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lunes, 24 de noviembre de 2025

Fermín Villegas Córdoba y el Pederasta Deportivo Que lo Asesinó

Era jueves 15 de mayo de 1980 cuando apareció el cadáver del niño de 10 años Fermín Villegas Córdoba,era de Blanes, Girona, cerca de los pozos de aguas del sector de Sabadell (Los Pinos de Blanes),su cuerpo estaba cubierto de ortigas. Había salido el lunes anterior 12 de mayo del colegio de Santa María para buscar hojas de morera para alimentar a sus gusanos de seda. La autopsia reveló que había sido violado antes de su muerte. Había sido estrangulado y apuñalado repetidas veces. El cuerpo apareció en el mismo sitio donde había sido hallada horas antes la bicicleta y varias ropas del niño: la bolsa que llevaba y el cinturón de su bata del colegio, por lo que evidentemente la muerte se produjo en otro lugar y después se trasladó el cadáver. Detuvieron a dos sospechosos, Nicolás Ruiz Lafuente, de 60 años, y Vicente Ruiz Vidal, de 31 -padre e hijo-, unos agricultores de las afueras de la población, ambos con sus facultades mentales disminuidas y eran conocidos de la víctima. Inmediatamente fueron trasladados al Depósito de Detenidos en Girona. Tras un intenso interrogatorio, Nicolás Ruiz Lafuente confesó ser el asesino. Al pretender reconstruir el crimen en presencia del juez, de inmediato se vio que había poco que reconstruir: el presunto asesino no podía reconstruir nada porque no había hecho nada. El desesperado detenido intentó suicidarse al verse atrapado en semejante situación. "Me estoy volviendo loco porque yo no he sido ni sé nada." Ambos detenidos fueron puestos en libertad. Luego se descubrió que eran profundamente religiosos y completamente inofensivos. Y a punto estuvieron de perder sus cosechas, por haber tenido que abandonarlas. El 16 de mayo se efectuó el entierro del niño, acudieron unas 3.000 personas, entre compañeros de colegio y vecinos de la población. Posteriormente, tuvo lugar una manifestación para pedir mayor seguridad, portando pancartas en las que se leía "¡Queremos al asesino!" y "¡Que se haga justicia!". Ante las protestas de los vecinos, la alcaldesa, María de la Oms, se vio obligada a dirigir unas palabras a los manifestantes, desde el balcón del Ayuntamiento. En el pueblo se rumoreó que el niño había sido raptado por varias personas, que lo introdujeron en un automóvil. Y, como queda dicho, causó extrañeza que aparecieran objetos personales de Fermín, pero no su cuerpo, que aparecería días más tarde en el mismo lugar. También se dijo que tenía clavada en el vientre una especie de hoz y que con él se había practicado una misa negra, por parte de gente de poder del pueblo. Al final, se descubrió por parte de los investigadores la presencia en Blanes de un sospechoso de pederastia, con antecedentes pasados. Decía ser el representante de una conocida marca de refrescos,era la treta para reclutar chicos y formar un equipo juvenil de ciclistas. Elegía niños de entre 10 a 13 años. Les prestaba las bicicletas y les regalaba las camisetas, los pantalones y las gorras de la equipación. Los confiados padres le permitieron que se los llevara a entrenar y que se hospedaran con él en una pensión dónde, según manifestaron después los niños, los sometió a prácticas homosexuales y felaciones. Incluso violó a una niña de 11 años en presencia de ellos cuando estaban hospedados. Un profesor de Blanes, extrañado por toda la parafernalia del sujeto, telefoneó a la central de la marca de bebidas que el reclutador de ciclistas decía representar y descubrió la mentira,ya que no habia ningun representante que reclutaba ciclistas y tampoco la marca de refrescos tenia ningun equipo deportivo. Como consecuencia, el pederasta, Juan José Alavés Blanco, de 48 años de edad, nacido en Rosas y vecino de Barcelona, fue detenido y procesado. Ya estaba reclamado por un juzgado de Mataró por abusos sexuales a un niño de 10 años, al que había amenazado con un cuchillo el 5 de abril de 1980, apenas un mes antes del suceso de Fermin Villegas. "Un perro viejo, se