción la idea de que las drogas permiten evadir problemas y alivian molestias y enfermedades. Por su parte, cuanto menor es la edad más se resaltan ventajas relativas a las relaciones interpersonales (facilitan las relaciones, dan seguridad y autoconfianza, ayudan a vivir más intensamente…), mientras que entre los jóvenes de mayor edad se señalan en mayor medida ventajas individuales relativas a la desinhibición, relajación, e incluso su capacidad para abrir la mente y descubrir cosas. En general los jóvenes perciben menos problemas en el consumo (o están menos de acuerdo en que genere necesariamente problemas), sea experimental, de fin de semana, diario o frecuente, que los adultos. No obstante, la posición más extrema en esta cuestión la protagonizan los jóvenes de más edad, quienes se encuentran entre los 23 y 30 años, mientras que los menores de 23 años se aproximan más a la visión de los adultos (que es siempre más negativa que la de los jóvenes en su conjunto). Es decir, la percepción problemática de los consumos no es correlativa exactamente a la edad sino que varía entre los grupos etarios sin una tendencia lineal simple.
El 40% de los jóvenes entre 23 y 30 años considera que el consumo de fin de semana conllevará necesariamente problemas, mientras que entre los menores de esta edad el porcentaje aumenta hasta el 51% (más de diez puntos porcentuales por encima) y hasta el 57% entre los adultos. El consumo diario, el que se percibe como más problemático, es considerado como fuente necesaria de problemas para el 74% de los jóvenes entre 23 y 30 años, alcanzando al 78% de los de 15 a 23 años y al 85% de los adultos. En general, son los jóvenes de edades intermedias (23 a 30 años) quienes relativizan más los problemas derivados de los consumos, por encima incluso de los jóvenes de menor edad. No es fácil interpretar exactamente este hecho. Quizás influya la experiencia de consumos, mayor cuando se va creciendo, un cierto cambio en la percepción en los jóvenes (por el cambio del contexto o por influencia de las estrategias educativas preventivas) y, desde luego, el haber llegado al límite de la responsabilidad adulta y a la preocupación por los hijos. A diferencia de cualquiera de las otras sustancias, cuando se trata del cannabis, la mayoría de la población española entre 15 y 65 años es partidaria, y cada vez más, de una regulación tendente a fórmulas legales de consumo (56%) y venta (54%).
Esta mayoría se manifiesta en todos los grupos de edad, pero la proporción de partidarios de cualquiera de las fórmulas de legalización (privada o pública, controlada o libre) es muy superior entre los y las jóvenes que entre los adultos. Hasta el 67% y el 59% entre los jóvenes de 23 y 30 años y menores de 30 años, respectivamente, lo son del consumo, frente al 52% entre los adultos; el 67% y el 56%, también respectivamente, lo son de la venta o suministro, frente al 51% entre los adultos. También en esta ocasión la posición de quienes tienen entre 23 y 30 años es más liberalizadora que entre los jóvenes de menor edad.
En ese contexto aperturista y favorable al consumo de cannabis, también la mayoría poblacional apoya, de una u otra manera, la existencia y funcionamiento de los clubes o asociaciones cannábicos. Una mayoría, que es escasa en el caso de los adultos (49%) frente a un 64% entre los 23 y 30 años y el 52% entre los jóvenes menores de 23 años, y que se distribuye casi a partes iguales entre quienes los apoyan como una buena iniciativa que permite el consumo controlado y responsable, y entre quienes son partidarios de la libertad individual sin apoyarlos de forma cerrada.

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