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jueves, 27 de abril de 2017

El Crímen de San Valentín

La madrugada del día de San Valentín del 2011 la muerte del empresario Alfonso Triguero conmocionó la pequeña localidad de Logrosán, en Cáceres. Dormía junto a su mujer y su hijo José Carlos descansaba en la habitación de al lado. a las 3.00 horas, un disparo resonó en las calles del pueblo. Triguero había recibido un balazo que acabaría, poco después, con su vida de camino al hospital,la mujer llamó a emergencias muy desesperada y con un ataque de nervios.
El primero en llegar a la casa tras el incidente fue Vicente Rodríguez, cabo de la Guardia Civil, y recogió la primera teoría de la familia: un robo. Aún así, ninguno de los dos había visto a nadie entrar a casa. Por otra parte, en el pueblo se barajó la posibilidad de un ajuste de cuentas con el empresario con la contratación de un sicario. Aún así, las investigaciones de la Guardia Civil tenían otra dirección.
La teoría del robo fue descartada rápidamente, ya que encontraron objetos de valor en la casa cerca de la zona del crimen que nadie se había llevado. Cerca de la cama, en el suelo, había una escopeta, que fue clave para resolver el caso. El arma era de Alberto, el novio de Ana, hija de Triguero, y se la dejó a José Carlos ese día porque se la pidió para ir de caza. Con esta pista y otras contradicciones que encontraron, los investigadores determinaron que la madre y el hijo planearon el asesinato del empresario. Finalmente, Rosa pasó tres años en prisión, pero salió por falta de pruebas.
Madre e hijo siempre se han mantenido unidos. Siempre han dicho que son inocentes del asesinato de su marido y padre. 
Ante el alto tribunal presidido por Julio Márquez de Prado, presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Extremadura, José Carlos Triguero hizo un último intento de demostrar su inocencia echando la culpa a su madre.
 La Audiencia de Cáceres, que les condenó, a cada uno, a cumplir 17 años y medio de cárcel por asesinar a su esposo y progenitor el 14 de febrero de 2011.
Los dos se declararon inocentes, como otras veces; pero la abogada defensora del hijo, Lydia Fernández, indicó que mientras su representado no tenía motivos para matar a su padre, quien sí pudo matarle «por despecho y rencor» era la esposa, ya que él llevaba una doble vida: su matrimonio no iba bien y estaba manteniendo relaciones con otras mujeres. «Es muy significativo el día que es asesinado», indicó la letrada ya que el 14 de febrero es San Valentín, Día de los Enamorados.
Insistió la abogada en la culpabilidad de la mujer del empresario asesinado, señalando que ella cambió su declaración; al principio dijo que alguien había disparado al marido cuando estaba con él durmiendo en la misma cama, pero al ver que su pijama no tenía restos de pólvora y sí el sitio de la cama que en teoría debía ocupar, ella señaló que por un problema en la circulación dormía en el suelo sobre una colchoneta, que nadie observó. También destacó que en el cartucho disparado estaba el ADN de ella.

Esa declaración no cogió de sorpresa a la madre, Rosa Durán, porque su abogado Juan José Gutiérrez ya se lo había comentado. Por orden expresa de ella el letrado no entró a valorar las acusaciones del hijo, recalcando que es inocente, que no había un motivo.
Según la sentencia del tribunal de jurado, quien disparó fue el hijo, siguiendo un plan trazado por los dos. El letrado argumentó que ese plan no existía y que ella podía ser condenada, en tal caso, como cómplice pero no como asesina.
El fiscal del TSJ de Extremadura Aurelio Blanco, pidió que se mantuviera la condena, al igual que la letrada de la acusación particular, Lourdes Díaz, considerando que había pruebas suficientes para demostrar su culpabilidad.
«Ella es la que avisó a su hijo de que el marido estaba dormido, para que le disparara», indicó Blanco.

La acusación particular destacó que la familia tenía problemas, que no estaba tan unida como decía, y que pudo haber motivos económicos. Durante el juicio se indicó que debían 275.000 euros, que con la muerte del empresario alguna de las deudas se reducían a la mitad y ella cobraba un subsidio por viudedad. Por otra parte, Rosa Durán pidió 60.000 euros al mejor amigo del marido, y le instó a que no le dijera nada a él.
Antes de volver a la cárcel, ella utilizó su derecho de decir unas últimas palabras para insistir en su inocencia, diciendo entre lágrimas que su vida no tiene sentido. El hijo no quiso hablar.
Esta es la segunda vez que la madre se ve perjudicada por su hijo. Tras año y medio en prisión salieron en libertad, antes del juicio por jurado, al pagar una fianza de 45.000 euros cada uno. La Audiencia les permitió estar libres hasta que la sentencia fuera firme, pero el hijo se fugó el 10 de octubre de 2014, lo que hizo que se ordenara el inmediato ingreso en prisión de la madre.
La fuga duró tres meses. Fue detenido por la Guardia Civil en un control antidroga en un autobús. Llevaba un pequeño paquete con marihuana. Había tomado el bus en Valladolid y su destino era Cáceres. Dijo que iba a entregarse.
Rosa Durán,después de pasar tres años en prisión condenada junto a su hijo por matar al patriarca de la familia, es absuelta por falta de pruebas.
Tras la sentencia del Tribunal Supremo esta vecina de la localidad cacereña de Logrosán volvió a su casa, al lugar del crimen. Vive rodeada de personas que todavía creen que es culpable bajo el estigma de la sospecha.



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