sabe la diferencia que existe entre confesar unos abusos sexuales o una violación con homicidio..." "... Un degenerado, que igual violaba mujeres que niños". En los interrogatorios policiales, confesó diversas violaciones y abusos deshonestos. Pero negó el asesinato de Fermín Villegas Córdoba "Y fue lo suficientemente hábil como para cometer su crimen sin testigos, para deshacerse del arma y para mantener su negativa ante el juez." El caso fue cerrado y archivado, lo que extrañó en medios jurídicos. "Debía haberse seguido hacia adelante; a los juicios orales han llegado sumarios en los que se procesaba a individuos sobre los que recalan menos indicios que en este caso." Alavés fue encarcelado por violador, pero no por asesino. A Fermín Villegas Martínez, el padre del niño asesinado, nadie se lo comunicó. Sólo le enviaron un oficio en el que le comunicaban que el sumario habia sido declarado concluso sin haberse dictado auto de procesamiento contra persona alguna, por no haber sido posible identificar al presunto autor de los hechos, pese a la exhaustiva investigación realizada por la Policía Judicial. Una carta mezquina para el alma de un padre con el corazón destrozado. Lo que iba a traer terribles consecuencias. ¿A quién culpamos, entonces, de la muerte de Fermín Villegas Martínez, el padre de la víctima? ¿A su desesperación por la injusticia cometida con su hijo? ¿A la ineptitud de la justicia? ¿A que nadie se molestó en comunicarle que el pederasta estaba en prisión?. En la sección de cartas al director de un periódico se publica una referencia al asesinato del niño Fermín Villegas. El firmante de la carta era el lector Elías Reverter. El mismo que durante varios años hizo llegar sus cartas a la redacción del periodico con la firma de Elías, el de la celda 42.
El preso Elías, ex miembro de una orden religiosa, siempre clamó por su inocencia. En una carta personal que dirigió una vez recuperada la libertad explicaba con gracia su proceso: «Durante el juicio, mi abogado sólo abrió dos veces la boca y fue para bostezar. Sólo a punto de bajarse el telón murmuró algo así como conclusiones definitivas. Ni los guardias civiles que custodiaban se enteraron de qué iba el rollo, y que una vez fuera del escenario uno de ellos me preguntó la causa de mi condena, a lo que yo le repuse, confeso y contrito, que había violado y asesinado a seis monjas. El, serio y salomónico, me espetó: “Entonces, bien merecida tienes tu condena” Una vez terminada la función nos quedamos todos con el gozo y la alegría del deber cumplido...» - El ex preso de la celda 42 se pregunto sobre el porqué cayó el silencio sobre el asesinato de Fermín Villegas, violado y asesinado en las afueras de Blanes mientras buscaba moreras para sus gusanos de seda. Quince meses después, al padre del niño se le detuvo el corazón para siempre justo en la proximidad del lugar donde su hijo había sido asesinado. Pocos días antes había recibido una fría notificación de la fiscalía general del Estado en la que le comunicaban que el sumario abierto en su día había sido declarado concluso al no haberse podido identificar al presunto autor del crimen. El mes de octubre de 1981, el inspector de policía que había llevado el caso fue tajante: “A nivel judicial el caso pudo haber sido archivado, pero a nivel policial quedó resuelto: se puso a disposición del juez al hombre del que existían datos suficientes como para poder afirmar que fue el asesino.” El perro viejo que ingresó en prisión por confesar varias violaciones y abusos se mantuvo en negativa ante el juez en el caso concreto del niño Fermín Villegas. Para el inspector de policía aquel fue un sumario que no debió cerrarse: “Existían una serie de indicios de culpabilidad que parecían hacer razonable el proseguir con la investigación. En todo caso, pienso que sólo con los indicios existentes había materia bastante para que aquel hombre fuese procesado y todo se ventilase en el juicio oral. Se ha procesado y condenado a ciudadanos que estaban en negativa ante el juez, pero de los que existían pruebas de