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martes, 31 de octubre de 2023

Jimmy Savile, Abusos Sexuales en la Audiencia Televisiva

Jimmy Savile era un agresor sexual de niños, niñas y adolescentes y se investigó que el número posible de víctimas pudo ser de aproximadamente 500. Algunas fuentes hablan de hasta un millar de víctimas. Si bien Jimmy Savile no era demasiado conocido para el público del mundo, sí que era un tesoro nacional para los ingleses, como lo llamaron varias de sus necrológicas el día de su muerte, el sábado 29 de octubre del año 2011. Es que en ese momento la historia de sus centenares de abusos y violaciones a menores en hospitales, colegios y centros de asistencia social a lo largo de décadas todavía estaba protegida por el silencio de las instituciones y el miedo de sus víctimas. Todo estaba ahí, expuesto en chistes mal disimulados, en confesiones encubiertas, en la exhibición de un comportamiento siniestro y abusivo. “Si hoy cualquiera se cruzara con este tipo por la calle saldría corriendo”, dijo la presentadora Selina Scott entre risas nerviosas, al verse a sí misma junto a Jimmy Savile en un programa de entrevistas de los años 80. Con su vestuario colorido, su melena plateada, gafas extravagantes y una impostada simpatía, Savile forzaba en cada aparición su espíritu bufonesco y ejercía una abierta manipulación sobre todos los asistentes, que bien pudo percibirse en la incomodidad de aquella joven periodista.
Selina Scott intenta comprender aquellas imágenes. “La cámara miente” terminó asumiendo como única coartada posible a la ceguera. Es que todo lo que parecía excentricidad y ocurrencia era en realidad una impenetrable representación realizada por Savile, no solo de su filantropía destinada a encubrir sus abusos sexuales, sino de sus oportunas relaciones con el poder para sostener su impunidad e inviolabilidad. Pero, ¿quién era en realidad Jimmy Savile para recibir un funeral con honores, como ser considerado el hijo pródigo del norte minero, ser el presentador de un concierto de los Rolling Stones, nombrado Sir por la reina Isabel a petición de su amiga la Primera Ministro Margaret Thatcher? A eso se dedicó el primer episodio de la miniserie en un documental de Netflix: a presentar al personaje a un mundo que mayormente lo desconoce. Porque Savile fue una celebridad propia de Gran Bretaña, y allí convirtió su extravagancia en su signo de identidad, atravesó las décadas sin perder vigencia, conjugando la popularidad con su bohemía, un influencer pionero de los tiempos del pop y la radio de la BBC. Nacido en un hogar católico de Leeds, la religión y la ciudad formaron parte de su vida y su posteridad; de la primera para instalar la idea de pecado y la aspiración a la salvación eterna que hoy parece una provocación en los reportajes de ayer; de la segunda en el acto de su despedida, primero , y en la eliminación de su lápida , después del horror de la verdad.
Qué hubo de él más allá de esa fachada no demasiado prodigiosa que supo construir? Se sabe que fue el séptimo hijo de una familia minera, que intentó convertir sus aficiones a la música, la noche y las niñas en un empleo y así forjó el mote temprano de Disc Jockey en los alborotados Swinging Sixties. Tuvo éxito en la radio, luego fue el presentador estrella de Top Of The Pops en la BBC sobre la explosión del rock y el pop en los 60 y 70, y en los 80 se convirtió en el conductor de un programa nocturno de entretenimientos que convertía los sueños de los telespectadores, mayormente niños, en realidad. Pero su fama no se restringió a la pantalla, sino que desfiló en conciertos y actos de beneficencia, se codeó con la clase política y la realeza inglesa, y apadrinó a hospitales, reformatorios y centros de detención juvenil que terminaron convertidos en las escenas de sus crímenes. Ese rol de filántropo oficial, con recaudaciones millonarias y donaciones espectaculares, le facilitó el contacto con las niñas menores, la entrada en pabellones psiquiátricos, la atención como camillero de honor en hospitales, las campañas de apoyo a instituciones para jóvenes. Quien parecía cumplir los sueños terminó siendo el protagonista de las más oscuras y tenebrosas pesadillas.
