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miércoles, 17 de diciembre de 2025

El Crímen de Seseña, Terror y Agonía Para Cristina Martín con 13 Años

El crimen de Seseña conmocionó a España cuando Cristina Martin de la Sierra, una joven de 13 años, fue macabramente asesinada por su amiga Channel Hernandez Sanchez, de 14 años de edad. Lo que parecía una amistad terminó en una tragedia premeditada, cuando Channel se la llevó a un descampado donde habia una antigua yesera con engaños para acabar con su vida. Las investigaciones revelaron celos, rencores y problemas emocionales detrás del acto, unos celos enfermizos por un chico. El caso generó un intenso debate sobre la violencia juvenil y la responsabilidad penal de menores. Hoy en dia el crimen sigue siendo recordado como una de las historias más terrorificas del país. Cuatro días después de su desaparición, Cristina Martín de la Sierra fue encontrada muerta en una antigua cantera de yeso, situada en el paraje «La Veguilla» , a las afueras de Seseña, provincia de Toledo. Allí se citó el 30 de marzo de 2010 con la menor, Channel Hernandez Sanchez, de 14 años y compañera de estudios en el Instituto de Enseñanza Secundaria «Margarita Salas» de Seseña, donde Cristina era una auténtica líder entra las chicas de su edad. Ese día, las dos muchachas discutieron por un chico y el asunto atravesó una línea roja. Channel agarró fuertemente del cuello a Cristina para asfixiarla. Debido al forcejeo, Cristina cayó al suelo, lo que Channel aprovechó para propinarle varios golpes en la cabeza con una piedra. Cristina quedó inconsciente, momento que aprovechó Channel para provocarle cortes, uno de ellos muy profundo en la muñeca izquierda con una navaja. A continuación, arrojó piedras y tierra sobre el cuerpo de la víctima que habia caido al fondo de un foso de casi tres metros de profundidad, abandonó a Cristina en estado de inconsciencia y con los cortes en el brazo la muchacha murió desangrada en el lugar. Su agonía dura tres días, según los datos de la autopsia. La autora del crimen corrió a su amiga Nerea Núñez Navarro para decirle cómo mató a Cristina y posteriormente ambas acudieron al lugar donde yacía la menor para verla como agonizaba de muerte,pero Nerea Núñez Navarro no delató a su amiga. En diciembre del 2010, Channel reconoció su autoría en el juicio en el juzgado de Menores de Toledo. La fiscalía recalcó que la encausada no tenía alteradas sus facultades mentales, por lo que tuvo conocimiento y consciencia del alcance de sus hechos y por tanto plena responsabilidad. Fue condenada a cumplir cinco años de internamiento en régimen cerrado y tres más de libertad vigilada. La encubridora, Nerea, tuvo que cumplir dos años de internamiento en régimen semiabierto. Unas condenas irrisorias por cometer con terror la produccion de una agonia y la muerte de su amiga Cristina Martin de la Sierra, quien desde entonces no puede respirar ni vivir, mientras que las asesinas ya pueden gozar del aire y la vida con total impunidad,dantesca injusticia a la que podemos confiar en el karma que mas tarde o temprano se encargaran de dictar divina justicia.
Con el crimen de Seseña la Guardia Civil retiró rápidamente el perfil de Channel. Pero ponerle puertas al campo es casi imposible. Desde 48 horas, en un perfil de Facebook creado para homenajear a Cristina Martín, algunos de sus compañeros colgaron fotos de la autora del crimen. Era inevitable y difícilmente nadie va a poder actuar judicialmente, más allá de cerrar una y otra vez las páginas que se creen y en las que aparezcan esas imágenes. Es labor de los que nos dedicamos a la información preservar la imagen de la menor detenida. No sólo porque así lo dice la ley, sino porque no debemos ser responsables de cerrar la puerta a una posible rehabilitación de quien con 14 años ha sido capaz de cometer un crimen tan cruel. Recuerdo a las niñas de San Fernando (Cádiz). Dos adolescentes asesinaron en el año 2000 a una compañera de instituto. Esa misma semana han llegado noticias de que se encuentran absolutamente rehabilitadas. Han pasado diez años, ellas están cerca de los 30 años y su reinserción ha sido posible. Ese éxito se debe en parte a que han estado protegidas, se han preservado sus identidades y nadie conoce sus rostros. Una cosa es que los compañeros de Cristina cuelguen fotos de su asesina movidos por un comprensible deseo de venganza y otra es, como ya he visto hoy, que algún periódico las publique, por mucho que tapen su rostro. Es tan irresponsable y, sobre todo, tan absurdo, como ligar las aficiones góticas de la joven homicida con un supuesto perfil criminal. Vestirse de negro, leer novelas góticas, ver Crepúsculo o dibujar muñecas con cortes y heridas no convierte a nadie en asesino potencial.