culpabilidad.” “Haría falta una confidencia inesperada, una prueba caída casualmente en manos de la judicatura o de la Policía para que ese caso, como tantos otros que se han archivado sin encontrar al culpable, fuese abierto de nuevo." Como si fuese ayer, el inspector recuerda… “Un hombre que se hacía pasar por entrenador deportivo; ese mismo hombre desplazándose en motocicleta; una tarde de lluvia en la zona del crimen y el hombre entrando chorreando en su bar habitual ubicado en la zona de Barcelona, donde no había llovido." “Siempre había tenido dos navajas. Todos lo recordaban con dos navajas. Pero cuando fue interrogado sólo tenía una y no podía recordar cuándo ni dónde había perdido la otra." “Tampoco podía justificar por qué había tirado aquella ropa con la que los parroquianos del bar le habían visto llegar mojado, él, un hombre que aprovechaba la ropa al máximo. Ni supo explicar por qué negaba haber estado en Blanes, si había gente que reconoció en la fotografia de aquel hombre, mostrada por el inspector, «el tipo que regalaba a los chicos material para practicar deporte»..." La historia comienza en Blanes, una tarde luminosa de mediados de mayo. Fermín es un niño de 10 años, hijo de una familia de clase trabajadora, originarios de Andalucía; su padre era cocinero en un restaurante de Blanes, y su madre se dedicaba a la familia; al salir de clase a las 5 de la tarde, Fermín, que vivía cerca del centro del pueblo, se fue a buscar hojas de morera para alimentar a sus gusanos de seda. Iba con su bicicleta, y había quedado con un compañero de clase que no pudo, al final, acompañarlo. Se fue en dirección a la casa de sus primos, en la zona sur del pueblo, a unos 15 minutos caminando, lugar en el que se le vio por última vez, sobre las 6 de la tarde. La zona en la que viven sus primos y tíos es colindante con la zona que, actualmente está ocupada por campings y la zona agrícola tradicional de la comarca, alrededor de la desembocadura del río Torderá, con gran cantidad de caminos, fincas, casas de labor y casetas de riego y aperos. La familia de Fermín se empieza a preocupar cuando pasan las 8 de la tarde y no tienen noticias del niño. El padre, a partir de las 9 horas, se dirige a la zona en la viven sus primos, y le confirman que pasó por allí en bici, y que se fue solo buscando hojas de morera, ya que a sus primos les habían castigado y no les dejaban salir. Como seguían sin tener noticias, preguntaron al niño con el que pensaba ir a coger hojas de morera, y éste le explicó que al final no pudo acompañarlo, se dirigió al colegio en el que estudiaba, situado en el centro del pueblo, ya sobre las 11 de la noche. El colegio al que asistía el niño era, y está actualmente, regido por una orden religiosa, de la Sagrada Familia. El padre consigue hablar con un profesor del niño, el Padre Antonio Estrada, al cual, en la declaración que presta ante el juez, describe como extrañamente nervioso ante lo que le planteaba sobre el paradero de su hijo. Como curiosidad, al padre Estrada no fue posible tomarle declaración en ningún momento de la investigación, a pesar de ser solicitada tanto por la fiscalía, acusación particular, como acordado por la Audiencia Provincial. Siempre resultó imposible, y la orden religiosa alegó que fue destinado a México en el mes de julio de 1980, dos meses después del crimen del niño. Lo cierto es que tampoco se insistió mucho para tratar de interrogarle, a pesar de que, según consta en la investigación, el religioso, según referencias de sus superiores, vivía solo en unas dependencias del edificio antiguo de la orden, y había sido advertido y reconvenido en relación a la relación que tenia con algunas alumnas adolescentes del colegio, demasiado "cercanas" a juicio del entonces director. Esta circunstancia fue confirmada en declaración de la hermana de Fermín, que a la sazón tenía 16 años, en la que relataba que el citado padre Estrada solía hacerse acompañar de chicas adolescentes en su habitación privada, para escuchar música, pero no le constaba que lo hiciera con chicos.
