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lunes, 22 de enero de 2018

Rosa Peral , la Guardia Urbana Sicaria

Rosa Peral está en la prisión de Wad-Ras y su ingreso trastocó la paz del centro. Esta Guardia Urbana ingresó en el penal el 13 mayo del 2017 a raíz de su implicación en el crimen de su novio, Pedro Rodríguez, también agente de la policía local de Barcelona, cuyo cuerpo fue hallado calcinado en el maletero de un coche en el pantano de Foix. Desde aquel día de mayo en que Rosa entró en prisión, las relaciones que mantiene con las presas son tan intensas que en poco tiempo pasaron de quererla a odiarla, dejando muy tocado el vínculo que había con anterioridad entre las propias internas. El huracán Rosa Peral pasa con tanta fuerza que se inmiscuye en varios grupos de amigas que acabaron enfadadas, generando en tan sólo medio año una gran tensión en el centro penitenciario. La capacidad de seducción y de manipulación de Rosa convierte la cárcel en un polvorín, motivo por el cual fue trasladada en noviembre del 2017 al módulo de mujeres de Brians 1.
 Este es el panorama que dibuja la directora de Wad-Ras –el centro penitenciario de mujeres de Barcelona–, en la declaración que prestó ante los Mossos d’Esquadra y que dio pie a la causa que investigaron si Rosa Peral buscó la manera desde prisión de encargar el asesinato de su exmarido por medio de un sicario. La causa la abrió un juzgado de El Vendrell.

 Tramó desde la cárcel el asesinato de su exmarido y padre de sus dos hijas. Rosa Peral tanteó a varias presas de su confianza para que le ayudaran a encontrar a un sicario dispuesto a realizar el trabajo. Estaba dispuesta a pagar 30.000 euros por el encargo.
“Le odio. Tengo que matarle. No deja que mis hijas vean a sus abuelos. Tengo que acabar con él”. Frases como estas verbalizaba a diario Rosa Peral en la cárcel. Al principio, no le dieron importancia y nadie se la tomó en serio. Eran amenazas en voz alta que la mujer casi escupía a sus compañeras cada vez que hablaba por teléfono con sus padres y estos le aseguraban que no habían podido ver a las niñas.
 Pero todo empezó a cambiar cuando una presa que ayuda en la cocina del Wad Ras se confió con un funcionario de prisiones. Estaba preocupada ya que Rosa Peral seguía con sus promesas en voz alta de que mataría a su exmarido, además había comenzado a preguntar a otras reclusas sobre cómo conseguir un sicario y advertía que hablaba en serio. La guardia urbana estaba dispuesta, a convencer al pistolero “en un par de encuentros íntimos”, de vis a vis.

El funcionario dio credibilidad a la amenaza y por su cuenta, consiguió el móvil del exmarido de Rosa Peral y una tarde lo llamó por teléfono. Primero le contó que debían verse urgentemente por un tema que estaba relacionado con su seguridad. Ante la desconfianza de su interlocutor, el trabajador del centro le relató todo lo que la presa le había confiado sobre los planes que urdía su exmujer en la cárcel.
El exmarido de Rosa Peral se entrevistó ese mismo día con sus superiores de la policía catalana y sin perder tiempo presentó una denuncia en los mismos Mossos d’Esquadra. Del caso se hizo cargo el área de investigación de la región policial metropolitana sur. Pero no lo asumió el grupo de homicidios que sigue con la investigación por el asesinato de Pedro Rodríguez. 
 Arrancó la investigación complicada al estar la sospechosa entre rejas. El primero en declarar en dependencias policiales fue el exmarido de Rosa Peral. Lo primero que se hizo fue verificar que el funcionario que dio la voz de alerta era quien decía ser. Se empezaron a realizar gestiones para verificar su relato y se controlaron todos los movimientos de la presa. Cuando se tuvieron indicios de que no era un farol, el 10 de noviembre del 2017 la guardia urbana fue trasladada de prisión.
 Después se tomó declaración a las que fueron sus compañeras de módulo y destacan dos, una venezolana y una colombiana que contaron cómo la mujer les insistió una y otra vez en que la ayudaran a encontrar a un sicario que pudiera asesinar a su exmarido. Ambas contaron que Rosa Peral iba en serio. La mujer puso precio al encargo. Estaba dispuesta a pagar 30.000 euros por hacer el trabajo. Y daba garantías de que conseguiría el dinero.


 Rosa Peral fue excarcelada y trasladada a los juzgados de El Vendrell y pasó a disposición judicial acusada del delito de actos preparatorios para cometer un homicidio. El juez le tomó declaración y la mujer negó todas las acusaciones. El magistrado formalizó la imputación y la hizo regresar a la cárcel, donde la dirección del centro tomó medidas de seguridad a raíz de las graves acusaciones que pesan contra ella.
 Mucho más complicada es la situación para la nueva víctima de Rosa Peral, para su exmarido y padre de su dos hijas. Desde que presentó la denuncia y los mossos confirmaron en su investigación las maniobras de la mujer, el hombre cuenta con vigilancia policial. Se le ha dado permiso para llevar el arma reglamentaria las 24 horas del día y ha instalado un sistema de videovigilancia en su domicilio, que está conectado con los mossos. El hombre y su familia han conseguido estabilizarse emocionalmente, tras la conmoción de conocer lo que tramaba su exmujer. La presencia de los policías que les vigilan le tranquilizó.El intento de encargar el asesinato de su exmarido está pendiente de sentencia y a otro guardia urbano por la difusión de una fotografía erótica, al margen del crimen de Pedro Rodríguez,pero inevitablemente, ella, Rosa Peral, siempre aparece en el centro de las tramas. 
Las hijas de Rosa Peral pasan todos los sábados con sus abuelos maternos desde que su madre ingresó en prisión acusada de asesinato. La investigación desveló cómo la mujer en prisión, trató de dar con un pistolero para asesinar a su exmarido, la decisión del hombre de que sus hijas conserven sus lazos afectivos con su familia materna esos sábados con los abuelos no están regulados en el acuerdo de divorcio de la pareja, pero el hombre y su actual pareja entendieron que era bueno que las niñas conservaran la relación. También defienden que las hermanas mantengan el contacto con su madre, a la que el juez autorizó a telefonearlas una vez a la semana, desde prisión. El padre permite que las niñas hablen todas las veces que su madre llama. Ni siquiera ahora que sabe que su exmujer puso precio a su vida, ha dejado de descolgar el teléfono para que hable con las dos pequeñas.

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