Los que apuntaron a enfrentamiento por celos aseguran que "Cristina y su compañera discutían por un chico". Al parecer, esta última tenía celos de Cristina, de que pudiera quitarle a "su chico". "Pensaba que Cristina se lo podía quitar", es la razón que esgrimen sus compañeros del instituto Margarita Salas, donde estudiaban las dos niñas. A partir de aquí la rivalidad entre ambas chicas fue a más hasta el martes de su desaparición, cuando la menor detenida y Cristina quedaron para pegarse. Sin embargo, otras hipótesis giran en torno a otra teoría totalmente distinta. Según varios alumnos del instituto, Cristina formaba parte de una banda, de la que era "su líder" y que, según fuentes de la investigación, podría estar acosando a la presunta asesina. "Era la líder, tenía un carácter fortísimo. Ni los chicos se metían con ella. Yo estuve saliendo quince días con Cris, pero lo dejamos porque era muy mandona", contaba ese domingo otro alumno. Todo especulaciones que rodean el caso. Una teoría que la familia y amigos más cercanos de Cristina han desmentido tajantemente. "Es completamente mentira que mi prima perteneciera a una banda", afirma su primo. "Cristina nunca se metía en problemas", asegura Leandra, otra amiga de la joven.
Lo que sí demuestran ambas teorías es que las dos niñas tenían serios problemas de convivencia entre ellas. Al parecer las peleas y enfrentamientos no eran algo puntual sino que se producían prácticamente a diario. El martes por la mañana, Cristina acudió con su madre al mercadillo de la localidad toledana. Estando allí, la joven recibió una llamada de su asesina. Quería quedar con ella y acabar a base de violencia con el enfrentamiento que mantenían. Cristina pidió permiso a su madre para salir esa tarde, algo que le negó por estar castigada debido a las malas notas que había tenido. Sin embargo, la niña acudió a la que sería su cita mortal. La cita en la antigua yesería donde 5 días después fue encontrado el cadáver de la adolescente. Lo que allí ocurrió lo sabe la joven de 14 años que tras varios interrogatorios e intentos de despistar a la Guardia Civil confesó el lugar donde se encontraba el cuerpo de la niña de 13 años. Las primeras líneas de investigación apunto que la asesina confesa golpeó con violencia a Cristina, que ésta cayó y se golpeó la cabeza, aunque fue un corte en la muñeca que presuntamente le hizo su enemiga con un guijarro la que le provocó la muerte por desangramiento. Por los pañuelos encontrados en la zona del crimen, Cristina debió de intentar taponarse el corte, pero entonces, la menor detenida la empujó a un pozo donde Cristina se desangró. Después intentó ocultar el cadáver con piedras.
Así describía uno de los primos de Cristina, David Lechuga, en qué estado se encontró el cadáver de la joven: la niña presentaba la cara con "golpes", con "un moratón en la frente, arañazos en la mejilla, los labios partidos", y argumentó que para ello el agresor debía utilizar "piedras o un palo de madera", porque tenía la cara "bien fastidiada". "Se han enseñado bastante duro con ella". El domingo por la tarde la autopsia revelaba que Cristina había muerto por un corte en la muñeca por el que se desangró. Un corte que al parecer no era mortal, por lo que si la menor hubiera recibido asistencia médica podría seguir hoy con vida. La Guardia Civil busca una navaja o un guijarro -canto de piedra afilada- con la que se le hizo el corte. Además, fuentes de la investigación han explicado que el corte se hizo durante la pelea y no al caerse al pozo. Además, el cuerpo de Cristina presentaba claros signos de violencia, un fuerte golpe en la cabeza, arañazos y moratones por todo el cuerpo. La asesina confesa tuvo que ser interrogada al menos en tres ocasiones hasta que reveló dónde estaba el cuerpo de Cristina y qué había ocurrido. Aunque la Guardia Civil sospechó de ella desde el principio en los dos primeros interrogatorios se limitó a negar que supiera qué había ocurrido con Cristina y dónde se encontraba. No fue hasta el tercero cuando se derrumbó y confesó el crimen. Sin embargo, lo sorprendente, fue la sangre fría con la que confesó el crimen. La joven no mostró en ningún momento remordimientos y se limitó a contar que le dio varios golpes con una piedra a la víctima, que la cortó y que la empujó al pozo. Los investigadores han revelado que durante todos los interrogatorios se mostró tranquila, pero que ya desde el segundo empezó a dar versiones contradictorias y con un poco de presión finalmente confesó, pero sin mostrar ningún sentimiento de culpa. Cristina Martín tenía 13 años. Era una adolescente como la mayoría. Le gustaba estar con sus amigos, navegar en las redes sociales -tenía perfil en Tuenti-, y en los últimos meses había empezado a bajar su rendimiento escolar.