La desaparición se produce un lunes de mayo, por la tarde, a partir de las 18.00 horas. Esa misma noche ya comienzan a buscarle en los alrededores de donde le han visto por última vez, un grupo de gente formado por familiares, amigos, voluntarios de la Cruz Roja y agentes de la Guardia Civil sin un verdadero plan de actuación y de forma un tanto anárquica. Hay que tener en cuenta que esa noche llovió muy intensamente, lo que dificultó el rastreo. Un grupo con perros adiestrados encontró un rastro que conducía a una masía. A pesar de que llamaron con insistencia, no consiguieron que nadie abriera la puerta, y, extrañamente, el mando de la Guardia Civil que estaba presente no autorizó la entrada inmediata alegando que necesitaban una orden del juez. Al día siguiente, martes, se continuó con la búsqueda, y pudieron acceder a la casa que señalaban los perros, sin resultado. En esa casa vivía un matrimonio mayor, de unos 70 años, y su hijo, con las facultades mentales disminuidas. Esa familia se dedicaba a las labores del campo, y eran dueños de una masía y sus tierras en la zona en la que desapareció el niño. Estos en principio, durante la mañana del martes, colaboraron en la búsqueda, llevando a los grupos a sitios variados de los alrededores, sin que apareciera ninguna pista. Transcurre el día, y en la mañana del miércoles aparece el cadáver en una zona, justo en la orilla del río, a unos 100 metros de la casa de los agricultores. Lo extraño es que por el lugar en el que apareció el cuerpo, habían pasado varios grupos unas horas antes si que hubiesen observado nada. Según el informe del levantamiento del cadáver, éste se encontraba cubierto de ortigas que estaban todavía frescas, es decir, que llevaba poco tiempo allí depositado. El cuerpo del niño se encontraba semidesnudo, con los pantalones bajados y la camiseta subida, observándose numerosas heridas de arma blanca. Posteriormente la autopsia confirmó que sufrió como mínimo tres puñaladas con un cuchillo o puñal muy fino y largo. Una de ellas, al parecer cronológicamente la primera, por detrás, en la zona lumbar con salida de paquete intestinal a la altura del ombligo, que no fue letal. Y dos más de frente, en la zona del corazón, que le provocaron la muerte. Además, cortes en las manos que se entendieron como heridas defensivas. Aparte de estas heridas, el médico forense confirmó que había sido violado, sin que se encontrasen restos de semen. En este punto, lo extraño e inquietante es que el forense apunta a "probable sodomía pasiva anterior y reiterada en el tiempo", es decir, necrofilia. La ola de indignación entre la gente fue tremenda, y dado que los primeros sospechosos fueron los agricultores, la guardia civil fue a interrogar al padre y al hijo, y, sorprendentemente, en la primera declaración el padre acusa a su hijo, que vio como estaba teniendo relaciones con el niño, y luego lo apuñalaba, y que cuando se dirigió al lugar, un terreno de cultivo cercano a su casa, ya nada pudo hacer por él. Escondieron el cuerpo, envolviéndolo en una sábana y cargándolo en una carretilla, en la casa, debajo de una cama, y cuando tuvieron ocasión, lo llevaron al lugar en el que lo encontraron. Lógicamente fueron detenidos, pero el hijo lo negó todo, sin entender las razones de su padre en lo que decía. Otro dato llamativo es que los llevaron al depósito de detenidos de Blanes, y en el calabozo estuvieron juntos, compartiendo celda con otro preso común. Cuando los llevan ante el juez, deciden trasladarlos a la casa para una reconstrucción de los hechos, y una vez allí, el padre comienza un discurso aparentemente disparatado, diciendo que él no había sido, y fabulando que todo había sido orden de Adolfo Suárez y el Rey Juan Carlos I y en un momento dado, cogiendo un cuchillo de la cocina e intentando cortarse el cuello, aunque solo se hirió muy levemente. A continuación la guardia civil hizo un informe en el que, basándose en lo relatado llega a la conclusión de que no pudo estar el cuerpo del niño en la casa, ya que no hay signos, debido