Algunos que recibieron la medalla del sueño cumplido en el show Jim’ll Fix It en los años 80, mujeres que sufrieron sus escandalosos avances en cámara, periodistas que intentaron correr el velo del secreto en incómodas entrevistas. Pero la voz que trazó el camino hacia la revelación es la de Meirion Jones, uno de los artífices del documental de Netflix que sacó a la luz los abusos sexuales. A lo largo de su infancia y temprana adolescencia, Meirion Jones pasaba algunos fines de semana en el Colegio Duncroft ya que su tía era la directora del establecimiento. Duncroft era una casona victoriana en la región noreste de Inglaterra destinada como centro oficial de asistencia a menores “en dificultades”. Allí Jones había visto llegar a Jimmy Savile y llevarse a varias niñas y adolescentes fuera del lugar en su Rolls Royce. Pasaron los años, pero nunca olvidó esa inexplicable imagen. En los años 90, Meirion Jones se convirtió en periodista y luego ingresó en la BBC. En los días posteriores al funeral pomposo y televisado de Jimmy Savile en Leeds, rastreó un sitio de ex asistentes a la institución y descubrió intercambios de mensajes que exponían manoseos, abusos sexuales y violaciones sufridos por numerosas víctimas. Ante la orden de la cadena de celebrar un especial de Navidad en homenaje al fallecido presentador, Meirion Jones comenzó a investigar los rumores que hacía años señalaban a Savile como pedófilo y depredador sexual y que ahora parecían ser avalados por testimonios de sus víctimas. Antes no se habían atrevido a hablar por miedo a las amenazas de quien se codeaba con el poder y la realeza británica, o porque sus denuncias habían sido desestimadas por la policía en Leeds -que recibía obsequios e invitaciones del hijo célebre de la ciudad-, o debido a que sus reclamos habían sido desoídos o directamente ocultados por las mismas autoridades de la cadena pública.
Las revelaciones del documental llegaron a la pantalla de la mano de la cadena ITV porque la BBC se negó a difundir el material, por temor a ser sancionada por calumnias o quizás por la vergüenza de saberse cómplice en su silencio. La ley que condena la difamación en Inglaterra fue una de las armas de la que se valió Jimmy Savile para esconder sus crímenes sexuales. En uno de los pasajes del segundo episodio de la serie se revelan los audios de sus interrogatorios policiales en Leeds, en aquella investigación que luego fue desestimada, donde exclamó los juicios millonarios por difamación como amenaza.
Los primeros testimonios de las víctimas fueron tomados como un baldazo de agua fría por el público que todavía consideraba a Jimmy Savile como un tesoro nacional, pero día a día durante el año 2012 comenzaron a llover denuncias sobre nuevos casos. A partir de allí el rechazo fue subiendo, el repudio en su propia ciudad llevó al retiro de placas conmemorativas y bautismo de lugares históricos, hasta llegar al desmonte de su lápida en el cementerio, durante la noche, para borrar la frase que rezaba: “Fue bueno mientras duró”.
Más allá de lo escabroso del caso y lo desgarrador del testimonio de una de las víctimas, es la exposición del material de archivo que resultó ser perturbador a la distancia. Bastó con ver los reportajes en los que el propio Jimmy Savile señalaba que merecía ser castigado por el trato a las señoritas, los manoseos que pueden vislumbrarse fuera de cámara, las contestaciones sobre el castigo que merecía por sus pecados, los comportamientos abusivos con presentadoras, e infinidad de registros que resultaron ser confesiones apenas disimuladas. Todo estaba ahí, a plena luz.
Alguien que supo rodearse de un círculo de poder para encubrir sus crímenes. Son más importantes sus relaciones con políticos, realeza y celebridades para consagrar su impunidad que los vericuetos de cualquier diagnóstico clínico. De allí que la serie documental no se detenga ni en la exploración de patologías, ni en hacer aventuradas hipótesis sobre su origen o familia, sino en mostrar lo que estaba a la vista y que nadie parecía haber descubierto. Lo que él mismo agitaba como una provocación y que diversos poderes se encargaron de silenciar con la coartada de la conveniencia.

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