Quien la conocía asegura que "nunca se había metido en peleas" y que era "una joven tranquila". Cristina era la tercera de cuatro hermanos, dos chicos y dos chicas. Su padre trabaja en el Ayuntamiento, y la familia planeaba ir esa Semana Santa de vacaciones al pueblo de la madre, Pilar, en Calzada de Calatrava (Ciudad Real). Cristina repetía curso en el Instituto Margarita Salas y había suspendido varias asignaturas. Era subdelegada de curso en 1.º C de la ESO. "Era una chica muy viva, muy valiente", según indicaba el padre de otro estudiante del mismo curso, aún incrédulo por lo sucedido en el pueblo. Sea cual fuere la razón final que llevó a una menor de 14 años a golpear y después cortar la muñeca de Cristina hasta que se desangró, lo que sí ha quedado claro es que la rivalidad entre las dos niñas llevó a un cruel asesinato. La investigación se centra en encontrar la presunta arma homicida, una navaja o un guijarro con el que la asesina confesa cortó la muñeca de Cristina. La Guardia Civil busca en los alrededores del lugar donde se encontró el cadáver y en la casa de la detenida. Además, se investiga si las dos jóvenes acudieron solas a la pelea o acompañadas. Es raro entre adolescentes con la edad de las dos menores acudir a una pelea en solitario, por lo que se sospecha que pudo haber más gente en el momento del asesinato, o bien amigos de la detenida, que sólo fueron a mirar o que la ayudaron, o bien algún amigo de Cristina que, ahora, por miedo no habla. La duda está en saber si Cristina murió realmente allí o su cadáver fue trasladado, ya que en el pozo donde estaba el cuerpo no se ha encontrado gran cantidad de sangre, aunque sí numerosos pañuelos con los que Cristina pudo intentar taponarse el corte que le provocó la muerte. Un dato que ha hecho dudar a la familia de que la menor detenida sea la única persona involucrada en el crimen. En ese sentido, Fernando, un íntimo amigo de la familia que participó en la búsqueda de la joven de 13 años de edad desde el día en el que los padres denunciaron la desaparición de su hija, subrayó que "una persona sola no es capaz y menos de meter a la niña en un agujero".
"Dicen que la niña es muy corpulenta. Cristina tiene una paliza brutal, cortes en la muñeca... No te imaginas que haya alguien tan salvaje que sea capaz de hacer eso, porque yo tengo mucho genio pero no me veo capaz de matar a una persona. Le puedes dar un empujón o un golpe, pero como estaba no es de un golpe", se apenó. Pese a las teorías de la familia, la Guardia Civil insiste en que dada la corpulencia de la asesina, sí que pudo cometer el crimen sin ayuda de nadie. Las dudas siguen, aunque poco a poco se va dando luz al que ya se conoce como el 'crimen de Seseña'. El juez de menores de Toledo ordenó el internamiento en un centro cerrado de la chica de 14 años, de acuerdo con la petición del fiscal. El fiscal reclamó la medida cautelar dada "la gravedad de los hechos, los indicios racionales y contundentes de la participación de la menor en los mismos; para evitar el riesgo de que eluda u obstruya la acción de la justicia y para la custodia y defensa del menor expedientado, como marca la Ley del Menor".
En el caso de ser declarada culpable de asesinato, la menor pasará como máximo cinco años en un centro de internamiento y otros tres en régimen de libertad vigilada, según determina el artículo 10.2 de la Ley reguladora de la Responsabilidad Penal de los Menores. El 'crimen de Seseña' ha reabierto, por tanto, el debate sobre la necesidad de endurecer la Ley del Menor y ha vuelto a poner sobre la palestra la insuficiencia de la actual legislación. El asesinato de Cristina ha conmocionado a una localidad conocida por su 'boom' urbanística con Paco 'el Pocero'. Ahora, el pueblo vive entre el temor por sus niños y la tristeza por la muerte de Cristina.
Pocos son los que quieren hablar en la localidad toledana. Ese lunes, durante el entierro de la niña, los llantos y caras de desesperación acompañaban a un pueblo entero que sigue sin entender por qué ha ocurrido eso.

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