a la suciedad existente, de haber arrastrado nada debajo de ninguna cama, ni de existir indicio alguno de que hubiera podido estar en contacto con ningún objeto de los que había relatado. Lo extraño, una vez más, es que desde la aparición del cuerpo, no hubo ningún registro detallado de ninguna de las construcciones que hay en los alrededores. Hay otro detalle y es que la bicicleta del niño y una bata que llevaba del colegio, apareció unas horas antes, cerca del lugar en el que posteriormente apareció el cadáver, sin que conste que se hayan tomado, como mínimo, huellas dactilares de la bici, la cual ni siquiera es recogida como pieza para la investigación, sino que es entregada sin más a la familia del niño. Durante casi quince días, padre e hijo sospechosos están recluidos en Girona, pero ahora ya negando cualquier relación con el crimen. En las declaraciones que presta ante el juez lo hace con delirios de tipo religioso en los que daba a entender que su estado mental era inestable. El perfil de esa familia era también peculiar. El padre, de origen aragonés, llego a Blanes cuando acabó la guerra civil, en la que había combatido en el bando nacional. Prácticamente analfabeto, pero con una inteligencia natural muy viva, según consta en los informes. Trabajó durante unos años en una harinera, y se casó con una mujer mayor que él, con la que compró unas tierras a su suegro y con las que salieron adelante él, su mujer y su hijo Vicente trabajando en el campo, y vendiendo sus productos en un puesto que la señora tenía en el mercado del pueblo. A decir por los vecinos era una familia muy solitaria, que apenas mantenía relación con nadie, y extremadamente religiosos, pero con una religiosidad muy particular, en la que relataban en ocasiones visiones de tipo místico. Se encuentran varias declaraciones de niños que se habían acercado a la masía en ocasiones, y relatan como, sobre todo la madre, les regalaba estampillas de la virgen y los invitaba a comer dulces, pero sin que nunca tuvieran ningún problema, ni con el padre Nicolás, ni con el hijo Vicente. Únicamente decían que les veían por allí, trabajando, pero que nunca les dirigían la palabra. Es decir, de lo relatado por vecinos y gente que les conocía, no tuvieron constancia de ningún problema de comportamiento de ninguno de ellos, poniendo únicamente el acento en que eran muy poco sociables y retraídos. Quedaron en libertad, fueron llamados a declarar alguna vez más, sin que fuera posible obtener nada de interés. A pesar de los delirios y declaraciones extrañas del padre, aparentemente indicativas de un estado mental trastornado, nunca fue objeto de informe específico. Del hijo se apuntaba una deficiencia mental, con cierto retraso producto de una enfermedad infantil, que dio lugar a una personalidad extraña, muy apegada siempre a su padre, a quien quería profundamente y al que estaba muy unido. De la madre, por los pocos datos que se tienen, fue ingresada varias veces en un hospital psiquiátrico de Girona, hasta su muerte, unos años más tarde de los hechos. El padre falleció también sobre el año 1990, y, dato importante, el hijo, que actualmente tiene unos 65 años, fue acogido en un centro hospitalario-asilo perteneciente a una orden religiosa, Sant Jaume de Blanes, en el que continua. Ese hospital originariamente fue un centro de beneficencia gestionado por las hermanas de San José, en el que participaba un patronato municipal del pueblo. Incluso en la actualidad está dirigido por un órgano mixto, tipo fundación con su patronato. Tras la puesta en libertad hubo una serie de indagaciones y declaraciones de personas denunciadas por parte del padre del niño. Éste trabajaba como cocinero en un restaurante del pueblo, y al parecer, había tenido problemas de tipo laboral con el dueño del establecimiento, por lo que pensó que, como represalia, pudo ser responsable de lo ocurrido con su hijo. No se consiguió averiguar nada en esta vía, así como respecto de personas del círculo familiar del niño, que también fueron interrogadas. A