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lunes, 3 de febrero de 2025

El Atroz Crímen Sobre Yolanda González, Ejecutada desde el Ministerio del Interior Con Impunidad

Emilio Hellín Moro, el ultraderechista que en 1980 asesinó a la estudiante de 19 años Yolanda González Martín,fue contratado por el Ministerio del Interior hasta en 15 ocasiones entre el año 2006 y el año 2011 , facturó 140.000 euros por sus servicios, han informado los familiares de la víctima a varios representantes de este departamento.
Hellín, que después de cumplir su condena de 43 años de prisión cambió su nombre por el de Luis Enrique Hellín Moro, firmó 15 contratos para actividades de formación a miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, a los que impartía en seminarios y conferencias, asesoramiento técnico en la recuperación de datos de ordenadores y móviles, y venta de material sobre telefonía móvil, volcados de información y software. En la madrugada del 1 al 2 de febrero de 1980 ocurría en el kilómetro 3 de la carretera que va de Alcorcón a San Martín de Valdeiglesias y España es en ese momento una joven y frágil democracia que enterró en 1975 al dictador Francisco Franco,quien la gobernó con mano dura a lo largo de cuarenta años. El cadáver de Franco parece difícil de enterrar y no faltan grupos de nostálgicos que siguen soñando con el regreso de aquel régimen o, al menos, algo que se le parezca. Así que no faltaron los que decidieron conspirar usando las armas y la violencia, sin importar los muertos que se dejaban en el camino. Una de ellas se llamaba Yolanda González Martín, una joven estudiante vasca en Madrid, la secuestraron y asesinaron un comando que se hacía llamar Grupo 41. Su cuerpo sin vida es abandonado en esa oscura madrugada en un descampado de la citada carretera. Le acaba de quitar la vida de dos disparos en la cabeza un tipo llamado Emilio Hellín Moro.
No estamos ante un caso menor en aquellos años del plomo. Los asesinatos de los abogados de Atocha estaban cerca y en el País Vasco había aparecido un grupo llamado Batallón Vasco Español cuya finalidad era matar etarras. Todo ello estaba promovido por ultras y, en algún caso, por algún integrante de los cuerpos de seguridad del Estado. Es en este entorno en el que se movía Emilio Hellín.
El 1 de febrero de 1980, ETA realizó uno de sus atentados más salvajes hasta ese momento al atacar con armas de fuego y granadas un convoy de la Guardia Civil que escoltaba a trabajadores de la fábrica de armamento Esperanza y Cía. que se dirigía a Bilbao. En la emboscada fueron asesinados seis guardias civiles. Poco después de conocerse la noticia de la acción terrorista, David Martínez Loza, un industrial que trabajaba como jefe de seguridad del partido ultra Fuerza Nueva, llamaba a Hellín. Martínez Loza le había dado instrucciones para que indagara sobre una joven llamada Yolanda González a la que creía miembro de un comando de ETA. Hellín, a su vez, había encomendado a un colaborador, Ignacio Abad Velázquez, que investigara sobre Yolanda constatando que una muchacha vasca vivía en la calle Tembleque, número 101 de Madrid. La banda de Hellín, el denominado Grupo 41, trabajaba en otro proyecto terrorista que era el de colocar una bomba en la agencia que se encargaba de la distribución de la revista “Inteviú”.
Sin embargo, Martínez Loza pidió que se abortara la misión y que todo se centrara en Yolanda González a la que había que detener para que confesara toda la información que pudiera tener sobre ETA, El grupo se reunió, a las nueve de la noche. En ese encuentro estuvieron los nombres citados y alguno más, como José Hellín Moro, hermano de Emilio.
Fue Emilio Hellín, junto con Abad, el encargado de subir al domicilio de Yolanda. Ambos iban armados y penetraron en la vivienda tras forzar la puerta. Hellín registró el piso de manera rápida para ver si había alguien más mientras Yolanda permanecía en el suelo. Los dos hombres la metieron en un coche.
Su destino era el lugar en el que la banda se había reunido donde la joven sería interrogada, pero Hellín y Abad decidieron tomar otro camino. Durante el trayecto Yolanda fue en todo momento encañonada por una pistola que empuñaba Abad mientras Hellín conducía el coche. Finalmente pararon en el kilómetro 3 de la carretera de Alcorcón a San Martín de Valdeiglesias. Los tres salieron del vehículo.
“En un momento en el que Yolanda se encontraba a la izquierda de Hellín, a una distancia de un metro aproximadamente, sin que se haya podido comprobar si aquélla trató o no de huir, Hellín esgrimiendo la pistola que llevaba, de forma rápida e inopinada disparó dos veces sobre la cabeza de Yolanda, e inmediatamente y a continuación, Abad, sacando la pistola que asimismo portaba, hizo un tercer disparo contra el cuerpo de Yolanda, encontrándose Abad a una distancia de unos dos o tres metros de Yolanda. A consecuencia de todo ello, se produjo la muerte de Yolanda”.
El cuerpo quedó abandonado en ese descampado. Hellín guardó las armas y le confió a Martínez Loza lo que había pasado. Emilio Hellín fue detenido el 7 de febrero de 1980. Se le condenó a 43 años de cárcel, aunque solamente cumplió 14, además de protagonizar varios intentos de fuga. Tras su arresto se descubrió que guardaba un imponente arsenal de armas. Tras el asesinato de Yolanda, como él mismo confesó, redactó un comunicado en el que se reivindicaba el crimen en nombre del Batallón Vasco Español y asegurando que la joven era miembro de un comando de información de ETA, hecho que se comprobó ser falso.
Era el inicio de la guerra sucia contra ETA que desembocó muy poco después en el GAL. Emilio Hellín ahora se hace llamar Luis Enrique Hellín Moro, con el afan de haber limpiado su historial criminal para poder llegar a trabajar sin ser descubierto.

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