pesar de lo indicado en el informe del forense sobre la posibilidad de que el niño hubiera padecido abusos con anterioridad, no hubo ninguna indagación en este sentido, ninguna instrucción para tratar de averiguar posibles amistades del niño con adultos, que pudieran evidenciarse por referencias de compañeros de clase o, incluso, de la propia familia. El padre Antonio Estrada, profesor de Fermín, la persona a la que se dirigió en primer lugar el padre del niño el día de su desaparición, y a quién encontró muy nervioso, dio respuestas muy incoherentes cuando le pidió que le dejara telefonear o que le consiguiera el número de alguno de los compañeros de la clase de su hijo, alegando al final que el teléfono estaba estropeado. A este sacerdote no se le toma declaración. En principio el juez no lo consideró conveniente, ni la propia guardia civil lo hizo por su propia iniciativa. Únicamente es la insistencia del abogado de la familia la que consigue que el juez acuerde su declaración e informe sobre el mismo por parte de la guardia civil de Blanes, pero, casualmente, después de que el juez haya tenido que recordar el cumplimiento de su orden, contestan, a los cuatro meses de los hechos, que el padre Estrada habia sido destinado por su orden religiosa a México, encontrándose en dicho país desde el mes de julio del año 1980, pero sin que pudieran informar sobre su paradero exacto. Durante mucho tiempo de la instrucción se trató de averiguar algo de este religioso, pero lo único que se consiguió fue un informe de quien era su superior en el Colegio, entonces director del mismo, en el que manifestaba que su comportamiento era muy poco ortodoxo, y que en varias ocasiones le había recriminado la excesiva cercanía y contacto que tenía con alumnas adolescentes del colegio, a las que con frecuencia invitaba a su habitación para escuchar música. La propia hermana de Fermín, Maria de los Ángeles, que en esa época tenía unos 16 años y asistía al mismo colegio, en la única declaración que prestó, manifestó que era frecuente que algunas chicas fueran a la habitación del padre Estrada, pero que creía que "sólo iban chicas". Fue imposible tomarle declaración, y ello a pesar de que durante la instrucción se insistió en su práctica, en la que por cierto se llegaron a dictar por el juez instructor aproximadamente cinco autos de sobreseimiento provisional por falta de autor, revocados otras tantas veces por la Audiencia de Girona, ordenando la práctica de diligencias, entre ellas la declaración del padre Estrada. Es decir, que flota una sensación de querer dar carpetazo lo antes posible a la investigación, que por fin consiguen un año después del crimen. Por tanto, de la investigación de la guardia civil no se consigue ningún dato que pueda dar con el responsable, resultando negativas todas las pruebas en relación con los únicos sospechosos, Nicolás y Vicente Vidal. Apenas un mes después del asesinato, el juez instructor ordena a la Brigada Criminal de la Policía Nacional que proceda a continuar con la investigación, y estos presentan un informe en el que relatan que habían detectado por la zona de Blanes, desde unos meses antes del hecho, a una persona de nombre Juan José Alavés Blanco, de unos cuarenta y cinco años de edad, y el cual había sido acusado de abusos con menores por la zona de Mataró. Este señor, natural de un pueblo de la zona del Ampurdán, vivía en Barcelona, y tenía numerosos antecedentes penales por delitos relacionados con abusos sexuales. Tal y como la policía indicaba, se había detectado que llevaba varios meses por la zona de Blanes, y sobre todo, por el lugar en el que apareció el cuerpo de Fermín. Esta zona ha cambiado muy poco a pesar del tiempo transcurrido, ya que como se trata de una zona agrícola, con muchos campos a la orilla de la desembocadura del río Tordera, era y es muy frecuentada, por todo tipo de gente, agricultores, paseantes, parejas, etc. En las proximidades se encontraba un Colegio Público, y por allí comenzó su "actividad" de reclutamiento Juan José Alavés.
Se dio a conocer, ganándose la confianza de algunos chicos adolescentes del colegio, como director de un equipo ciclista aficionado, y en poco tiempo les facilitó a un grupo de unos ocho chicos, bicicletas y prendas deportivas del equipo "Kas", que por entonces era muy famosa. Este hombre iba por las tardes y se reunía con los chicos en la zona de la que se hablaba. Solía ir en tren, cuya estación se encuentra cerca de esa zona, y alejada del centro urbano, y también en una motocicleta de su propiedad. A raíz de estos hechos, consiguen localizar a los chicos que frecuentaba, y en sus declaraciones describen unas situaciones absolutamente dantescas. Reconocen que les prometía material y promocionarles en el ciclismo, llegando incluso a convencer a los padres de los niños, a veces con promesas de buenos trabajos para ellos, para que les dejaran quedarse los fines de semana en habitaciones de dos hostales, aún con actividad actualmente en Blanes, en las que los sometía a todo tipo de abusos, según se desprende de la declaración de los chicos. A raíz de estos hechos, se abrió un sumario por abusos que acabó con su condena, pero sin que se le pudiera probar nada respecto del asesinato de Fermín Villegas. Siempre negó que conociera al niño, y ninguno de los chicos que frecuentaron a Juan José Alaves manifestaron que hubieran tenido alguna relación, ya que ni siquiera le conocían. Hay que tener en cuenta que iban a colegios distintos, y Fermín era unos años más pequeño que los otros chicos. La Brigada Criminal consideraba que él era el autor, ya que el día de los hechos, a pesar de que Juan José Alaves dijo que estaba en Barcelona, y que había quedado en un bar que frecuentaba en compañía de chicos y chicas menores, se comprobó que había llegado al bar, pero ya avanzada la noche, y con la ropa mojada, teniéndose que cambiar en el mismo bar, y que el dueño recordaba que le había dicho que venía de hacer más de sesenta kilómetros en motocicleta, la distancia aproximada entre Blanes y Barcelona. Se registró su vivienda y se analizaron las ropas que encontraron, así como dos puñales que tenía, los análisis dieron negativo respecto a restos de sangre. Este personaje llama la atención por el hecho de que maneja dinero suficiente para vivir sin tener una actividad conocida, y siempre alrededor de chicos menores, aunque también en menor medida, con chicas. Su condena por abusos fue de dos años de cárcel. Después de estos hechos se fue para Andalucía, entre Córdoba y Almería, tuvo alguna condena más por abusos, y murió hace unos años, pero sin tener ninguna condena por delitos de crimen sexual de tipo violento. Lo impactante es la sensación de impunidad con la que actuan estos depredadores, y esa cierta complicidad de los responsables de los establecimientos hoteleros, sobre todo, ante el relato de los hechos tan sórdidos por parte de los chicos. Cuesta creer que no sospecharan nada, por lo que la sensación de la existencia de un ambiente social que, de alguna manera, se prestaba a esos hechos. Al año, la familia de Fermín recibe la notificación del juzgado de que el caso se archiva por falta de autor, y en el mes de agosto de 1981 se publica una carta en La Vanguardia, de la que es autor el padre (Fermín Villegas Martínez), en la que se lamenta de la forma en la que se cierra el caso, y denunciando veladamente la existencia de personajes poderosos detrás del crimen. Este artículo está muy bien escrito, se encuentra perfectamente a través de google, y no corresponde a su nivel cultural, ni estado físico en ese momento, ya que, unos meses antes, había tenido un extraño accidente de moto. Fue hallado inconsciente en la parte derecha de la carretera, con lesiones en la zona lateral derecha del cuerpo (pierna, brazo y mejilla), pero, inexplicablemente, el golpe más grave lo tenía en la zona parietal izquierda de la cabeza, lo que le ocasionó una fractura y lesiones posteriores de tipo neurológico, hasta tal punto graves, que le ocasionaron pérdida de memoria y episodios de crisis epilépticas. Por supuesto, no se supo cómo se había producido el citado accidente, que ni siquiera el mismo señor recordaba, por lo que el propio Fermín padre fuera el autor de la citada carta se antoja dificil. Para añadir más incertidumbre, un mes después de publicada la carta, Fermín padre es hallado muerto cuando paseaba por el campo con su perrita, de un ataque al corazón, aunque no consta que se realizara autopsia. Ante un hecho así, un asesinato, es fácil pensar en gente poderosa implicada, parece que eso siempre encuentra acomodo en la imaginación popular, pero no se puede dejar de pensar que son demasiadas cosas las que no encajan, demasiadas cosas dejadas de investigar, muchas ganas de cerrar cuanto antes y de encontrar a la persona adecuada a quien culpar. Unos meses después del crimen, una persona de nombre Elías Reverter Sucarrats, que se encontraba en la prisión de Girona cumpliendo condena por robo, escribió un poema en un periódico gratuito de la zona, dedicado al niño asesinado, con mucho sentimiento y con la sensación de que lo había conocido personalmente. El título era algo así como "A un ángel que se ha ido". Y también, en el texto, se insinuaba la participación de manos crueles, influyentes y poderosas. Se le tomó declaración a instancia del abogado de la familia, ya que no era normal que un preso común escribiera un poema de esa clase sin conocer ni siquiera a la familia, pero de ella no se pudo aclarar nada, únicamente manifestó que lo había hecho por que le había impresionado el hecho y apenado profundamente. Buscando en google su nombre, aparecen varias cartas a diferentes periódicos de temática variada, intuyéndose una personalidad un tanto curiosa. Este señor había trabajado unos años en una farmacia en Blanes, inmediatamente antes del crimen de Fermín, y , casualmente, propiedad de una familia de mucho nombre en el pueblo, con miembros en todos los ámbitos, políticos, sociales y económicos. Cuando muere el padre del niño, Elías vuelve a escribir, en la Vanguardia, e insiste en la insinuación de que han intervenido en el crimen personas poderosas del pueblo, entrelazando otras cartas dirigidas a algún obispo reclamando algún tipo de ayuda debido a su situación de excarcelado y parado, y reclamando de la sociedad una oportunidad para reintegrarse. Por lo que parece, este señor, había trabajado en una farmacia de Blanes y otra de Sant Feliu de Guíxols, a unos 30 km. de distancia, debido a alguna denuncia por robo o hurto, fue condenado.
Al final, consiguió que lo acogieran en la orden de San Juan de Dios, y murió en una residencia de la orden citada en Roma. En una de las cartas que escribe en el periódico hace referencia a un artículo que se publicó en Interviú sobre el asesinato de Fermín, e insinúa que ahí figura alguna persona que podría tener la clave del asesinato. Vicente, el primer sospechoso, está ingresado en el Hospital Sant Jaume de Blanes. En principio, cuando se le acogió, ni siquiera en ese hospital sabían quien se hacía cargo de su manutención. Se hablaba del Ayuntamiento, la propia orden religiosa. Lo cierto es que se le acoge cuando su padre y su madre fallecen, pero las tierras de las que eran propietarios pasan a poder del patronato del hospital y la orden religiosa, y durante un tiempo fueron objeto de muchos litigios con la administración ya que se encontraban en el límite de una zona de gran crecimiento urbanístico, con intereses hoteleros y de construcción. Cabe imaginar las expectativas que generaría esa operación, unos terrenos de casi treinta mil metros cuadrados, pero les salió mal, ya que una sentencia reciente les impidió la transformación del tipo de suelo y por tanto construir por temas de dominio público en relación con el río. En el mismo centro hospitalario Sant Jaume, la madre de Fermín, y viuda de Fermín padre, comienza a trabajar. Era una familia humilde, él cocinero y ella, dedicada a labores de hogar y pequeños trabajos que le surgían, y en este caso, después de lo ocurrido, empieza a trabajar en la lavandería del centro, en el mismo lugar en el que se encuentra residiendo la persona que, según se pensaba al comienzo, era el autor de la muerte de su hijo. Es cierto que estuvo poco tiempo, ya que apenas ocho años despues, y con muchas bajas de por medio, le consiguieron una incapacidad absoluta y una buena pensión, con la que pudo adquirir una casa adosada en la zona nueva del pueblo de Blanes. Su hija, y hermana de Fermín, María de los Ángeles Villegas Cordoba,se fue del pueblo y trabaja en Suiza.

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